Origen de las mujeres lechuza
Una leyenda indígena colombiana habla sobre Huitaca, la diosa de la hechicería y la lujuria que lograba convertir en desobedientes a los hombres de las buenas costumbres. A ella le interesaba la promiscuidad, la borrachera y el juego entre la población. El dios Bochica, era el principal dios y la castigó convirtiéndola en lechuza. Es por ello que en un pueblo llamado Sora, a dos horas de Bogotá, a las mujeres se les conoce por sus fechorías mágicas y sus artes oscuras, con el nombre de “mujeres lechuza”.
¿Qué hace a las mujeres de este pueblo tan temidas por sus poderes mágicos? Se supone que desde la fundación del pueblo se ha visto reflejado en las calles, esquinas y en la plaza pública, centenares de objetos que podemos argüir al ocultismo. Velas negras, bolsas con muñecos y cajas de madera con símbolos dibujados en sangre, suponen la existencia de una maléfica costumbre entre sus pobladores.
Muchas de las cosas que podemos encontrar en este lugar, provienen de la cultura indígena Muisca. Objetos de oro que pronostican malos augurios a personas en particular, vasijas con polvos extraños y poporos con sustancias psicoactivas son unos de ellos.
Las mujeres lechuzas en sociedad
Ellas tienen cualidades oscuras: leen del tabaco, chocolate o café, símbolos extraídos del humo o de los restos quedados en el pocillo. Se supone que los dibujos en el humo y con los restos de las bebidas, llevan a leer el presente, pasado o futuro de las personas: pueden pronosticar la muerte, las desgracias, así como las ventajas que la persona puede tener en su vida. También quitan maldiciones con sus hechizos en un idioma desconocido, aunque es más normal imponer anatemas contra algunos.
Las personas del pueblo reconocen a las mujeres lechuzas por su mirada, una penetrante y difusa que transmite al infierno, dicen algunos soraleños. Pero la verdad es más oscura. Los pobladores temen quedar paralíticos o medio locos por estas brujas. Ellas abandonaron su costumbre de hacer magia blanca y la venganza torno sus corazones a la oscuridad.
“ya ni siquiera se puede caminar en la calle porque llega una de esas y con su mirada ya le mete una maldición a uno”, dice socorrido un cargador de bultos del pueblo, “en otros tiempos no era así, las mujeres lechuzas ayudaban a que esto estuviera menos peor, pero con la violencia todo cambió y ellas se fueron al bando contrario”.
Hechicería y política: Un caso de violencia histórica
La recurrente violencia en la que cayó el país colombiano hizo posible que los pueblos se dividieran entre liberales y conservadores. La violencia entre unos y otros se vio referida en venganzas y matanzas grupales. Sora, el pueblo campesino mencionado compartía una ideología conservadora que fue contra los intereses de las brujas. Ellas lideraron entonces una absurda utilización de los productos que sacaban de un árbol llamado Borrachero para hacer sus maleficios en la población. La detonación de ese conflicto no tiene nada que envidiarle a la famosa obra de Harry Potter, aunque los campesinos pagaron caro el enfrentamiento contra las mujeres lechuzas.
Este grupo de mujeres y algunos hechiceros varones se constituyeron como una red de defensa hacia el mundo terrenal, usando maldiciones de ultratumba, muchas de las cuales son hechas con escopolamina, sustancia extraída del mencionado árbol “borrachero”. Dicen los pobladores que finalmente las brujas ganaron y cada vez que se les mira, ellas utilizan su poder para dañar al prójimo.
Algunos casos de maldecidos en Sora
Leovigildo es un caso archivado sobre lo que le puede ocurrir a las personas de este pueblo. Este señor que tiene más de 30 años, desde sus 11 años de edad, le lanzaba piedras a su padre o le daba puñetazos si lo veía por ahí. Su madre le consiguió una medallita del Divino Niño Jesús, como un contra hacia la maldición para que estuviera mejor, aunque esto no hizo ningún efecto y Leovigildo siguió teniendo esta peculiar característica. En todos los aspectos de su vida este personaje sigue siendo normal, solo le dan los ataques en ciertas épocas del año, en que la actividad brujeril aumenta.
Ni siquiera los psicólogos de la ciudad más cercana (Tunja), dan pronósticos de lo que le sucede a este habitante, pero muchos sin querer apelar a las hechiceras por el miedo, creen que eso pasa por no conseguirse una mujer, aunque todos suponen que el mismo hechizo de las brujas impide que Leovigildo pueda conseguirse una esposa.
Otro caso observado por el periódico El Espectador, es el de Alfredo. Este sujeto es observado por los contornos de la casa cural del pueblo, corriendo y con la cara llena de tintura azulenca. Desde un tiempo atrás este poblador tenía un comportamiento normal, sus hijos y sus animalitos era todo lo que tenía, pero de repente las cosas cambiaron y él se volvió como “una marioneta”. Lo único que no cambia es su vocabulario hostil contra las lechuzas, que el desafía aunque posiblemente ya esté a merced de ellas.
Esto no es una leyenda más. El caso de Sora es aterrador porque nadie explica el poder de las lechuzas, las personas sufren a diario las consecuencias de esta magia y nadie determina de donde viene ni cómo enfrentarla. A veces ya ni los rezos hacen ninguna contra.
Fuente de imágenes: 1: cronicasmundosocultos.blogspot.com.co, 2: historiadecolombiamartesenlanoche.blogspot.com.co