El hotel de Milwakee
Se ha vuelto casi una tradición. Todos los años, jugadores de las ligas mayores de béisbol en los Estados Unidos se hospedan algunos días en el hotel Pfister de Milwakee, en el estado de Wisconsin, Estados Unidos. Todos los años, jugadores de las ligas mayores de béisbol alegan haber sido perseguidos, asustados o atacados por algún tipo de entidad sobrenatural en el hotel.
En efecto, sea quien sea que habite en el hotel Pfister parece haberse ensañado contra los representantes de este deporte. Ha pasado más de una década y los testimonios siguen llegando cada año, como si los mismos deportistas se hospedaran para disfrutar de estos fenómenos, aunque en algunos casos han llegado a afirmar que las apariciones los llevaron a perder juegos importantes de la temporada, y muchos se quejan de llegar cansados a los partidos debido a ellas.
Relatos sobrenaturales en el hotel
Uno de los primeros casos lo relata Adrian Beltre, jugador de los Dodgers, quien afirma que en una noche del 2001 las luces, el televisor y el aire acondicionado comenzaron a activarse y desactivarse mientras alguien tocaba a la puerta. Huelga decir que no se levantó a abrir, siendo como era tarde en la noche.
Carlos Gómez, jugador de los Brewers, relata algo semejante: su iPod comenzó a poner canciones a todo volumen en repetidas ocasiones incluso después de haberlo apagado, y siempre que lo hacía aparecía, misteriosamente, en el rincón más alejado de su habitación.
Uno de los relatos más impresionantes es el de Bryce Harper. De acuerdo con su versión, se encontraba durmiendo cuando soñó con un fuerte estruendo que por alguna razón no logró despertarlo. La mañana siguiente, la mesita de noche donde había dejado su ropa el día anterior estaba volteada en el extremo de la habitación, y su ropa estaba tirada en el suelo. Harper revisó con prontitud si alguien había entrado en su habitación, pero nada había cambiado excepto por la mesa – todas sus cosas seguían en su lugar – y la puerta había permanecido con cerrojo.
Son innumerables los relatos de los jugadores que han sentido presencias o han despertado para encontrar sus ventanas abiertas, su televisor prendido o sus cosas en lugares diferentes. Curiosamente, la entidad – que la mayoría afirman, se trata de un fantasma – no se aproxima a personas que no sean jugadores de béisbol. Los demás clientes del hotel jamás han reportado un caso semejante.
En muchos casos los jugadores, una vez confirman que la leyenda parece ser verdad, optan por salir del hotel y quedarse en cualquier otro hospedaje barato con tal de no tener que pasar más tiempo allí. Edgar Rentería y Pablo Sandoval, jugadores de los Gigantes de San Francisco, son dos de los beisbolistas que han optado por pagar su propio hospedaje para evitar acercarse al hotel en el futuro, debido precisamente a situaciones extrañas acaecidas en el pasado.
Muchos afirman que se trata de algún bromista que ha jugado una broma verdaderamente magistral por más de una década. Otros hablan de alguna mujer que murió en las cercanías tras un amorío (o desencanto) con un jugador y que habría decidido vengarse con todos los representantes de este gremio. Sea cual sea la razón, lo cierto es que hay algo – o alguien – en el hotel Pfister que tiene una inquina particular contra los jugadores de béisbol.
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