Breve historia de la higiene
Las cosas no siempre fueron como hoy día. Aunque para muchos sea impensable pasar más de un día sin bañarnos, hubo sociedades enteras en las que tomar un baño estaba sobrevalorado. Si hemos de creer a las anécdotas del Luis XIV, el Rey Sol, símbolo insigne de la gloria de la monarquía francesa, el hombre sólo se habría bañado dos veces en su vida.
Así mismo, es posible encontrar documentos del siglo XVIII y del XIX en los que bañarse aparece como algo vergonzoso, casi indigno. La razón era clara: no se baña más que quien tiene algo que limpiar, y una persona decente no tiene nada que limpiar… se supone. Por esta razón en grandes regiones se consideraba que el baño era algo característico de las prostitutas.
No es hasta la llegada del siglo XX que la sanidad y el nuevo modelo de ciudad en el que el agua se encarga de “llevarse” la inmundicia y los desechos comienzan a presionar estos viejos hábitos y a convertir en algo casi universal la tradición del baño diario. Esto, que hoy consideramos natural, no solo es extremadamente nuevo, sino que según un científico podría ser potencialmente dañino.
La curiosa teoría de Dave Whitlock
Whitlock afirma que todo comenzó un día que una mujer le preguntó qué llevaba a los caballos a revolcarse en la tierra en verano. El científico, quien es ingeniero químico del MIT, comenzó entonces a elucubrar al respecto. “No hay razón para que los caballos evolucionen este comportamiento si detrás no hay beneficios evolutivos sustanciales”.
Fue entonces cuando el hombre comenzó a analizar el tema de la piel y los efectos que un baño podría tomar en ella. “Nadie ha hecho ensayos clínicos en las personas que toman duchas todos los días”, afirma, refiriéndose a cómo este conocimiento de salubridad pública se hizo popular sin que hubiese un verdadero análisis de fondo sobre sus efectos
De acuerdo con Whitlock, nuestra piel tiene sistemas naturales de regulación que pueden verse afectados por el uso constante de champús y jabones. En el caso de los caballos rodar en la tierra es su manera de mantenerse limpios, no en un sentido literal, claro, sino en el sentido de mantener el equilibrio químico y biológico de su piel.
En un sentido análogo, el científico comenzó a analizar el comportamiento de la flora bacteriana de nuestra piel y las implicaciones que tenía. Con el tiempo desarrolló un producto revolucionario: un spray de bacterias “amigables” que son capaces de mantener el equilibrio y de evitar los problemas asociados a lo que podríamos llamar “higiene excesiva”.
El spray se llama Mother Dirt y consiste en una serie de bacterias que “comen” a través del sudor y los aceites naturales de la piel, renovándola y manteniéndola limpia (en un sentido biológico y químico más que higiénico). La principal función de estas bacterias es alimentarse de amoniaco y urea, componentes del sudor, y convertirlos en óxido nítrico, una sustancia que se ha demostrado tiene grandes beneficios como dilatar los vasos sanguíneos y regular la presión arterial.
Hasta el momento Whitlock no ha avanzado más en su investigación, pero es inevitable verlo y notar que no parece una persona desaseada. Muestra una imagen igual a cualquiera y, si hemos de creerle, su olor tampoco es especial. Sus bacterias cumplen la función para que fueron diseñadas y él, entretanto, cuida su piel mejor que nadie.
¿Será que el baño eventualmente perderá popularidad? Es posible, a fin de cuentas, no estaríamos más que volviendo un par de siglos al pasado.
Fuente de imágenes: 1: i3.mirror.co.uk, 2: i.dailymail.co.uk