La responsabilidad, dentro de las relaciones sociales y en los diferentes aspectos de intercambio y dinámicas humanas, es algo que usualmente se cita como una de las grandes fortalezas de una persona y, a su vez, algo que se demanda con frecuencia de alguien, pero ¿somos seres realmene responsables?
La responsabilidad a un nivel general
El concepto general de responsabilidad abarca aspectos como cumplir con las obligaciones que ha adquirido una persona.
Por ejemplo, una persona responsable es aquella que cumple sus funciones como padre, o que proporciona los recursos económicos para sus hijos, para el hogar, etc. O aquella que cumple sus deberes académicos, sus deberes laborales, sin faltar, sin llegar en estado de ebriedad, etc.
La irresponsabilidad
Por contraposición a ello, la irresponsabilidad deviene como una suerte de dejación y de indiferencia. Por ejemplo, no importarle a una persona abandonar el estudio, no asistir a clase, no realizar las tareas, sin importarle lo que sucederá. O si en el trabajo faltar sin justificación, abandonarlo, no realizar sus actividades, etc. O su función en el hogar no cumpliendo con la serie de compromisos que ello demanda, etc.
Cumplimiento del deber
Si vemos ambos aspectos bien podemos ir haciéndonos a una idea de lo que es la responsabilidad: es cumplimiento de un deber o roll que nos ha sido asignado (y que hemos aceptado cumplir), o que voluntariamente hemos asumido; cumplimiento integral o, cuando menos, en la mejor forma posible.
Pero ¿podría ir la responsabilidad más allá? Por ejemplo: ¿Somos responsables de nuestros actos? Por su puesto, sí que es nuestra responsabilidad por cuanto ha sido nuestra propia decisión, nuestro libre albedrío y nadie nos ha obligado a actuar de tal o cual forma, a decir esto o aquello y, aún en ese evento, es nuestra responsabilidad aceptarlo o no. Pero no es a ello a lo que nos referimos, sino a ser responsables de nuestros actos en una forma comprensiva, a no excusarnos, a no buscarle evasivas.
Ejemplos de responsabilidad
Por ejemplo, si he decidido no estudiar ¿soy capaz de captar las implicaciones de todo ello? Si no estudio, posiblemente pierdo una o más materias, y eso puede desencadenar una reacción en cadena. Y, ¿estoy dispuesto(a) a asumir las consecuencias? Y asumirlas, no a la fuerza, sino comprendiendo que he sido yo quien ha desencadenado todo, que ha sido bajo mi responsabilidad.
O también podría haber comprado un banano y arrojar la cáscara a la calle ¿soy responsable de ese acto? Posiblemente vino alguien y la recogió, o posiblemente vino alguien y cayó y se fracturó la columna y quedó inválido. Posiblemente he hecho mucho bien sin darme cuenta, y posiblemente también he hecho mucho mal sin darme cuenta. Pero el no ser consciente de ello es una forma de negligencia, y la negligencia es una forma de irresponsabilidad.
Hacia una responsabilidad más amplia
Ahora bien, qué sucede conmigo mismo, ¿soy responsable con mi cuerpo, con mi salud, con mi bienestar? Si así es, entonces presumiblemente hago ejercicio en forma constante y me alimento bien, tomo abundante agua y evito comidas nocivas ¿Por qué? Porque es parte de la responsabilidad para conmigo mismo. Es un deber innato para conmigo mismo.
Así las cosas, hay una responsabilidad, si se quiere, genérica, más bien superficial; pero hay una responsabilidad integral no sólo abarca mi entorno, a las demás personas, sino a mí mismo.
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