En el arduo trabajo de la investigación, uno puede encontrarse con diferentes perspectivas dirigidas hacia la época de la colonia en Colombia; un pasado, todavía confuso para la historia, que hace referencia de la época ‘Neogranadina’, especialmente en el siglo XVIII, con sus costumbres, tradiciones y otros aspectos culturales.
Nuestro país cuenta con una ubicación en el globo terráqueo bastante favorable, motivo por el cual prevalece un clima variado, a la vez que la diversidad de flora, fauna, culturas, idiomas, recursos de toda índole natural. Y debido a esa multiculturalidad, el territorio colombiano se convirtió en mestizo.
Dentro de todos esos procesos de cambio en la historia nacional, el traje también se ha visto afectado. La historia del vestido en el país, es la historia de las imitaciones que le hicimos a los europeos. Esta cuestión del vestuario conlleva una gran historia y forma toda una tradición de textiles, desde la época de la conquista hasta los días actuales.
La forma de vestir dice mucho acerca de una sociedad, pues está reflejando de manera congruente, todos sus rasgos económicos, políticos y sociales. Si se desea analizar todo el contexto cultural de algún pueblo, no se puede obviar el factor del traje, ya que demuestra sus normas y cánones preestablecidos.
Se presume que durante la época prehispánica, la forma de vestir de los pueblos indígenas no varió casi en nada, puesto que siempre entre los nativos ha existido la tendencia por el respeto hacia el saber y la cultura ancestral e intentan forjarlo generación tras generación. De todas maneras, existen muy pocos estudios serios al respecto, pero con los datos obtenidos con respecto a la alfarería y la orfebrería, es posible concluir cuáles eran las características del vestuario de esos grupos étnicos, además de aprovechar los distintos relatos de los cronistas que aportan muchos otros datos.
Por ejemplo, uno de aquellos cronistas relevantes fue Juan de Castellanos, quien mencionaba acerca de la gran sorpresa que se llevaron los españoles al encontrar a las mujeres nativas semidesnudas, con adornos y pinturas en su cuerpo y cara.
El traje típico femenino de la Colombia antigua, tenía dos variedades según s i el clima era cálido o frío. En tierra caliente, usaban falda y delantal. En el frío, en reemplazo de la falda se cruzaban de lado a lado de la cintura, una manta y una licra que se amarraba al lado de uno de los hombros o en la parte del pecho, valiéndose de la ayuda de un alfiler.
Como los curas se escandalizaban al observar a las mujeres nativas semidesnudas, la Iglesia Católica ordenó que todas deberían vestir con una camiseta con mangas largas y una manta que cubriera la parte de la contura hacia abajo.
No sólo les bastó a los colonizadores europeos arrasar con el idioma, la religión y la cultura milenaria que prevalecía en toda América, sino que impusieron hasta la manera de vestirse, siguiendo las modas del continente invasor. De la mezcla que hicieron los indígenas de esos trajes europeos mezclados con sus ideas, surgieron los trajes regionales.
Aquí también arribaban mujeres españolas a imponer sus costumbres y vestuarios. Ellas tenían la función de domesticar a la mujer indígena y convertirla en toda una mujer europea, en sus maneras de cocinar, de hablar, de educar a los hijos, coser, bordar, etc. Téngase en cuenta que la mayoría de mujeres europeas de la época tenían conocimientos considerables en el oficio de confeccionar prendas.
Como consecuencia a la idea colectiva negativa sobre el hecho de que la mujer trabaje y sea remunerada económicamente, las damas de las clases más favorecidas decidieron emplear su tiempo a las actividades domésticas y esto fue lo que enseñaron las europeas a las indígenas y mestizas.
En esa época de la colonización, las políticas borbónicas establecían la normatividad en la producción de textiles en Colombia, que en ese entonces se llamaba Nuevo Reino de Granada. Casi todas las manufacturas provenían de Cataluña.
En los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, por ejemplo, los niños dedicados a la agricultura y las mujeres indígenas, se dedicaban a los tejidos. Luego de que finalizaban sus obras de arte textil, las enviaban al comercio de los artesanos que se esparcían por todo el territorio nacional, especialmente en cercanías del Cauca y Antioquia donde más compraban esta clase de vestidos.
No demoró mucho el proceso de adaptación de las modas europeas entre los nativos. Sobre todo, aquellas indígenas que les tocaba cumplir labores de niñeras, cocineras, lavanderas, etc, en casas de los colonizadores, por su cercanía a ellos fueron las primeras en perder su cultura y tradición.
A pesar de que se trataban de copias de vestidos españoles, lo que usaban los indígenas, esas ropas eran de segunda categoría, denotando perversamente la discriminación y la diferencia racial. Eran los siglos XVI y XVII el furor del cambio de la moda.