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Hormigas robóticas en Marte
Un proyecto europeo ha dado los primeros pasos para crear enjambres de diminutos robots autónomos preparados para comunicarse entre sí y trabajara en equipo. En el proyecto I-SWARM colaboran ingenieros y científicos de varias empresas e instituciones europeas. Según sus creadores, una de las finalidades de estos robots, del tamaño de una hormiga, sería levantar las primeras construcciones en Marte ante una hipotética colonización del Planeta Rojo. Otros usos serían para reparar maquinaria, eliminar polución o administrar medicamentos en nuestro cuerpo.
Los recientes descubrimientos de agua o de una composición del suelo marciano parecido al de la Tierra han estimulado las imágenes de seres humanos colonizando un día el Planeta Rojo.
Sin embargo, los ingenieros y científicos de diferentes disciplinas de un proyecto europeo están ideando pequeñas hormigas robóticas para, precisamente, habitar la superficie marciana. Se trata de una avanzadilla que podría encargarse de construir allí las primeras edificaciones para el ser humano. “Estos pequeños robots trabajarían juntos y explorarían el planeta. Sabemos que hay agua y polvo; lo suficiente para empezar a construir estructuras, como casas para científicos”, comenta Marc Szymanski, de la Universidad de Karlsruhe, en Alemania, en declaraciones a ICT.
Szymanski forma parte del equipo europeo de investigadores que está desarrollando pequeños robots autónomos que pueden cooperar para realizar diferentes tareas, como hacen las termitas, las hormigas o las abejas para conseguir comida o construir sus nidos.
Bajo el paraguas del proyecto I-SWARM, el equipo ha creado 100 robots a escala de un centímetro y ha hecho importantes avances para construir enjambres de robots del tamaño de una hormiga. Parte de las investigaciones se han dirigido también a crear grupos de estos diminutos robots capaces de reconfigurarse solos y ensamblarse autónomamente formando un robot más grande. Los frutos de estos trabajos tendrán su continuidad en los proyectos Symbrion y Replicator, que forman parte del Séptimo Programa Marco de la UE.
Varias aplicaciones
La exploración de otros planetas es sólo una de las muchas aplicaciones que estos dispositivos pueden llegar tener, ya que pueden ajustar sus cometidos en función, por ejemplo, de los obstáculos que vayan encontrando en su camino.
“Los enjambres de robots son especialmente útiles en situaciones en las que se necesita una continuidad. Así, si un robot deja de funcionar, la misión no se pararía porque otro robot tomaría su sitio inmediatamente”, comenta Szymanski.
Según sus creadores, esto no es útil sólo en el espacio o en aguas oceánicas profundas. También puede aplicarse para reparar maquinaria, limpiar polución o llevar a cabo tratamientos dentro de nuestro cuerpo. Eso sí, todavía tiene que pasar tiempo para que veamos a estos robots trabajando en condiciones reales, como la hipotética colonización de Marte.
Como hacen las hormigas, que observan lo que hacen sus compañeras, siguen a una de ellas o dejan un rastro químico para transmitir cierta información a la colonia, estos robots serían capaces de comunicarse unos con otros y el resultado sería algo parecido a una percepción colectiva. Los robots usan infrarrojos para comunicarse. Así, cuando uno se encuentra un obstáculo, por ejemplo, indica a los demás que lo rodeen para poder seguir su camino.
Movimiento por vibración
Un grupo de robots que el equipo llamó Jasmine, con un tamaño un poco mayor que una moneda de dos euros, usa ruedas para moverse. Los robots más pequeños, que miden solo 3 milímetros, se mueven mediante una vibración. Éstos últimos se mueven gracias a unos diminutos paneles solares. Jasmine, por su parte, incorpora una batería
“El asunto es la energía. Cuanto más complejo es lo que tienen que hacer, más energía necesitan. Un robot que necesita levantar algo usa motores que requieren mucha energía”, anota Szymanski, destacando que esta es una de las principales dificultades con las que se han encontrado.
En este sentido, el proyecto ha tenido que desarrollar un algoritmo especial para controlar unos robots de este tamaño, teniendo en cuenta las limitaciones que el procesador que incorporan tiene: sólo 8 kilobytes de memoria y dos kilobytes de memoria RAM, un millón de veces menos que un PC convencional.
Las pruebas hechas hasta el momento han demostrado que los robots son capaces de interactuar, aunque por el momento los socios del proyecto no han conseguido producirlos en masa. En cualquier caso, Szymanski confía conseguir este objetivo pronto, ya que construir robots tan pequeños es casi como fabricar chips de ordenador. Su producción en masa aseguraría que su fabricación es relativamente barata y, entonces, se podrían empezar a preocupar por mandarlos a Marte.
Fuente: www.tendencias21.net