El Acta de Brujería de 1735
Aprobada por el Parlamento de la Gran Bretaña en 1735, el Acta de Brujería de aquel año convertía en un crimen punible hasta con un año de prisión el declarar que la misma persona u otra tenía poderes mágicos o poder sobre la magia. Con esto, terminaba el tiempo en el que podía considerarse la brujería como algo “real” y se volvía a la doctrina de la Iglesia Cristiana Medieval que afirmaba que la brujería era poco más que ilusionismo: un elaborado engaño cuyo pecado vinculante no era practicarlo en sí, sino creerlo.
Con el tiempo, la popularidad del Acta de Brujería fue disminuyendo. El auge del espiritismo de la Inglaterra Victoriana, por ejemplo, pasó casi indemne la prueba, y los tiempos en los que los científicos sinceramente buscaban el éter de la vida (o cualquier material semejante) vieron una dramática disminución en la estricta aplicación de la ley.
Sin embargo, ya bien entrado el Siglo XX, le quedaría un pequeño periodo de auge al Acta de Brujería, durante las Guerras Mundiales. Resalta en particular el caso de Jane Rebecca Yorke, la última mujer juzgada en la Historia de Inglaterra, por Brujería.
La psíquica de la Guerra
Eran tiempos duros para los ingleses. Los aviones alemanes causaban terror en la población y todos temían por la vida de sus familiares en el frente. Muchos estaban dispuestos a lo que fuese, con tal de obtener información.
Y por lo tanto, era el mejor de los momentos para un psíquico.
Jane, que tenía su sitio de trabajo el Forest Gate, hacia el oriente de la capital británica, vio cómo su clientela crecía día tras día a causa del temor de las personas. Y, según las autoridades británicas, hizo todo lo posible por aprovecharse de este temor. Fue esta precisamente la razón de su condena.
Jane solía decir a las personas el destino que habían tenido sus familiares en el frente. De acuerdo con la mujer, recibía “indicaciones” de los espíritus que le iban dando las respuestas a las preguntas de sus clientes.
El Juicio
La estratagema de la policía se basó, precisamente, en estas supuestas capacidades para llevarla a juicio. En varias ocasiones, policías vestidos como civiles se presentaron ante la mujer y le solicitaron sus servicios, los cuales involucraban averiguar por un hermano… que no tenían.
En todas las ocasiones Janes les dio una respuesta detallada – por ejemplo, que el supuesto hermano había muerto incinerado en una misión en el frente – y jamás afirmó que se tratase de una persona ficticia. Así mismo, de acuerdo con varios testigos se le vio aterrorizando a una mujer que afirmaba que había visto el espíritu de su hermano diciéndole que su esposo, también en la guerra, iba a morir pronto.
La Condena
Debido a su avanzada edad (72 años) el juez no fue demasiado duro con Jane: le impuso una multa de 5 libras y la puso bajo vigilancia por tres años para evitar que reincidiera.
No sé si existen las brujas – al menos, en el sentido tradicional de la palabra – y si existen, muy seguramente las hay hoy tanto como hace un siglo en las Islas del Reino Unido. Sin embargo, al menos en términos en términos legales, Jane Rebecca Yorke fue la última bruja de Inglaterra.
Y seguirá siéndolo, ya que la legislación se derogó en 1951 y fue reemplazada con legislación diferente.
Fuente de imágenes: 1: theoddmentemporium.tumblr.com, 2: szokblog.pl