Los fenómenos paranormales son captados por personas de diversas latitudes, épocas y culturas. En todas partes de la Tierra es común escuchar hablar de sucesos extraños que no concuerdan con la lógica de la razón, tales como maldiciones, psicofonías, edificaciones encantadas, sitios embrujados, carreteras siniestras y todo tipo de situaciones aterradoras. En esta oportunidad, veremos la historia de toda una isla llena entidades y seres fuera de este mundo. Ésta es la historia de “el paraíso maldito en el Océano Pacífico”:
Exactamente en el norte del Pacífico, se localiza un atolón considerado como uno de los sitios más malditos del mundo, pero también una maravilla de la naturaleza por sus paisajes exóticos y vegetación virgen. Está casi por completo deshabitado. Es un majestuoso anillo con unas extraordinarias formaciones de coral que rodea a un poderoso volcán que antaño se hundió. No hay ningún territorio poblado cercano ni nada, sólo la inmensidad del océano. Hawái se ubica a mil kilómetros.
El territorio del atolón de Palmyra en realidad es muy estrecho; tan sólo abarca un poco más de dos kilómetros hacia lo ancho y de largo, tan sólo un kilómetro. Pero en esta pequeña área, ocurren cosas inimaginables y calificadas por muchos, como tenebrosas. Además, todo un ecosistema silvestre se mantiene allí en unas condiciones paradisíacas, en esos exuberantes arrecifes de coral.
Cualquier persona que vea la belleza de Palmyra, de inmediato pensaría que se trata del lugar idóneo para unas vacaciones aisladas de cualquier rastro del ruido mundanal, pero pocos imaginan que en estos parajes cálidos, frondosos e inspiradores, asechan fuerzas paranormales y ocurren cosas inexplicables; las historias hablan de muchos muertos y desapariciones.
Relatos espantosos
Uno de los primeros rumores de todo lo que aquí acontece, sucedió en 1870, cuando una embarcación se estrelló contra un arrecife y los sobrevivientes que alcanzaron a llegar a la isla, aparecieron todos asesinados con rastros de una violencia extrema. Otro naufragio registrado allí, fue el del barco “La Esperanza”, tripulado por piratas saqueadores de tesoros. Accidentalmente llegaron a Palmyra y se instalaron por un año entero, porque se dedicaron a enterrar el oro robado a los Incas, pero también fueron hallados sin vida en condiciones macabras.
Han sido varios naufragios en estos remotos parajes. Algunos sobrevivientes cuentan que unas bestias infernales los atacaron desde los árboles y que el mismo bosque parecía que hablara un dialecto sobrenatural. Por si fuera poco, todo está rodeado de tiburones hambrientos que también devoraron a muchos de los accidentados que intentaban refugiarse en la isla luego de que chocara su embarcación. Uno de esos afortunados sobrevivientes manifestó:
“Había algo definitivamente fuera de este lugar. Tuve la sensación de que no pertenecía allí. Tuve la sensación inequívoca de que la isla no me quería ahí, si eso tiene sentido. Me sentí de alguna manera amenazado, y a medida que los días pasaban tuve la creciente sensación de que tenía que salir de allí tan pronto como pudiera antes de que algo malo me pasara.”
Estados unidos también tiene mucho que ver con este enigmático punto geográfico. En plena Segunda Guerra Mundial, instalaron unas bases militares de abastecimiento y patrullaje de submarinos y naves aéreas. Algunos soldados que participaron de las operaciones, han confesado que presenciaron hechos insólitos y traumáticos en la isla Palmyra, por lo que el miedo se apoderaba de sus cuerpos y mentes, en momentos verdaderamente angustiantes. Todos los militares pedían que los sacaran cuanto antes de ese lugar.
Un misterio presente
En la web han surgido toda clase de teorías que intentan darle alguna lógica a los diferentes acontecimientos, que desde hace siglos se registran en el atolón. Algunos afirman que es a causa de la energía acumulada y de alta frecuencia que se reúne en esa área, conectando con dimensiones paralelas. Otras versiones advierten de un ataque de las almas en pena, de todos quienes allí han fallecido; que tienen tanto poder las entidades, que pueden poseer a sus víctimas.
Actualmente, no hay nadie viviendo en Palmyra. Los científicos van de paso y envueltos en un sentimiento de miedo que los invade, sobre todo, cuando están ya en el atolón. Aparentemente, es un mar de tranquilidad; casi nadie sospecharía todos los infiernos que allí han vivido desdichados a lo largo de los siglos.
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