Wandering Leatherman
Vivió en varias regiones del nororiente de los Estados Unidos, caminando sin cesar durante toda su vida. Era reconocido por los habitantes de las ciudades y pueblos en los que se detenía, a medio camino entre los ríos Connecticut y Hudson, que ya esperaban su arribo con cierta constancia. Su presencia se consideraba casi un designio divino.
Se trataba del Caminante del Cuero (o el Vagabundo del Cuero), un hombre que caminó durante toda su vida un circuito de unos 500 kilómetros entre los dos ríos antes mencionados sin hablar con nadie, sencillamente esperando algo de caridad. Los elegidos – que nadie supo jamás como fueron así designados – sabían que cada 35 días aproximadamente tenían que comenzar a preparar un plato extra de comida.
Su principal característica era una vestimenta hecha enteramente de trozos de cuero cosidos a mano – se presume que por él mismo – que creaba un intrigante paisaje de retazos… y pesaba más de 30 kilogramos. Se presume que este peso debió ser una bendición más que una maldición en los duros tiempos del invierno, pero seguramente en verano la situación no era tan cómoda.
Relatos del caminante
Lo mencionamos en estas páginas porque es un personaje verdaderamente peculiar del que muy poco llegó a saberse y que se convirtió en casi una leyenda en estas regiones de los Estados Unidos.
De acuerdo con los recuerdos que de él quedaron, era completamente indiferente a la riqueza o las posesiones – los niños que le daban monedas recibían a cambio otras, de latitudes extrañas y valores equivalentes – y no gustaba de compartir detalles de su vida: pese a ser fluido en inglés y hablar con toda naturalidad el francés (lo que llevó a muchos a suponer que era franco canadiense o inmigrante de Francia) se comunicaba mayormente con gruñidos. Quienes lo hospedaban podían aprender unas pocas cosas del hombre – gustaba de fumar, era un devoto católico y no abandonaba jamás su libro de oraciones (en francés) – pero eventualmente caía de nuevo en el silencio. Y lo que es más importante: sobrevivía de manera casi milagrosa a cada invierno sin que tuviese problema alguno.
Tras sufrir un cáncer que obstinadamente impidió que trataran – escapando del hospital cuando lo “arrestaron” para curarlo – murió en uno de sus refugios en el camino. A su sepelio acudieron muchos de los que antes lo habían recibido y otros que solo lo habían visto, pues su historia era importante para esta región.
Y con el tiempo comenzaron a surgir leyendas sobre sus apariciones, más como benefactor que como ente maldito. El Caminante de Cuero fue seguramente un hombre con muchos problemas, pero que marcó de manera muy particular una vastísima región incluida en sus itinerarios de caminata. En la actualidad, se está considerando exhumar sus restos para comprender mejor de quién se trataba y qué lo caracterizaba.
Fuente de imagen: backwoodshome.com