Nazismo
Entender el surgimiento del nazismo es entender el orgullo roto de un pueblo al que todo le fue arrebatado: Alemania. Pero es también entender cómo, en medio de la desesperación, puede surgir lo peor de los seres humanos. El nazismo fue, en muchos sentidos, un ejemplo de lo que no debemos ser.
Su principal víctima fueron las minorías: negros, homosexuales, ciertos grupos religiosos… y los judíos. Estos últimos eran muchísimo más numerosos, por lo que han pasado a la historia como el grupo más vilipendiado y diezmado por los nazis.
Eugene Lazowski no era judío, no. Era polaco. Pero su vida transcurrió en este tétrico escenario y, contrario a muchas personas, tuvo la oportunidad de hacer algo al respecto.
Lazowski
Eugene Lazowski nació en Czestochowa (Polonia) en algún momento de 1916, y estudió medicina en la Universidad Józef Pilsduski poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Con la invasión nazi a Polonia sirvió en los cuerpos de resistencia como Teniente Segundo en un tren de la Cruz Roja, pero una vez el país fue ocupado se le reclutó para servir a los alemanes. Fue allí cuando visitó su primer campo de concentración.
El asunto le pareció horroroso desde el principio. Sabía muy bien la tragedia que estaba ocurriendo, pero era peor no poder hacer nada al respecto. Quizás en estos tiempos se odió a sí mismo por no ser capaz de detenerlos, por no atreverse a enfrentarse a los invasores.
El destino probaría que no hacerlo fue la mejor decisión que pudo tomar.
Tifo
Alguna vez hablamos en esta página de la Gran epidemia de Influenza que asoló el mundo en tiempos de la Primera Guerra Mundial. La epidemia era temida más que la guerra misma en muchos lugares, y resultó en un costo altísimo para los grupos beligerantes.
Los alemanes tenían esto muy claro y a toda costa buscaba evitar una epidemia. Es por esto que si encontraban un enfermo lo principal era aislarlo, y si este enfermo era judío (o bueno, alguno de los grupos que perseguían) ejecutarlo de manera sumaria para evitar que fuera un peligro para las tropas y para el gobierno alemán.
El descubrimiento
Cuando Eugene fue retirado del servicio volvió Rozwadów, donde se encontraba su familia, y comenzó a practicar la medicina junto con su buen amigo el Doctor Stanislaw Matulewicz. Ambos tenían mentes curiosas y despiertas y gustaban de hacer experimentos. Y un día, en uno de sus experimentos hicieron un descubrimiento fabuloso.
Los dos médicos habían tomado una cepa de tifo (una temible enfermedad en aquellos tiempos) y la habían desactivado matando todas las bacterias. Sabiendo que no representaban un peligro, decidieron inyectarse un poco a ver qué sucedía.
Y como lo suponían, no sucedió nada.
O bueno, casi. Pues la presencia de la bacteria muerta hizo que los exámenes destinados a determinar si tenían tifo marcaran positivo. Y esto, pronto, les hizo dar con una idea brillante.
El engaño
En las cercanías de Rozwadów había una docena de pequeñas aldeas en las que habitaban muchos judíos, entre otros pobladores. Los dos médicos pronto idearon un magnífico plan que podría salvar la vida de todos estos pobladores.
Iniciaron una cruzada, tan en silencio como podían, inyectando a vecinos que no fueran judíos (si lo hacían con judíos, y el examen salía positivo, éstos serían ejecutados). El objetivo era simple: crear suficientes positivos para que los alemanes comenzaran a temer por su seguridad y abandonaran el área. Noche tras noche marchaban, en los días creaban “revisiones” falsas e iban esparciendo la supuesta enfermedad por la población.
Unas semanas después, el truco comenzó a cobrar éxito. A medida que más y más personas indicaban positivo en los exámenes las autoridades alemanas aumentaban su nivel de preocupación. Eventualmente decretaron cuarentena y todos fueron dejados a su suerte… que, como imaginarán, no fue nada mala.
Se calcula que la acción de los dos médicos salvó de los campos de concentración a unos 8.000 judíos. Por esta razón, fueron considerados héroes y de haber sido descubiertos hubiesen sido condenados a muerte.
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