El comienzo de la pesadilla
El hombre, que no ha sido identificado, pidió la ayuda médica de la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín (en Antioquia, Colombia) por un cuadro bastante serio de fiebre, malestar general, cansancio y tos. Su caso era particularmente serio en cuanto a que estaba infectado con el virus del VIH y no estaba recibiendo tratamiento.
Su diagnóstico pronto probó ser algo casi imposible. Los médicos rápidamente determinaron que tenía tumores pequeños en los pulmones, el hígado y partes del intestino y trazaron aquí el origen de la enfermedad. Sin embargo, parecía algo imposible determinar si se trataba de un cáncer o de una infección debida a agentes desconocidos.
La entrada del CDC
Los médicos colombianos, confundidos con el diagnóstico, decidieron enviar algunas muestras al Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) donde comenzó la verdadera investigación. Allí, el doctor Atis Muehlenbacs pasó noches en vela analizando las peculiares figuras que veía en el tejido tumoral.
El problema es que se trataba de células de aproximadamente una décima parte del tamaño de las células humanas. Esto, que le apuntaba a una infección por un agente externo, se veía contravenido por el crecimiento de las células idéntico al de un tumor cancerígeno. Por esta razón los médicos colombianos no habían dado con el diagnóstico.
Tomó algún tiempo a los especialistas del CDC analizar las muestras al detalle suficiente para llegar a una conclusión, y hasta entonces se propusieron todo tipo de teorías: desde una mutación que hacía que las células redujeran su tamaño hasta la aparición de una bacteria nueva y completamente desconocida. La solución definitiva vino con análisis del ADN de dichas células que revelaron altos niveles de material genético… de la lombriz solitaria.
Fue entonces cuando todos recordaron análisis realizados allá en el 2013 que mostraban una infección importante de Hymenolepsis Nana, un parásito estomacal que, se estima, afecta a 75 millones de personas alrededor del mundo. En su momento nadie pensó que el parásito estuviera vinculado a la enfermedad, pero así fue.
Lo que pasó fue lo siguiente. Parece ser que uno de estos gusanos desarrolló cáncer y algunos de sus tumores terminó en el tejido intestinal donde mutó y comenzó a alimentarse de los tejidos del hombre (en otras versiones, habría sido un huevo). Se trata de la primera evidencia de un cáncer no – humano que termina por infectar a una persona y cobrar su vida.
Porque lamentablemente el hombre murió. El diagnóstico llegó demasiado tarde: cuando los médicos se enteraron de la causa de la enfermedad al hombre sólo le quedaban 72 horas de vida.
De acuerdo con los expertos, se trata de un caso único que podría explicarse por la infección con VIH que habría inutilizado el sistema inmunológico del hombre al punto en que no fue capaz de detectar una clara invasión anómala y, por lo tanto, no actuó en consecuencia. Sin embargo, sirve para ilustrar el punto de que incluso las células de otro animal pueden mutar y volverse cancerígenas en el cuerpo humano.
Es normalmente el sistema inmunológico el que se encarga de erradicarlas (algo que a veces no realiza en las células cancerígenas humanas por la facilidad de confundirlas). El lamentable caso de este paciente, aunque triste para sus seres queridos, nos enseñó mucho sobre el funcionamiento de las células cancerígenas, humanas o no.
Fuente de imágenes: 1: elpopular.pe, 2: abc.es