De acuerdo a la Real Academia Española de la Lengua, se puede definir la palabra “ambición” como aquel “deseo ferviente” que siente un individuo hacia un objeto material, una persona o una situación. Casi siempre es tomado como un rasgo negativo de la personalidad, pues la ambición también puede llevar al individuo a enceguecerse u obsesionarse por conseguir aquello que anhela.
En esta ocasión traemos algunas de las frases de los más célebres escritores, pensadores, políticos y artistas, sobre este sentimiento tan humano, y a la vez tan desestimado tanto por la literatura como por algunas religiones, las cuales ven en él la manzana de la discordia entre el individuo y su entorno, ya que la mayoría de las veces una ambición desmedida puede hacer que la persona ponga en práctica aquello de que “el fin justifica los medios”, llevándose por delante lazos familiares, de amistad, así como muchos de sus valores.
A continuación algunas de las frases más relevantes sobre la ambición, pronunciadas por algunas de las más brillantes mentes de la Historia
Fénelon
La ambición está más descontenta de lo que no tiene que satisfecha de lo que tiene. (Fénelon)
De acuerdo a este escritor y teólogo francés, quien vivió durante la segunda mitad del siglo XVII, la ambición es un sentimiento que llena de una continua insatisfacción a quien lo vive, haciendo que esta persona se enfoque más en aquello que le falta por alcanzar, que en aquello que se ha ganado. En este sentido, Fenelón pareciera colocar el acento en el continuo descontento con el que embarga la ambición a aquel individuo que la padece.
Jonathan Swift
La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse. (Jonathan Swift)
Por su parte, este escritor y político irlandés, quien también vivió durante el siglo XVII y buena parte del XVIII, resalta el cómo la ambición puede llevar a alguien a pasar por alto valores como la ética, la fraternidad, solidaridad, respeto y honestidad, entre otros, con tal de llevar a cabo sus propósitos. En este sentido, para Swift este tipo de acciones, cometidas con el fin de escalar posiciones sociales o económicas, colocan a la persona al ras del suelo, por lo que para este pensador aunque el individuo ascienda, en realidad está arrastrándose, o al menos arrastrando por el suelo su nombre, su honor y su moral.
William Shakespeare
Quien se eleva demasiado cerca del sol con alas de oro las funde. (William Shakespeare)
En lo que aparentemente es una clara alusión al mito griego de Ícaro, este célebre escritor británico, quien vivió durante los años 1564-1616, señala el peligro que corre aquel que mucho ambiciona, pues su misma obsesión e insatisfacción lo puede llevar a perder todo en un momento. Si hacemos memoria, Ícaro es un personaje mitológico quien aprendió a volar con un par de alas que su padre Dédalo le construyó a base de plumas y cera. Sin embargo, Ícaro no atendió la advertencia de su padre de que no volara cerca del sol, por el contrario subió y subió, hasta que el calor del sol le comenzó a derretir la cera, destruyó sus alas, y el joven cayó al mar donde murió ahogado. En este sentido, Shakespeare advierte sobre el peligro al que nos lleva la ambición.
Rabindranath Tagore
Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo. (Rabindranath Tagore)
También en un tono de advertencia, este filósofo y escritor indio, quien vivió las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, señala la inmensa carga que puede llegar a significar una ambición. Comparando al humano con un pájaro y a la ambición con el oro, Tágore coloca el acento en la pérdida de la libertad a la que puede conllevar obsesionarse y enfocarse sólo en la obtención de aquello que nos obsesiona, consigámoslo o no.
George Bernard Shaw
El hombre puede trepar hasta las cumbres más altas, pero no puede vivir allí mucho tiempo. (George Bernard Shaw)
En lo que parece ser un mensaje que apunta más hacia la condición humana, ávida del constante cambio, este escritor irlandés, quien vivió entre 1856 y 1950, apunta a que la ambición lleva al hombre a alcanzar las más grandes riquezas y vivir los más grandes momentos, pero que el carácter pasajero de la vida y la necesidad de movimiento del humano, tarde o temprano, lo llevará a descender de las más altas cumbres, pues no puede quedarse para siempre ahí, por lo que se puede inferir que todo aquello que hagamos por conseguir aquello que nos obseciona, al fin y al cabo, será del todo inútil, pues todo pasa, hasta lo grandioso y valioso, ya que la vida es un constante devenir de situaciones y momentos.
Fuente de imagen: psicoblog.com