Los sueños de la I. A
En 1956, en un trabajo de campo en la Universidad de Dartmouth en New Hampshire (Estados Unidos) se acuñó el término “Inteligencia Artificial” para definir los esfuerzos orientados a crear una máquina capaz de usar el lenguaje, crear conceptos e ideas abstractas y resolver problemas solo reservados para humanos. Pero ante todo se trataría de una máquina capaz de auto mejorarse, de incrementar su desempeño paso a paso.
En la actualidad, los sueños de esta primera generación de científicos parecen estar más lejos que nunca. Los avances en tecnología se han ido orientando, progresivamente, hacia el desarrollo de complejísimos algoritmos capaces de procesar cantidades inimaginables de datos, imposibles de manejar para el cerebro humano.
Pongamos como ejemplo el proyecto de Inteligencia Artificial que está desarrollando Facebook. Bajo el liderazgo de uno de los pioneros en estas tecnologías, desarrollará “una investigación de clase mundial analizando todo el conocimiento que las personas han publicado en Facebook”. Se trata de un sistema usado por todas las empresas de tecnología que supera por mucho los buscadores ordinarios (aquellos que usamos en nuestro día a día).
Muchas veces, estos programas ofrecen resultados que parecen, en verdad, ser “inteligentes”: lo interesante es que los análisis que hacen son tan complejos que no podemos comprenderlos en verdad, por lo que no podemos estar seguros. Pero independientemente de lo impresionante que sea su capacidad, ninguno es, aún, capaz de superar la prueba de Turing que establece que para considerarse una verdadera Inteligencia Artificial una máquina debe ser capaz de conversar con un humano sin que éste note su naturaleza no humana.
Douglas Hoftstadter, ganador del premio Pulitzer en 1979, es uno de los académicos que considera que la Inteligencia Artificial ha perdido el rumbo. Para él, el adjetivo de “Inteligencia” para estas poderosas máquinas carece de sentido: no importa que el resultado parezca ser inteligente si el proceso que lo llevó a aparecer allí no denota inteligencia. Análogamente, podríamos compararlo con varios procesos biológicos (como la organización de los hongos en torno a una serie de fuentes de alimento).
¿Qué es la inteligencia? ¿Tendremos algún día un cerebro artificial?
De acuerdo con los estándares de Hoftstadter, grandes hazañas de la computación – como derrotar a los mejores jugadores del mundo de ajedrez – no pueden considerarse propiamente como inteligencia: se trata de analizar miles de millones de datos y de calcular una probabilidad, no de comprender la esencia del juego.
Algún experto en el tema ha hecho una comparación con “intentar llegar a la luna escalando un árbol”. Por supuesto, puede hacerse algo de avance y conseguir un árbol más y más grande… pero eventualmente el sistema alcanza un límite. Algo parecido parece estar sucediendo con los sistemas modernos de Inteligencia Artificial: pese a que sus capacidades aumentan día a día, parece ser que es imposible que lleve a lo que popularmente se considera como I.A.
Lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta cómo funciona la conciencia o qué lleva a que una serie de impulsos eléctricos produzcan aquello que llamamos “alma”. Quizás, si lo comprendiéramos, podríamos crear una entidad tecnológica que nos imitara, pero por ahora parece ser que esto no será una realidad próxima.
En todo caso, algunos incluso consideran que es imposible crear un verdadero “ser pensante” de las tecnologías actuales. Y aunque esto suene triste, quizás sea mejor así: no olvidemos que varios personajes reconocidos (entre los que se cuenta Stephen Hawking) consideran que la I.A. podría ser el mayor peligro para la humanidad en el próximo milenio.
¿Qué opinan? ¿Existirá próximamente la I.A.? ¿Y debería existir?
Fuente de imágenes: 1: angelbc.files.wordpress.com, 2: amibroker.com