En el argot popular, se le dice a una persona muy pacífica o lenta, que “no es capaz ni de matar una mosca”. Pero nadie se imaginaría que puede ocurrir el caso netamente contrario: que una mosca sea quien mate al hombre
«En boca cerrada no entran mosccas»
Pues ese es el caso del papa Adriano IV, cuya muerte fue originada por una simple mosca. Este clérigo era famoso por emitir unos sermones muy acalorados y efusivos. Cierto día, cuando recién salía de uno de esos discursos intensos, salió a buscar agua para refrescarse y saciar la sed.
Como normalmente frecuentaba, se acercó una fuente para beber agua. Pero de repente, una mosca se le entró a la boca y el Papa comenzó a ahogarse y a toser, pero sus esfuerzos fueron inútiles, ya que finalmente murió asfixiado.
Adriano IV, el único Papa de Inglaterra de la historia, nació en 1115 y falleció en el año 1159. El insólito suceso de su muerte ocurrió el 1 de septiembre, en Anagni, una ciudad de Italia. En su último sermón, se pronunció fuertemente contra “Federico I Barbarroja”, puesto que mantenía ciertas diferencias contra aquel emperador, a quien también amenazó con excomulgarlo.
Pero luego de sus efusivas palabras y ya saliendo hacia el Vaticano, se detuvo en la fuente de agua del pueblo, para refrescarse. Allí sucedió una de las muertes más absurdas. Tan pronto como el Papa comenzó a ahogarse y se cayó al suelo desesperado, acudieron pronto los médicos que lo rodeaban, pero les fue imposible extractar la mosca de la garganta del Sumo Pontífice y lo vieron morir frente a sus ojos.
Otro detalle, aparte de su insólito deceso, es que a partir de Adriano IV, en la Iglesia Católico se empezó a usar el término “vicario de Cristo”, para designar a un Papa.
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