Los orígenes de la mítica ciudad
Cuando España se debatía contra los moros en la Edad Media, la lucha contra sus enemigos fue ardua y atroz. Finalmente los cristianos perdieron, el rey Rodrigo fue vencido por las hordas musulmanas, con lo que comenzaron a implantar la cultura de Alá y su profeta Mahoma. Hubo muchos inconformes, entre ellos muchos religiosos. Existió el caso de siete sacerdotes portugueses indignados por la pérdida de su país por culpa de los moros. Ellos partieron fuera de las tierras conquistadas por el enemigo, para fundar lejos, muy lejos y donde nadie llegara, un lugar bendecido por Dios y dedicado solamente al culto católico. La historia cuenta que cada uno de estos clérigos consiguió crear un conjunto de ciudades conocidas como Las siete ciudades de Cíbola.
Pero nadie las había visto y solo se escuchaba de ella por relatos de náufragos y viajantes que eran vistos en la sociedad medieval como gente extraña. Se sabía la distancia del mundo en ese momento, pues se consideraba plana la tierra, se creía conocer por historias la ubicación hacia el occidente de territorios cercanos al Edén, por ende había muchos sitios maravillosos cerca a ese lugar de Dios. Fue la búsqueda de las Indias un pretexto para encontrar un fructífero sitio para extraer toda la riqueza, pues ese lugar donde el atípico calor torcía la madera de los barcos, las montañas generaban grandes ríos nunca vistos antes, hicieron considerar a los primeros descubridores la posibilidad de encontrar mucho oro y plata.
Y en esta situación, recordaron a los monjes portugueses y las leyendas sobre las ciudades hechas por ellos: “Aira, Anhuib, Ansalli, Ansesseli, Ansodi, Ansolli y Con” eran sus nombres. En el actual norte de México, se creía hallar este misterioso sitio que había sido reconstruido por la locura de los conquistadores en imágenes suntuosas: se decía que las ciudades estaban tapizadas en oro, las casas eran doradas porque el sol irradiaba sobre los tejados formando la coloración. Pero no sólo se conocía esto. Las ciudades tenían una fuerte creencia en Dios y eran católicas. También se consideraba que podían hallar en estos lugares seres diferentes, con animales extravagantes de los que no tenían la mínima referencia. Se suponía que era un lugar sacado de la imaginación, no solo era increíble sus creencias similares a las europeas, sino que no había miseria y era considerado el bienestar como algo que tenía que brindarse al visitante. Aunque esto ocasionaba un poco de desconfianza y era mejor invadirlo para sacarle todo el oro, según la rudeza de los grandes conquistadores nunca dejaron nada al azar. Por ello en la primera búsqueda se llevó tanto soldado, no querían que todo terminara en tragedia. Con esto, fueron hacia la búsqueda de las ciudades del Cíbola.
La Expedición de Nuño de Guzmán
Con miles de indios y cuatrocientos españoles partieron de Guadalajara hacia el norte el año de 1530, en búsqueda de las renombradas ciudades. Creían no solo hallar mucha riqueza, sino en sus intereses estaba dominar este fabuloso lugar, como Hernán Cortés hizo con Tenochtitlán y Pizarro con el Imperio Inca.
Los intereses del expedicionario Niño de Guzmán, consistían en superar a su enemigo Cortés. Pero para ello necesitaba demostrar que podía tener más poderío que él. Esta fue una situación donde él podía encontrar algo más grande que el Imperio Azteca, es por eso que no escatimo en cuidados, aunque eso le fuera a salir mal luego de un mes de recorrido.
Las cosas no salían bien; muchos hombres se revelaron subiendo el desierto que queda por las tierras de Sonora y Sinaloa y con el tiempo fueron llegando a la actual Texas donde Guzmán tuvo que ser sanguinario con sus esclavos indios. La pena de muerte o el corte de algún miembro era el castigo por cualquier cosa. Un par de años después será juzgado por estos crímenes atroces. Aun así, la expedición no hallaba nada de valor, se buscaban grandes ciudades repletas de oro y no más veían rancheríos de indios hostiles que mermaban la caravana con flechazos envenenados y trampas mortales hechas con helechos en la espesura de las tierras desérticas.
La expedición terminó siendo un fraude. Encontraron las primeras poblaciones de Indios Pueblo y la desesperación por conocer las significativas ciudades de las que hablaban no solo las imaginaciones desvariadas de los soldados, sino las mismas masas indias, no se veían en ningún lado. Ellos consideraban que al norte podían llegar y encontrar cuanto oro quisieran y pues querían compartir espacio con estas personas maravillosas. Finalmente la expedición no encontró nada. Solo algunos caseríos y el reconocimiento geográfico del lugar fue un mérito logrado, pero a coste de muchos muertos y una pérdida significativa de dinero.
Otras búsquedas en vano
Nunca hallaron nada. Años después el virrey de Nueva Galicia y el primer virrey de Nueva España, quisieron desarrollar más grupos de reconocimiento, aunque sin tantos hombres como la locura planeada por Nuño de Guzmán. Fueron hasta Arkansas y después reconocieron las poblaciones de grupos indios que vivieron allí, pero jamás encontraron riqueza, las ciudades del Cíbola habían desaparecido de la faz de la tierra. Nunca más hallaron descripciones atípicas de estas poblaciones, así se cerró la página del Cíbola para siempre.
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