La publicidad es una forma de comunicación comercial orientada a fines de venta de un producto o servicio. Y es justo ello lo que mueve la economía a nivel mundial. Si bien es verdad que todo ello se logra a base de una fuerza laboral y de un empleo, también es verdad que el mundo laboral no lograría mantenerse sin las ventas. Y esas ventas se consiguen en buena medida mediante la publicidad.
La publicidad es un factor intermediario entre las ventas y el consumo, lo que a su vez incide en la empleabilidad de la población más que en las directrices del empresario. Si una empresa vende su producto o servicio obtiene rendimientos que permiten contratar más empleados y expandirse, pero si sucede al contrario y las ventas se contraen, ocurren despidos en masa.
Si un producto se vende, es muy factible que la empresa que lo vende o lo comercializa, crezca y, al crecer, genere más empleo. Pero ¿cómo originar esas ventas? ¿Cómo potenciarlas? La respuesta es una: mediante la publicidad. Si hemos comprendido bien, nos daremos cuenta el profundo impacto que tiene la publicidad en todo nivel, al punto de poder generar un impacto económico en la sociedad. O un impacto cultural. El consumo de determinado servicio o producto gracias a una efectiva publicidad puede convertirse en patrón de consumo, en una moda, en un factor cultural.
Esa publicidad debe ser asertiva, debe motivar al usario al consumo, debe mostrar clara y específicamente para qué sirve un producto o servicio, sus bondades, su calidad, su relación precio beneficio, etc. Pero la publicidad también es utilizada muy efectivamente en otros entornos como la política, o posicionar una marca, para vender conceptos o ideas, etc.
Y esto es tan verdadero que fácilmente podemos relacionar marcas como Coca-Cola con la felicidad (gracias a la publicidad) o a Microsoft con tecnología. Así las cosas, el impacto de una publicidad efectiva es profundo y puede llegar a marcar el éxito o el fracaso de un producto y, lo que es más, de una empresa.
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