Los “estrellívoros”
Hace apenas unos días hablábamos del debate sobre la posibilidad de que existan entidades en el espacio capaz de alimentarse de la energía emitida por las estrellas a un nivel muchísimo más alto del que nosotros lo hacemos. Las estrellas son la fuente de energía más importante del Universo, así que tendría sentido que una sociedad muy avanzada (o una criatura descomunal) usara directamente un gran porcentaje de la energía que ellas emiten.
En aquel artículo se evaluaba la posibilidad de que algunos sistemas de Estrellas Binarias fueran en realidad una estrella y un “parásito” que absorbe la energía. Algo semejante podría pensarse pero a nivel social: una civilización avanzada podría crear gigantescas estructuras capaces de aprovechar esta ingente cantidad de recursos… y esto, parece ser, es lo que podría estar pasando en una estrella conocida como KIC 8462852.
Lo que nos dicen los telescopios
Analizar una estrella no es fácil. KIC 8462852 se encuentra a unos 1.481 años luz de la tierra, en la constelación de Cygnus, y es más grande, brillante y caliente que nuestro sol. Sin embargo, en el ciclo que cumplen las estrellas se ha encontrado información verdaderamente anómala con respecto a este titán.
Cada vez que un planeta da una revolución en torno a una estrella, un observador distante podría detectar un mínimo cambio en la luz de la estrella. Un gigante como Júpiter, por ejemplo, sería capaz de restar más del 1% de la luminosidad de nuestro sol, algo que un dispositivo muy sensible podría detectar indicando la forma y el tamaño del planeta e incluso su composición atmosférica.
Pero las fluctuaciones en KIC 8462852 son de otro calibre. Ya mencioné que Júpiter opacaría poco más del 1%, ¿verdad? Pues bien, en el caso de esta estrella las variaciones son irregulares y algunas de más del 22%, indicando un objeto verdaderamente masivo y otros más pequeños que hacen ciclos no convencionales sobre la estrella.
Algo que no debería existir
El problema es que un objeto así de grande, por necesidad… debería ser otra estrella. Y de ser así, su propia luminosidad nos indicaría que se encuentra allí sin necesidad de opacar a KIC 8462852. Así que estamos ante una verdadera paradoja: un sistema solar con un objeto que en teoría no debería existir.
Originalmente se buscaron varias maneras de explicar el fenómeno. Algunos científicos propusieron la existencia de una serie de objetos separados (como un cinturón de asteroides) o en un cometa parcialmente desintegrado, pero realmente ninguna explicación parecía satisfactoria. Todas ellas eran un suceso tan improbable que en ocasiones parecía mejor ni tenerlas en cuenta.
La teoría de la Gran Máquina
Esto fue hasta que Jason Wright comenzó a especular sobre la posibilidad de que se tratase no de objetos naturales, sino de construcciones artificiales creadas específicamente para recolectar la energía estelar. Serían una especie de “paneles masivos solares” ubicados en órbita y capaces de obtener gran parte de la energía irradiada por el gigante: dicha construcción, como es lógico, necesariamente habría de ser obra de una civilización.
Hasta el momento, la teoría de la Gran Máquina es la que tiene mayor plausibilidad, pero por obvias razones decir con certeza que se trata de esto sería una exageración. Pasará mucho tiempo antes de que sepamos qué hay en KIC 8462852, pero al menos hoy sabemos que a lo lejos una estrella muestra indicios de tener vida inteligente.
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