El proyecto en cuestión fue organizado por un artista llamado Aram Bartholl en Nueva York y por colectivos anónimos en Europa, comenzando por la ciudad de Berlín en el año 2009. El objetivo es crear una especie de red offline en la que cualquiera pueda intervenir, compartiendo archivos que una persona considere importantes por cualquier razón.

Aunque una idea un tanto excéntrica, el proyecto parece haber sido todo un éxito. En todas las memorias aparecen solo dos documentos: un manifiesto y un pequeño archivo de texto en el que explican a los curiosos la dinámica del asunto. Los documentos son públicos y cualquiera puede poner una de estas memorias (llamadas “Dead Drops”) en su vecindario, si así lo desea.

¿Hay algo escondido?

Hasta el momento, no se sabe si existe algún secreto detrás de esta – aparentemente – inocente iniciativa. Las autoridades de varios países han advertido que este tipo de dinámicas podrían volverse peligrosas para los usuarios, pues las memorias pueden ser infectadas con virus o malware espía para infectar los computadores que se conecten.

Pero otro asunto relevante en este aspecto es la posibilidad de que este tipo de memorias se conviertan en un sistema de intercambio de información imposible de vigilar. Si bien la red presenta infinidad de oportunidades, en general es posible que se use para cosas ilegales y para garantizar la privacidad en el intercambio de información secreta.

El proyecto funcionaría como una especie de “red desmejorada”, en la que si bien todos tienen acceso, éste no es instantáneo y requiere desplazarse físicamente. Pero por eso mismo, el proyecto puede ser potencialmente usado por personas que no quieren arriesgar su identidad digital.

Peligroso o no, el proyecto resulta interesante. ¿Qué información pondrías tú en la memoria?

Fuente de imagen: deaddrops.com