Las pieles de los castores en la historia norteamericana
Desde el siglo XV fueron populares en Europa los sombreros hechos con fieltro de pastor. La baja producción de estas mercancías hacía de ellas objetos muy codiciados por los aristócratas que tenían la oportunidad de llevar uno.
El negocio consistía en la caza del animal para luego desgarrar su piel y transportarla a las manufacturas donde se terminaba de coser el sombrero. La avaricia del negocio llevó a la pronta desaparición del castor en el antiguo continente.
Por ello, los europeos buscaron nuevos centros para abastecerse. Los franceses lograron conquistar el negocio por muchos años gracias a las colonias que tenían al norte de América. Allí habían hecho avanzadas sobre territorios indígenas y habían cazado un sinnúmero de castores para extraer las pieles.
El interés por este animal, viene desde la antigüedad. La piel gruesa, cálida y sedosa del castor fue muy codiciada y cuando los europeos vieron que en Norteamérica había millones de estos animales, empezaron la explotación del comercio de pieles.
La caza del castor en Estados Unidos
La primera mitad del siglo XIX, la industria estadounidense se enfocó en el comercio de pieles. Desde la colonización, intercambiaban las pieles a los nativos por productos europeos. Luego fueron las propias compañías las que pagaban sus propios tramperos.
Durante la segunda generación estadounidense, la expansión al oeste se logró por iniciativas individuales: europeos que llegaron al nuevo país, buscaron riqueza en las inhóspitas tierras que rodeaban a las 13 colonias.
Las avanzadillas llevaron a los colonos a las tierras nativas, donde mantenían un ambiente muy hostil con los indios que vivían por esos territorios. La codicia por las pieles de castor, que para el siglo XIX era muy extensa, trajo enfrentamientos sangrientos.
Varias etnias nativas ayudaban a los cazadores para adentrarse en los bosques fríos del oeste americano, mas otras impedían la llegada de cualquier humano; si alguien era avistado, le quitaban el cuero cabelludo con un cuchillo de destazar.
John Jacob Astor y la colonización de la costa oeste
La piel de castor era muy valiosa: se pagaba una sola piel a 9 dólares, lo que motivaba a los tramperos a cazar miles de estos roedores. Esto duraría hasta 1840, cuando en Europa la moda exigió el uso de la seda y destruyó indirectamente el negocio de las pieles de castor.
La época anterior estuvo marcada por aventuras de descubrimientos por parte de los peleteros. En 1811, en la desembocadura del río Columbia en el estado de Oregon, el empresario John Jacob Astor, fundó Fort Astoria, que luego se convertiría en la ciudad de Astoria.
J. J. Astor llegó de territorios alemanes para volverse carnicero en el Nuevo Mundo. Se dedicó de lleno a esa actividad hasta que los indios lo abastecieron de muchas pieles que él empezó a vender en varios mercados internacionales.
Con el tiempo se enriqueció y fundó la American Fur Trading Company. Con ella, llevó exploraciones en busca de pieles hacia Lousiana y terminó fundando la ciudad peletera de Astoria. Su comercio se intensificó hasta China y Rusia.
La expedición no sólo se enfocó en castores. El zorro rojo, las ardillas y las nutrias marinas fueron cazados por todo el territorio. Los cazadores y tramperos fueron los primeros conquistadores del medio oeste, mucho antes de la llegada del cowboy.
Estos tramperos fueron conocidos como montañeses. Eran hombres vestidos de pieles que subían solitarios hacia las extensas y heladas montañas para obtener un número significativo de pieles. Estos aventureros lograron conocer los extensos territorios con gran precisión.
Comercializaban con los indios y lograban obtener información de los nativos para sobrevivir. Formaban grandes ferias para que los comerciantes europeos y chinos llegaran a comprar, además varias compañías se enriquecieron gracias a esta caza.
Por la caza podemos entender varios aspectos culturales de los estadounidenses; el fuerte nomadismo para cazar y el solitario trabajo del cazador convirtieron al hombre del norte en un ser individualista y trabajador. La caza del castor está ligada estrechamente con la cultura norteamericana, en particular en las regiones de la expansión de la primera mitad del siglo XIX.
Desastre ambiental
La caza generalizada trajo consecuencias muy graves para la población de castores. En la época colonial, había más de 400 millones de castores en el norte del continente, desde el norte de México hasta Canadá.
La fructífera caza trajo una disminución muy rápida del animal. Más de 385 millones de castores fueron asesinados y es apenas ahora, cuando la población vuelve a recuperarse. Varios estados prohibieron la caza, pero desafortunadamente varios estados del sur perdieron definitivamente su población de castores.
Este animal que no mide más de 90 centímetros es considerado una especie clave. Para vivir, forma canales, presas y embalses en los ríos. Así ayuda a muchas especies para desplazarse de un lugar a otro.
Muchas veces los humanos se ven perjudicados porque el animal es capaz de producir inundaciones en poblaciones humanas. Sus presas han llegado alcanzar más de 850 metros.
La película del 2015, The revenant, del director Alejandro González Iñárritu nos describe la vida de los montañeses peleteros. Aquí se recrea, no sólo la ambición por las pieles, sino las dificultades ambientales y sociales que sufrían en su cotidianidad.
Fuentes:
- https://cronicasdefauna.blogspot.com/2018/04/horizontes-de-grandeza-la-fauna-de-la.html
- https://blogs.20minutos.es/xx-siglos/2016/02/05/el-renacido-y-el-mundo-de-los-tramperos-osos-gorros-de-piel-de-castor-e-indios/
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