Dentro de los esquemas de valores o virtudes humanas, se conoce con el nombre de Diligencia a aquella cualidad moral, que le permite a un individuo enfrentarse, combatir y evadir el terrible hábito de la pereza, el cual está relacionado con la creación de vicios, que pueden llevar al alma humana a un verdadero estado de postración, sin contar con las consecuencias físicas.
Una de las virtudes cardinales
Así mismo, en la actualidad, la Diligencia es considerada como una de las virtudes cardinales, es decir, aquellas que se erigen como eje central, alrededor del cual se agrupan el resto de las virtudes o valores morales y éticos. No obstante, esta afirmación encontrada en varios portales de inclinación católica puede prestarse a confusión si se revisa el concepto académico de virtud cardinal, en el cual se encontrará que estas, históricamente, han sido definidas como Prudencia, Fortaleza, Templanza y Justicia.
Sin embargo, las interpretaciones y corrientes actuales del catolicismo han llegado a identificar, a lo largo de los años a la Pereza –la cual ya había sido denominada como Pecado Capital- como la madre de todos los vicios, motivo por el cual han considerado también a la Diligencia, no sólo como la herramienta espiritual para combatirla, sino una virtud de importancia, que acoplaría otras como la Constancia, la Honestidad, la Perseverancia, la Honestidad, la Integridad, por lo que según este criterio, aun cuando no forma parte inicial de las cuatro virtudes cardinales, puede ser considerada en su naturaleza como una de ellas, pues además de agrupar varios valores, combate –según esta creencia- uno de los pecados generadores.
Diligencia, valor moral
No obstante, más allá de los conceptos religiosos, la Diligencia es vista como un valor moral, necesario para impulsar en el individuo el deseo de asumir y cumplir con sus actividades, sin flaquear ni abandonar sus responsabilidades. En este sentido, la Diligencia es vista a un tiempo como una virtud, una cualidad y una fuerza, que estimula a la persona a continuar día a día con buen ánimo las distintas tareas a las que se dedica, sin que haya cabida para la pereza, la inconstancia, la irresponsabilidad o el abandono.
De esta forma, la Diligencia además de ser un garante de cumplimiento, funciona como la gasolina necesaria para que un individuo, más allá de cumplir cabalmente con sus responsabilidades, se acerque un poco más a alcanzar sus sueños y metas, logrando entonces ser un poco más feliz, exitoso, próspero e íntegro, por lo que la Diligencia cobra entonces gran importancia pues incidirá directamente en la capacidad del ser humano de alcanzar sus metas, manteniéndose además dentro de los valores del cumplimiento, la lealtad, la constancia, entre otros importantes valores.
Importancia de la Diligencia
Así mismo, este valor, visto entonces como el primer eslabón de una cadena de virtudes, que acercarán al individuo al cumplimiento de sus metas, cobra relevancia, posicionándose también como una de las virtudes centrales, para la construcción de la felicidad personal. No obstante, un individuo saludable y feliz es garante también de un entorno positivo, por lo que se podría relacionar igualmente el valor de la Diligencia con la conformación de sociedades mucho más felices, exitosas, comprometidas, lo cual dejaría por el contrario fuera de juego sociedades dadas al ocio, la pereza o la irresponsabilidad, antivalores que crean situaciones de abandono, pobreza, miseria, así como a la larga efectos negativos como la violencia estructural, entre otros.
Así las cosas, la Diligencia se erige entonces como una de las virtudes cardinales más importantes, sobre todo en un mundo moderno industrializado, donde la felicidad se ha relacionado cada vez más con los resultados académicos, laborales y económicos. Aunque la Diligencia tiene también que ver con ser responsable con aquellos a quienes se aman o dependen de la persona, pues esto marcaría otra faceta, como lo es la constancia, la atención y la responsabilidad.
Cómo enseñar el valor de la Diligencia
En este sentido, cobra real urgencia la necesidad de buscar estrategias que permitan la siembra de esta virtud en los niños, pues aun cuando es considerada una capacidad natural, es necesario su estímulo. Sin embargo, no todos los padres o maestros tienen tan claro el panorama, por lo que disciplinas como la Psicología han llegado a dictar algunas formas en la que los mayores pueden incidir en la adopción de la Diligencia como una de las más importantes virtudes, dentro del esquema de valores. Entre ellos, destacan los siguientes:
- Tal vez el primer paso o modo de sembrar un valor como la Diligencia en los más pequeños sea el ejemplo, pues unos niños que vean en sus mayores el impulso por emprender cada día sus tareas, sin flaquear, es importante para que los pequeños vayan formándose dentro de sí el ideal de la constancia y la responsabilidad, que originan la Diligencia.
- Así mismo, este despertar o cumplimiento de responsabilidades debe darse también en medio de un buen ánimo, pues la Diligencia no sólo está relacionado con el cumplimiento de las metas por sí sólo, sino con la alegría que se imprime a cada día de nuevos retos.
- Igualmente, desde pequeños el niño debe asumir responsabilidades, de acuerdo a su edad y capacidades, pero que lo vayan criando en base al deber que tiene para con otros y para con él mismo. En este terreno pueden incluirse el cuido de mascotas, algunas actividades domésticas y por su puesto el estudio.
- Finalmente, deberá ayudársele al niño a ser consciente de sus triunfos y de los frutos de su Diligencia y Constancia, pues así aprenderá a disfrutar de ellos, y conocer las consecuencias positivas que conlleva este valor, adoptándolo de forma natural para su vida adulta.
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