La Paradoja de Fermi
Ya hablamos en esta página de la Paradoja de Fermi, o la aparente incongruencia entre la abrumadora cantidad de planetas potencialmente habitables y la ausencia total de pruebas de que otros seres inteligentes cohabiten en la galaxia con nosotros. Aunque algunos claman que los extraterrestres ya han hecho contacto, lo cierto es que de haberlo hecho la mayor parte de la población sigue sin estar enterada y no ha habido anuncios masivos.
En cualquier caso, puede apelarse a tres posibles escenarios. El primero: civilizaciones más avanzadas que la nuestra existen, pero han decidido deliberadamente evitar el contacto. El segundo, aunque existen otros seres vivos, el surgimiento de inteligencia es demasiado raro y/o las inteligencias terminan aniquilándose a sí mismas, por lo que no existen en el Universo civilizaciones significativamente más avanzadas que las nuestras. El tercero, somos los únicos y no hay nada más que decir.
Recientes artículos le apuntan con cada vez más fuerza a la segunda posibilidad por una razón interesante: la Tierra podría ser una pionera. Quizás sea nuestra civilización – si sobrevive – la encargada de visitar en el futuro lejano a otros mundos en los que la inteligencia apenas comienza a dar sus primeros pasos.
Nuevo mundo
Esto se debe principalmente a dos razones. En primer lugar, la Tierra hace parte de una “nueva generación” de planetas que nació cuando la segunda generación de estrellas colapsó, expulsando al ambiente una cantidad inimaginable de materiales pesados. En los inicios del universo, cuando todo era prácticamente hidrógeno y helio, el surgimiento de la vida era algo prácticamente imposible.
Así mismo, una investigación de Avi Loeb (del Centro de Astrofísica de Harvard y el Smithsoniano) reveló que las mayores posibilidades de la aparición de la vida ocurren de hecho en estrellas enanas rojas, con una vida media que supera en muchas veces a la de nuestro sol (de alrededor de 1 trillón de años frente a 10 mil millones de años). Con el tiempo, es casi seguro que algún planeta se formará en la zona de habitabilidad de dicha estrella.
Y en cambio, una estrella tan solo tres veces más grande que el sol seguramente jamás verá surgir ningún tipo de vida, o en el mejor de los casos se estancará en vida microscópica simple y no evolucionará más allá antes del final del sistema solar (o mejor, del sistema estelar).
Por esta razón, aumentan las probabilidades de que no seamos más que un caso anómalo, una creación relativamente temprana en un universo al que aún le queda un larguísimo tiempo de vida. Aunque esto pueda explicar la paradoja de Fermi, resulta sin lugar a dudas inquietante.
Imagen: luigikeynes.com