A mí de pequeña me asustaban con esa frase entrañable de «que viene el coco y te come». Realmente no me asustaba, pero esperaba al tal coco martillo en mano para quitarle esa fea costumbre de comer niños. Nunca apareció. A los niños de hoy en día se les puede asustar con otra frase más impactante «Como te portes mal, viene un artista conceptual y te come a la parrilla». Tengo que reconocer que los artistas conceptuales me dan más miedo que los cocos.
En la tercera edición de la bienal de Shanghai de 2000, el artista conceptual chino Zhu Yu, consiguió llamar la atención del público comiéndose un feto abortado de seis meses, previamente troceado y cocinado a la parrilla. Él mismo reconoció que estaba asqueroso, pero que lo hacía por amor al arte.
Esta foto se ha visto mucho desde entonces. Hay quien opina que el feto no es de verdad, pero el artista caníbal no se cansa de repetir lo contrario, es real y lo robó de un hospital. Tan tranquilo, preparó la mesa con cubiertos y mantel, y ante el gran público apareció con una bandeja en la que llevaba su asado. Con sus propias palabras dijo: «Ninguna religión prohíbe el canibalismo. Ninguna ley dice que no se pueda comer carne humana. He aprovechado ese espacio vacío entre la moral y la legalidad para desarrollar mi trabajo».
Zhu Yu pertenece al grupo de artistas chinos cuyas obras se conocen como «arte extremo», la última forma de expresión radical para una nueva generación de creadores que han surgido de la sombra de la censura comunista con el lema de «No hay límites». Un ejemplo menos asqueroso de este movimiento es Yu Ji, que pasó 24 horas dentro de una jaula de cristal llena de pollos, vivos, y no se los comió.
En la segunda parte, por si todavía quedaba gente viendo su actuación, se dedicó a enlatar sesos humanos (al parecer) en botes de mermelada. Su intención era hacer una reflexión sobre la vida y la muerte, o una compota.
Comer niños (humanos), en nuestra cultura actual, se ve como algo repelente, pero en culturas ancestrales era algo de lo más normal. Se dice en los libros de antropología que en cierta tribu de Oceanía (cierta, porque no recuerdo el nombre) cuando una mujer paría gemelos, el padre elegía cual iba a vivir y cual no, al que le tocaba el no, lo estampaba contra un árbol y servía de cena familiar. Menos mal que hay tradiciones que se pierden.
Claro que si lo que se trata es de comer carne humana, ¿habría resultado más o menos polémico que decidiera asar a la parrilla una pierna amputada?. Puestos a elegir, ¿qué prefieren, un lindo bebé corderito lechal asado o una cabra?. Aunque a la rubia empaquetada de la foto, conozco a más de uno que se la comería.
Mejor el arte cuando se trata de protestas ciudadanas. Como estos chicos austriacos que protestan por el consumo de carne animal (de cualquier tipo de animal)
Buen provecho.
Tejido por Angelika.
ARCHIVO DE MACABRIDADES DE T.E.M