Con el nombre de mujer se conoce al individuo humano que se desenvuelve bajo la identidad sexual femenina, bien porque ha nacido biológicamente con este género, o porque ha decidido asumirlo.
Evolución del concepto de mujer
No obstante, hasta hace unos pocos años, la definición de mujer se encontraba ligada estrictamente al hecho biológico, que determinaba si el individuo había nacido con genitales femeninos o masculinos, independientemente de sus inclinaciones, preferencias o identidades de género. Sin embargo, gracias a la luchas de los movimientos feministas y de aquellos que levantan como bandera los derechos de la comunidad sexodiversa, tanto el concepto de hombre, como de mujer, han ido variando y ampliándose con el tiempo.
En este sentido, en la actualidad, el concepto de mujer sirve para agrupar al total de individuos que, naciendo o no biológicamente femeninos, hayan decidido –por motivaciones individuales- asumir el rol de mujer, desempeñándose en la sociedad como un sujeto femenino, tanto en su apariencia como en su forma de relacionarse. Hecho que además ha venido acompañado de profundas reformas en los estados democráticos, en donde se pueden apreciar algunos en el que se permite y legisla en favor de que el documento de identidad, por ejemplo, muestre la foto del individuo, desde su identidad de género, más allá de los registros hechos al momento de su nacimiento, los cuales por su puesto están totalmente ligados a sus circunstancias biológicas.
De esta forma, la definición de mujer se ha ampliado importantemente, rompiendo barreras y conquistando territorios de reivindicación cruciales, para las mujeres transgénero, sin que se desdibuje u opaque para nada las antiguas luchas de siempre, impulsadas por organizaciones y movimientos sociales que siguen día a día en el reclamo de un mundo más justo para las mujeres en general.
Rol de la mujer contemporánea
Así como se ha venido ampliando la definición de mujer, de acuerdo a lo que van dictando los tiempos modernos, también ha venido ocurriendo un cambio de concepción en lo que debe o no debe ser el rol, que desempeña la mujer dentro de la sociedad, lo cual a través de los años ha generado ciertos momentos históricos, que quizás es necesario estudiar un poco más en detalle, como sucederá a continuación:
Rol de la mujer, antigüedad
A grandes rasgos, se puede echar un vistazo sobre las concepciones occidentales cristianas, que dominaron el pensamiento universal de la sociedad, durante los últimos siglos, encontrando que a lo largo de esas centurias, la mujer –la cual era definida a secas como el ser humano nacido con genitales femeninos- era más vista como un objeto o una propiedad, que como un ser humano libre, dueño de su propio destino.
De esta forma, durante años se consideró que la mujer no era un ente por sí solo, concibiéndosele siempre bajo la protección o propiedad de un padre, un hermano o un marido, bajo cuya voluntad debía permanecer, identificándose un primer rol de este sujeto femenino: la obediencia, la cual también la relegaba a un segundo plano, incluso inferior al del hombre, bajo cuyo poder debía doblegarse.
Así también, en la mayoría de los países occidentales, la mujer era vista como el ser necesario para la reproducción, a fin de poder perpetuar el apellido y la raza. No obstante, este rol reproductivo venía acompañado también por la responsabilidad y deber de criar y cuidar a los niños, manteniendo la casa en orden y la comida lista, tanto para los hijos como para el marido, a quien se le asignaba por su parte la labor de trabajar y buscar el sustento.
En consecuencia, durante años, se crearon y afianzaron –a través de la religión, la política, las leyes y otros productos culturales- los estereotipos suficientes para inscribir en el pensamiento colectivo que el rol de la mujer era el de un ser sumido, subyugada a la voluntad del hombre a su cargo, a quien debía explicaciones, obediencia y atención, procurándole una casa ordenada, recinto en donde además ella debía permanecer. Por ende, cargos públicos, de poder, o la participación de la mujer en asuntos de interés popular era algo impensable.
Rol de la mujer en el siglo XX
Más recientemente, el siglo XX marcó un momento histórico importante en lo referente a la concepción del rol de la mujer dentro de la sociedad, iniciándose incluso con fuerza importantes movimientos feministas, que buscaban revertir y echar por el suelo siglos de dominación patriarcal, que habían relegado a la mujer a un rincón de su casa, convirtiéndola más en un objeto decorativo que en un ser humano con sentimientos, ambiciones y voluntad. Durante esta época, se pueden distinguir varios momentos importantes:
Movimientos feministas
Durante la primera mitad del siglo XX, la pobreza, la revolución industrial y las guerras (Primera y Segunda Guerra Mundial) habían hecho que muchas mujeres se vieran en la necesidad de abandonar el claustro del hogar, para asumir un trabajo productivo en las nacientes fábricas, puesto que los países habían quedado devastados por los conflictos bélicos, la población masculina había sufrido numerosas bajas, y en ocasiones existían trabajos específicos en donde era necesario la habilidad femenina, además de que podía pagársele menos –lo que la convertía en una mano de obra barata- y explotársele mucho más rápida.
No obstante, esto no sólo ocasionó que las mujeres fueran sometidas a terribles condiciones laborales, sino que propició que esas mismas mujeres, entraran en comunicación por primera vez, coincidiendo en que había llegado el momento de ser reconocidas y respetadas como seres humanos individuales, con voluntad propia y Derechos. Surgían entonces las luchas obreras feministas, que desde entonces han permanecido en pie, luchando cuerpo a cuerpo por la obtención de sus derechos. En paralelo, importantes intelectuales como Rosa de Luxemburgo o Simone de Beauvoir comenzaron también a escribir y publicar libros teóricos y filosóficos del rol de la mujer y su derecho a la libertad. Había nacido la corriente feminista, con contenido ideológico y objetivos sociales claros.
Llegada de la televisión
No obstante, con la llegada de la televisión, sucedió algo bastante interesante, pues aun cuando se marcó una era de cambios culturales profundos, que promovieron la rebeldía de un grupo de mujeres, mayor acceso a la información, una estética y dinámica social más relajada, casi en paralelo la televisión vino también a afianzar los estereotipos referentes a la mujer, erigiendo un modelo según el cual “una mujer” como tal debía ser un ser suave, bonito, arreglado, peinado, maquillado, delgado, que se encargara en cuerpo y alma de mantener su casa en orden, cocinar delicioso, y cuyo único propósito en la vida era encontrar un buen esposo, con dinero y estabilidad, para conseguir su realización única, plena y necesaria: convertirse en madre.
Aparición de la píldora
Sin embargo, esta época –la cual se puede situar entre las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX- también vino marcada por el descubrimiento de la píldora anticonceptiva, lo cual se convirtió en una verdadera revolución, pues simbolizaba la posibilidad de la mujer para mantener relaciones sexuales, siendo ella la que decidía si procreaba o no. Por primera vez en la historia, la mujer tenía poder de decisión sobre su cuerpo, al tiempo en que también alzaba la voz para cuestionarse su único rol como dadora de vida y el estereotipo de la realización femenina a través de la maternidad. A este momento, también se le sumaban en paralelo discusiones sociales que venían dándose en varias latitudes durante las últimas décadas sobre el voto femenino, el matrimonio civil, el divorcio, la inclusión de la mujer dentro de la educación universitaria, entre otros roles públicos y laborales.
La mujer sale de casa
Para los últimos años del siglo XX, la revolución feminista había avanzado a pasos agigantados, logrando cerrar el siglo con una mujer incorporada totalmente –en unas naciones más que en otras- al mundo artístico, financiero, político, universitario, social, académico, entre otros géneros en donde iba ganando terreno. Así mismo, se habían podido romper un poco los estereotipos físicos femeninos, aun con el constante bombardeo de los medios de comunicación sobre el modelo perfecto a seguir, en el caso de la estética femenina.
Edad contemporánea, no hay roles
De esta forma, el siglo XXI comenzó álgidamente con la discusión más controversial de todas en el campo del cuerpo femenino: el aborto. Una vez librada de la necesidad de casarse, obteniendo su independencia económica, mejores y más equitativas condiciones laborales dentro de las empresas, libertad de expresión, de empresa, de tránsito, las mujeres buscaban una última meta: legalizar el aborto, para así garantizar que las aquellas que se vieran en la necesidad de interrumpir un embarazo no se vieran obligadas a poner en riesgos sus vidas.
Así mismo, se seguía luchando contra flagelos como la pobreza, la exclusión, la esclavitud sexual, la explotación, el maltrato doméstico y el feminicidio, cuyas víctimas eran calculadas en decenas a lo largo y ancho del planeta. No obstante, esta época también marcó un cambio importante en el rol de la mujer, y fue precisamente llegar a la conclusión de que debían romperse de una vez por todas los mecanismos etiquetadores, por medio de los cuales se le asignaba un rol o estereotipo específico a un individuo de la sociedad, para que debiera comportarse según éste.
Por consiguiente, la mujer de la primera mitad del siglo XXI se vio libre por primera vez de modelos a los cuales ajustarse, aun cuando en algunos sectores culturales, políticos, sociales o religiosos se siguiera cultivando el concepto de roles específicos. No obstante, rotos los estereotipos, los movimientos feministas se abocaron por la libertad de personalidad plena, afirmando que toda mujer es dueña de su cuerpo y su futuro, teniendo la capacidad y libertad de asumir el rol que mejor le parezca, pudiendo dedicarse al Arte, la Política, las Finanzas, la Educación, el Deporte, los hijos, el matrimonio, la casa, la aventura, o cualquier otro oficio, siempre y cuando lo desee.
Esto no quiere decir por supuesto que estas nuevas corrientes de pensamiento no se hayan enfrentado desde primer momento con corrientes ultraconservadoras, para quienes esta nueva visión resultaba inconcebible, pues sus estatutos ideológicos principales seguían concibiendo a la mujer como un ser secundario, quien debe estar relegada a los oficios y ámbito doméstico. Afortunadamente para esta población, la era de la información y las telecomunicaciones –las cuales sin embargo siguen explotando y sembrando en la sociedad estereotipos sobre el sujeto femenino- ha permitido la rápida difusión de las ideas femeninas, la incorporación de cientos de seguidores y la mayor organización de las luchas, lo cual se ha traducido en importantes conquistas en materia de Derechos Humanos.
En conclusión, se puede afirmar entonces que el rol de la mujer actual es justamente el que cada una de ellas decida para sí misma, y que si se pudiera hablar de un modelo común sería el de una mujer cada vez más independiente, segura y decidida a luchar y mantener esa libertad, que le permite decidir sobre su cuerpo, su destino y su felicidad, sin tener que contar con la autorización o venía de nadie.
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