El caso sucedió a mediados del año 2015 con un bebé de origen chino y que tan sólo contaba con tres meses de edad cuando un amigo de los padres fue a conocer al hijo de la pareja. En el entusiasmo del momento cogió su teléfono móvil y procedió a tomarle una foto para el recuerdo con tan mala fortuna que el hombre olvidó desactivar el flash del dispositivo.
Tras tomarle la foto el bebé comenzó a llorar. Sin embargo, los padres no tomaron mucho cuidado al principio, salvo porque no paraba de llorar, lo que hizo que acudieran al hospital más cercano. Una vez allí los galenos confirmaron que el bebé había recibido daños graves en sus ojos y le manifestaron a la pareja que el niño quedaría ciego de su ojo izquierdo y que tendría problemas de visión en su ojo derecho. La causa: el flash de la cámara.
Y es que el hombre no sólo había tomado la foto con el flash activado, sino que lo había hecho a una distancia tan corta como los 25 centímetros, hecho que deterioró la mácula, la parte del ojo sensible a la luz y que da nitidez a las imágenes. Un daño en esta zona hace que las imágenes se perciban en forma tan borrosa como la gravedad del daño. En el caso del niño, el fogonazo del flash resultó letal.
Y es que los cuidados con un recién nacido abarca varios ámbitos y aspectos. Entre ellos, tal y como advierten los pediatras, está el hecho que no se les debe tomar fotos con flash puesto que las células de los ojos no han terminado de formarse. El riesgo también se presenta con los juguetes y punteros láser apuntados a los ojos, inclusive con lectores de códigos de barras y equipos de escáner.