Cuando se declara una Constitución, nace con ella una República, puesto que esta primera es la piedra angular, la madre y el alma de la segunda. De ahí, que la idea de Constitución, así como la forma de cuidarla, utilizarla y mantenerla viva haya despertado el interés de pensadores y políticos, a través de generaciones de vida republicana. Por eso no es de extrañar la gran cantidad de opiniones que existen sobre la Carta magna de cualquier Estado.
No obstante, previo a avanzar en la exposición de algunos de los muchos pensamientos que existen sobre la Constitución política, se revisará el propio concepto de este documento, pues esto permitirá entender cada uno de los pensamientos que se expongan, en su justo contexto.
Definición de Constitución
Empero, un tema que ha generado tanto interés por parte de los intelectuales no puede contar con una sola definición, pues cada generación ha hecho su propia interpretación de este objeto político. Por ende, toda vez que se busque hacer uso de un concepto neutral, podrá hacerse uso de la definición de Constitución promulgada por la Real Academia Española de la Lengua, máxima institución de la lengua española, quien le asigna una entrada en su Diccionario, y en la cual se puede leer en la cuarta acepción, el siguiente concepto:
Ley fundamental de un Estado, con rango superior al resto de las leyes, que define el régimen de los derechos y libertades de los ciudadanos y delimita los poderes e instituciones de la organización política.
Por consiguiente, una Constitución va ligada a la fundación de una República, pues en ella se encuentra definida el Alma de esta. Así mismo, es en el texto constitucional en donde quedan sentados todos los estatutos y reglamentos, por los cuales se deben regir todas las instituciones que sirven al Estado, así como los ciudadanos que conforman la República. De ahí, que para algunos sea el máximo texto de una nación, pues es el libro común, que sirve de guía.
Frases de Constitución
En consecuencia, cada generación ha tratado de resaltar la importancia que tiene preservar y cumplir la Constitución, para una República democrática, pues hacerlo permite que las naciones no se alejen de la senda de la Libertad, las Leyes y los Derechos Humanos. A continuación, algunos de los tantos pensamientos que existen respecto a este máximo texto de las naciones:
Isócrates (436 a.C. – 338 a.C.) La constitución es el alma de los Estados.
La constitución es el alma de los Estados.
En ocasiones, la mayoría de los ciudadanos tiene una idea muy vaga de lo que es la Constitución de su país, incluso sólo una pequeña minoría, casi siempre relacionada con el oficio político, conoce sus artículos y estatutos, situación esta que resulta paradójica cuando se piensa que en realidad la Constitución es la Carta magna de la República a la que pertenecen, y el texto en donde rezan los derechos que los amparan. De hecho, tal como lo señalaba en su momento este filósofo griego, la Constitución es el alma del Estado, pues es quien dicta la naturaleza de este.
Thomas Macaulay (1800- 1859) Una buena Constitución es infinitamente mejor que el mejor déspota.
Una buena Constitución es infinitamente mejor que el mejor déspota.
Por más bueno que sea un líder o un gobierno, siempre será la Constitución la garantía de que independientemente de las intenciones de los dirigentes políticos de una nación, las leyes terminen por cumplirse. Así mismo, es la Constitución, con todas las fallas y vacíos que pueda tener, la que canoniza las leyes y libertades de sus ciudadanos. Siendo de carácter libertario, la Constitución más mala –tal como refiere Thomas Macaulay, historiador y político británico- siempre será mejor que una Dictadura impecable.
Guy Carcassonne Una Constitución no puede por sí misma hacer feliz a un pueblo. Una mala sí puede hacerlo infeliz.
Una Constitución no puede por sí misma hacer feliz a un pueblo. Una mala sí puede hacerlo infeliz.
Sin embargo, no todos los pensadores son tan benevolentes con los vacíos que pueda tener la Constitución, pues para algunos, como por ejemplo para el jurista francés, Guy Carcassonne, aun cuando para los ciudadanos de una República una buena Constitución no es en realidad garantía de felicidad, paradójicamente una mala Constitución sí podría ser el artífice de su infelicidad. Por consiguiente, los juristas y legisladores encargados de fundar una República deben poner especial atención en redactar un texto que proteja a su pueblo lo más posible.
George Washington (1732 – 1799) Las armas de fuego son las segundas en importancia tan sólo después de la Constitución, ellas son los dientes de la libertad de la gente.
Las armas de fuego son las segundas en importancia tan sólo después de la Constitución, ellas son los dientes de la libertad de la gente.
Así como algunos pensadores creen que es el Lenguaje lo que aleja al hombre de su naturaleza salvaje, permitiéndole defender sus pensamientos y deseos con palabras, en lugar de los golpes, existen intelectuales y políticos que creen que es la Constitución el arma más poderosa que tienen los ciudadanos en sus manos, a la hora de defender sus libertades. Incluso, para algunos políticos, como por ejemplo George Washington, la Constitución de una República pesa más que sus propias armas.
Thomas Macaulay (1800- 1859) La causa mayor de revoluciones, es que mientras las naciones avanzan al trote, las constituciones van a pie.
La causa mayor de revoluciones, es que mientras las naciones avanzan al trote, las constituciones van a pie.
No obstante, lograr redactar una buena Constitución es tan solo el primer paso para el buen destino de una República, siendo el segundo paso el cumplirla y hacerla cumplir, pues de lo contrario será letra muerta. No obstante, pese a que esta realidad es de manejo público, pocos son los países que en realidad logran hacer política con total apego a la Constitución, siendo esto caldo de cultivo –tal como lo señala este historiador y político británico Thomas Macaualy- para revoluciones y levantamientos. De hecho, según muestra esta frase, el cumplimiento de la Constitución no puede quedarse atrás del desarrollo político de la República.
Fernando Savater Queremos la paz, pero la paz no puede ser nunca mera ausencia de violencia, sino que debe ser presencia y vigencia de la Constitución, sin coacciones, extorsiones ni amenazas.
Queremos la paz, pero la paz no puede ser nunca mera ausencia de violencia, sino que debe ser presencia y vigencia de la Constitución, sin coacciones, extorsiones ni amenazas.
Otro aspecto a destacar de la Constitución es su carácter universal, el cual le permite amparar a todos los ciudadanos de una nación, sin discriminación alguna, promoviendo así una paz y un clima de igualdad, que garantiza efectivamente la Libertad y el disfrute de derechos, sin que nadie ejerza poder sobre nadie. Ergo, tal como señala el filósofo español del siglo XX, Fernando Savater, en una República, la Paz no es la ausencia de guerra, sino el cumplimiento fiel de la Constitución.
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