Uno de las creaciones más importantes de la civilización, en términos sociológicos, es la Ciudad, puesto que plantea un antes y un después en la evolución del ser humano, como individuo social, pero también como ente económico y biológico. Sin embargo, antes de exponer algunos de los pensamientos más célebres respecto a esta creación humana, se revisará su propia definición.
Concepto de ciudad
En este sentido, se tendrá que la noción Ciudad ha sido explicada y debatida, a lo largo de los siglos, por varias corrientes filosóficas, sociológicas, económicas e incluso históricas. Por ende, al momento de aproximarse sobre la definición de Ciudad, puede que la forma más objetiva de hacerlo sea revisando de forma breve el concepto promulgado por la Real Academia Española de la Lengua, institución esta que le designa una entrada en su Diccionario, con varias acepciones, en donde se define textualmente de la siguiente forma:
- f. Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.
- f. Lo urbano, en oposición a lo rural.
En consecuencia, se entenderá que la Ciudad, en primer lugar, se concibe como un espacio físico, en donde se logra la construcción de varias edificaciones y calles, en las que vive un grupo de ciudadanos, numeroso, los cuales se pliegan al poder de una misma autoridad administrativa. Así mismo, tomando en cuenta la segunda acepción que promulga la Academia, con respecto a la Ciudad, se tiene que esta noción es entendida también como antónimo de Rural, es decir, que se asume que en la infraestructura y en las propias dinámicas de la Ciudad no hay cabida para la actividad agrícola.
Así mismo, se puede agregar entonces que aun cuando desde la invención de la Agricultura, los Humanos –siendo seres sociables al fin- han evolucionado en su idea de vivir en clanes o familias, la Ciudad es en realidad una de las consecuencias directas de la Revolución Industrial, suceso histórico que promovió el abandono del Campo, y la concentración de mano de obra alrededor de la fábrica. De ahí, según señalan algunos, que se entienda que lo Urbano, o lo relacionado a la Ciudad, en realidad, se presenta como contrario a lo rural, es decir, a la vida del Campo, pues es en verdad una expresión más de la civilización industrializada.
Frases célebres sobre la Ciudad
Sin embargo, tal aglomeración de personas no es un hecho que no traiga consecuencias en los humanos que la habitan. De ahí que los grandes pensadores hayan posado su atención en lo artificial, solitario, abrumante, o por el contrario fascinante que puede resultar la vida de un hombre en la Ciudad. A continuación, algunos de los múltiples pensamientos que existen en referencia a esta fabricación moderna:
Henry David Thoreau (1817 – 1862) Vida ciudadana: millones de seres viviendo juntos en soledad.
Vida ciudadana: millones de seres viviendo juntos en soledad.
Quizás una de las cosas sobre las cuales más se ha escrito, o incluso ironizado, respecto a las Ciudades, en general, es el hecho de cómo pueden constituir un conglomerado o agrupación importante de gente, y aun así los humanos que en ella habitan pueden sentirse profundamente aislados y en soledad.
Un ejemplo de esta postura la constituye esta frase del escritor y poeta estadounidense, del siglo XIX, Henry David Thoreau para quien una Ciudad era la reunión de millones de personas, que pese a estar juntas se sentían terriblemente solas. En este sentido, se puede concluir que no es la cercanía con el otro lo que brinda compañía, sino la posibilidad de conectarse con ese otro, situación que en ocasiones el caótico ritmo de las dinámicas urbanas no permite.
Así mismo, especulando sobre esta frase de Thoreau, esta situación de Soledad urbana puede tener que ver también con la propia estructura inmobiliaria de las Ciudades, además de sus horarios, normas y peligros. En consecuencia, el Humano que la habita, en lugar de ir hacia sus otros semejantes, busca protegerse de ellos, terminando por aislarse, y por ende, por sumergirse en su amarga soledad.
William Cowper (1731 – 1800) Dios hizo el campo, y el hombre la ciudad.
Dios hizo el campo, y el hombre la ciudad.
Otro de los hechos importantes sobre los que reflexiona el Humanismo, cuando se habla de la Ciudad, es el carácter artificial o antinatural, que este conlleva. Al menos en esta sintonía pareciera ir esta frase del poeta británico del siglo XVIII, William Cowper, para quien aparentemente sólo bastaba con tomar en cuenta al autor de las ciudades para entender la naturaleza imperfecta de estas.
En consecuencia, para Cowper, quien se puede especular, privilegiaba el Campo, este era creación directa de Dios, por lo que de seguro era colorido, amplio, limpio, puro y perfecto, mientras que el Hombre era el gran creador de la Ciudad, la cual como todo creador seguro había realizado, en consonancia con su esencia imperfecta, a su imagen y semejanza.
Juan Gelman (1903 – 2014) Esta debe ser una tristeza urbana. Los edificios no dialogan y el cansancio silba. Niños piden limosna y no huelen a gardenia. Allí, secos.
Esta debe ser una tristeza urbana. Los edificios no dialogan y el cansancio silba. Niños piden limosna y no huelen a gardenia. Allí, secos.
Tal vez como herencia tardía al Romanticismo, la vida del Campo ha quedado idealizada en la mente de poetas y Humanistas, como imagen de origen genuino, o de época dorada a donde debería volver el Hombre. En contraposición, se desprecia entonces a la Ciudad, así también como a la vida que le depara al humano en ella.
Como consecuencia, son muchas las corrientes que dibujan una imagen de la Ciudad como un paisaje triste, además de solitario. Un ejemplo de esta estética la refleja este poeta argentino del siglo XX, Juan Gelman, para quien la propia estructura física de la Ciudad sería contraria al Diálogo, primera y más básica herramienta de nexo humano. Así mismo, se resalta el cansancio y la miseria en la que se encuentran sumidos sus habitantes, quienes incluso desde la más temprana infancia pueden sufrir los embates de la vida urbana, la cual no le deja ninguna posibilidad de creación o diversión, como podría ofrecer la vida natural y campestre.
Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Las ciudades son el abismo de la especie humana.
Las ciudades son el abismo de la especie humana.
De hecho, algunas corrientes filosóficas, un poco más pesimistas, ven en la Ciudad la propia decadencia o fin de la especie Humana, así como el repertorio de todas sus desgracias o derrotas. Un reflejo de esta perspectiva la constituye esta frase del filósofo francés, del siglo XVIII, Jean Jacques Rousseau, quien debió advertir el advenimiento y auge de las primeras ciudades industriales, considerándolas entonces como el propio fin de la especie humana.
En este orden de ideas, de seguro Rousseau podía prever lo artificial que tenía la vida urbana, quien de a poco podía ir alejando al ser humano de su propia esencia natural, llevándolo hacia lo artificial, situación esta que generará una desconexión espiritual y emocional, que de seguro llevará al humano hacia el abismo.
Castelao (1886 – 1950) La ciudad cree que fuera de ella no hay más que paisaje, patatas y leche; ignoran que también existe una cultura noble, antiquísima e insobornable.
La ciudad cree que fuera de ella no hay más que paisaje, patatas y leche; ignoran que también existe una cultura noble, antiquísima e insobornable.
Así mismo, la mayoría de los Humanistas han señalado que el individuo criado en la urbe, o en la ciudad, por lo general siente desprecio por la vida del campo, o incluso también puede ignorarla. Sin embargo, algunos pensadores, como por ejemplo Castelao, escritor argentino, señalan que en realidad esto no constituye sólo una circunstancia, sino que también puede significar que le hombre urbano no es tan sabio como alardea, pues desconoce otras posibles formas de vida, en especial, aquella de donde proviene evolutivamente.
Valerio Máximo (siglo I a.C.) Las ciudades son un miserable recinto donde se contienen todas las humanas derrotas.
Las ciudades son un miserable recinto donde se contienen todas las humanas derrotas.
Empero, no es solo la modernidad quien tiene una visión negativa respecto a las ciudades. De hecho, los antiguos pensadores tenían también esta perspectiva. Un ejemplo de esto lo constituye la frase de este escritor romano, para quien las Ciudades eran lugares físicos en donde tenían punto común todas las derrotas humanas, quizás refiriéndose a la pérdida del hombre ante su necesidad natural de espacio, el cual no existe en las ciudades, así como tampoco la compañía, el compañerismo, la luz, la naturaleza, la solidaridad, el aire puro, entre otras nociones.
Italo Calvino (1923 – 1985) Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.
Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.
Sin embargo, algunos pensadores son del pensar que no sólo se pueden conseguir en las ciudades derrotas, pues siendo una creación Humana, también estará hecha de los deseos y miedos, de aquellos que las han creado. No obstante, no dejan de ser una materia engañosa, porque están creadas por los mismos materiales que los sueños, es decir, que –según señala este escritor italiano del siglo XX, y autor de la obra Las ciudades invisibles- además de sueños y miedos, la constituirán cientos de símbolos, que aparentan algo, pero en realidad son otra cosa, es decir, de espejismos y engaños.
Por lo tanto, al Humano –especulando sobre la frase de Calvino- sólo le queda estar atento a sus artilugios, mientras entrega su fe a que los sueños materializados en sus muros, le concedan los deseos que sus corazones urbanos anhelan.
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