Depresión
Las enfermedades mentales están entre las más incomprendidas y malentendidas del mundo. Muchos consideran que “estar deprimido” es poco más que estar bajo de ánimo, y hacen recomendaciones asociadas a “tener una buena actitud” o “tratar de manejar una energía positiva”.
La cosa no es tan simple.
Si una persona está deprimida, está verdaderamente deprimida, entonces su cerebro ya cruzó un umbral en el cual simplemente no produce las sustancias químicas adecuadas y no puede sentirse mejor. Necesita ayuda médica, y muchas veces necesitará de algún tipo de medicación, al menos de manera temporal.
El problema es que la química cerebral es tan, tan compleja que es muy difícil pensar en una solución inocua, y muchos medicamentos pueden terminar con efectos secundarios muy negativos. Sin embargo, recientes descubrimientos han llevado a proponer una solución diferente: un implante cerebral que genera pequeñas corrientes eléctricas que pueden incidir en cómo se siente una persona.
Implantes
Se trata de cientos de pequeños electrodos del tamaño de una semilla de sésamo que se colocan bajo el cráneo para detectar los pulsos eléctricos generados por el cerebro.
Sin embargo, estos implantes no solo detectan, sino que pueden generar pequeñas corrientes eléctricas que, sorprendentemente, parecen incidir en los sentimientos de la persona.
Diversos pacientes revelaron un cambio en sus sentimientos, una sensación de “calma” e incluso un impulso de energía luego de ser estimulados en lugares específicos (aunque en la mayor parte de los sitios del cerebro no sienten nada). Esto reveló el potencial de un tratamiento basado en una ciencia que hasta ahora estamos descubriendo.
La Ciencia de la Depresión
¿Recuerdan que al principio de este artículo hablamos de la química cerebral?
Bien, esto es un ejemplo del paradigma predominante en el pasado a la hora de comprender al cerebro: la idea de que “la mente es una sopa”. Pero nuevas investigaciones han revelado que el asunto es más complejo que ello, y que aparte de la química las relaciones eléctricas entre distintas partes del cerebro son fundamentales para entender la depresión.
En el pasado, los escáneres de resonancia magnética brindaban una idea general de las áreas que se activaban en el cerebro. Sin embargo, los nuevos mecanismos usando estos pequeños implantes permite una visión a mucho mayor detalle, que entre otras permitió a los investigadores encontrar el camino neuronal que activa la tristeza.
Y resultó que las emociones, contrario a lo que antes se pensaba, no están “limitadas” a un área pequeña del cerebro, sino que se expanden a lo largo y ancho de este. Relaciones “cortadas” entre un área y otra, por ejemplo, podrían ser también causas de la depresión. En particular, varios equipos independientes encontraron que si bien las rutas de cada “emoción” varían de paciente a paciente, el área ubicada detrás de los ojos (esto es, el área del cortex orbitofrontal) parecía ser clave como “puente” entre las regiones y, por tanto, en la formación de diversas emociones.
En el pasado se usaba terapia de choques eléctricos para tratar la depresión, tratamiento que fue reemplazado por una variante más moderada en tiempos recientes que genera ciertos ataques epilépticos pero puede “resetear” un cerebro que no ha respondido a otros tratamientos. Con estos implantes el tratamiento podría ser muchísimo más efectivo y tener muy pocos efectos secundarios.
Fuentes:
- https://www.sciencenews.org/article/brain-electric-implants-treat-depression-closer-reality
Imágenes: 1: newatlas.com, 2: siencenews.com