Una aparición misteriosa
Para el imaginario colectivo, la posibilidad de que un meteorito caiga a tierra desde el firmamento siempre es un riesgo temido y latente, pero cuando lo que cae es un cuerpo humano, la población entra en crisis hasta que se descubre el origen de tan extraño suceso.
Ese es el caso de lo ocurrido, durante septiembre de 2012, en un barrio a las afueras de Londres, llamado Mortlake, cuando un domingo a las 7:30 de la mañana, los vecinos se despertaron ante el fuerte y seco ruido de algo pesado estrellándose en el pavimento. Al asomarse, descubrieron que era un hombre.
La Policía acudió de inmediato, consiguiendo efectivamente un cadáver masculino, que se encontraba muy desfigurado y en una posición totalmente extraña para los experimentados detectives, quienes concluyeron que el hombre seguramente había caído de cabeza al suelo desde el cielo, pero ¿cómo?
Pronto concluyeron que el cuerpo había salido de alguno de los muchos aviones que sobrevuelan este barrio británico, ubicado debajo de una de las rutas aéreas que da acceso al aeropuerto de Heathrow. De inmediato, entraron en comunicación con las aerolíneas, y pudieron concluir que la víctima se trataba posiblemente de un polizón de un vuelo que ese día había llegado de Angola, pero ¿qué había provocado que el hombre se precipitara en caída libre desde el avión?
¿Cómo llegó allí esta persona?
La respuesta sería revelada pronto por The Sunday Times, quien puso sobre la mesa un extraño método, sobre el cual las aerolíneas habían guardado silencio: desde 1947, un total de 99 personas, en 88 vuelos, de las cuales apenas sobrevivieron 23, han viajado de polizón metiéndose a escondidas en el compartimiento que el avión usa para guardar sus ruedas, en el cual queda un pequeño espacio, no más grande que un ataúd, donde cabe una persona, que esté dispuesta a poner en gran riesgo su vida y haya logrado llegar hasta allí debido a la poca seguridad del aeropuerto donde se embarque.
Sorprendentemente se conoce casos de polizontes que han sobrevivido vuelos trasatlánticos, pero no todos tienen tan buena suerte, apenas el 20% sobreviven. La razón para esta baja tasa de logros es que, a la altura en la que vuela un avión comercial, se experimenta mucho frío y una reducción en la cantidad de oxígeno, por lo que el cuerpo reacciona entrando en un estado de hibernación, desencadenando la mayoría de las veces la muerte por hipoxia.
No obstante, algunas personas logran sobrevivir, porque a medida que el avión comienza el descenso el cuerpo vuelve a calentarse, y la persona vuelve en sí, detalle que separa a los que sobreviven de los que no, porque en ocasiones el pasajero no está despierto en el momento en que el piloto despliega las ruedas, siendo atropelladas por ellas. En el caso del misterioso hombre caído del cielo, el forense Rob Chapman determinó que lo más seguro es que el hombre estuviese vivo cuando cayó del avión, siendo el impacto lo que terminó con su vida.
Sin embargo, al detective Jeremy Allsup, le faltaba responder ¿quién era el infortunado polizón, cuya caída coincidía exactamente con el momento en que el piloto de un vuelo proveniente de Angola había desplegado las ruedas del avión, cuando pasaba sobre Mortlake? Pero la víctima iba sin ninguna identificación que ayudara a los investigadores en su búsqueda.
Una historia trágica
Dentro de sus bolsillos -prosigue The Sunday Times– se encontraba un billete de Angola, otro de Botswana, una libra, y -para suerte de la policía- un teléfono móvil destrozado, del que sin embargo se pudo recabar información, analizando el contenido de la sim card. En ella, los policías encontraron un mensaje de la víctima a un teléfono en Suiza: “por favor amor call me”.
Los detectives llamaron al número, del otro lado atendió una mujer de nombre Jessica Hunt, quien fue la pieza clave para revelarle al mundo la identidad e historia del hombre que cayó del cielo. Su nombre era Josef Matada, tenía 26 años y -según lo descubierto por el periodista David James de The Sunday Times- se había metido en el compartimiento de las ruedas del avión para ir detrás de su amaba, Jessica.
Reconstrucción computarizada del rostro de Josef Matada, hecha por la policía británica
A pesar de que la mujer nunca admitió haber tenido una relación amorosa con Josef Matada, le contó al periodista James, que lo conoció en Sudáfrica, cuando su familia lo había contratado, momento en el cual se habían hecho muy amigos, “éramos como hermanos”. Hunt contó que cuando su marido echó a Josef, ambos huyeron a una casa en la playa, pero cuando el dinero se acabó, ella fue hacia Berlín a casa de su mamá, y aunque intento ayudar al hombre, pronto le perdió la pista.
Según su testimonio, lo último que supo de Matada fue que se encontraba en Angola, y quería viajar a Europa, a fin de procurarse una vida mejor. No obstante, para algunos periodistas como David James -aunque Hunt no acepte el romance – no sólo fue la pobreza lo que hizo que este hombre arriesgara su vida, el amor también fue crucial en la decisión de meterse en ese compartimiento, que lo empujó al fin de su vida.
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Fuente de imágenes: 1. migrantelatino.com; 2. lavanguardia.com