El Pensante

Juan Machete

Mitos y leyendas - abril 21, 2020
Imagen 1. Juan Machete

El terrateniente más despiadado

Juan Francisco Ortiz fue un terrateniente que vivió en los Llanos Orientales Colombianos hace mucho tiempo. Este hombre tenía como objetivo convertirse en el más próspero y rico de la región sin importar lo que tuviera que hacer, y si para lograr su meta tenía que venderle su alma al diablo lo haría sin dudar.

Juan Machete era el nombre que este sujeto recibía, pues siempre llevaba al cinto un largo machete que mandó hacer de acuerdo a su estatura y por su habilidad para manejarlo. Orgulloso y ambicioso, el hombre 1uería ser poderoso y respetado por todos en el pueblo, y pensó que la mejor forma de obtener lo que deseaba era hacer un trato con Satanás.

Una noche, en una encrucijada cerca de su casa, invocó al diablo y éste se le apareció; le dijo que si quería sellar un pacto con él debía coserles los ojos a un sapo y a una gallina, enterrarlos vivos un Viernes Santo a media noche y clamar por él. Juan hizo exactamente lo que le había dicho el maligno, y ese día sagrado Satanás se le apareció y con voz cortante le dijo: “El pacto está hecho, hasta el día que yo lo decida”.

A partir de este día la vida cambió para Juan. Negocio que hacía le traía el doble de riqueza, tierra que adquiría prosperaba y sus cosechas se empezaron a multiplicar, todo parecía que estaba marchando muy bien. Pero en el fondo, él sabía que la suerte se le iba acabar pronto y que pronto vendrían a cobrarle por su trato. Y fue así, pues durante varias noches se sentía el mugir de un toro: Juan extrañado se levantaba para mirar que era lo que sucedía, pero no encontraba el lugar de procedencia.

La llegada de la ruina

Hasta que un día se levantó muy temprano una madrugada, ensilló caballo y cabalgó hacia el horizonte donde pudo divisar un imponente toro negro, con los cuatro cascos y los dos cuernos blancos, no le dio mayor importancia y se fue a trabajar como de costumbre.

Imagen 2. Juan Machete

El toro negro continuaba por sus tierras y fue imposible sacarlo de allí. Juan siguió su rutina de costumbre hasta que un día algo inusual sucedió: un chivo le habló y le dijo que a sus tierras llegarían unos hombres liderados por alguien llamado Constantinoplo y que los bautizará rezando un Credo al revés, le dijo que esos nuevos trabajadores lo harían más rico aún.

Todo se sentía como la calma antes de una tormenta: el hambre y la miseria golpearon a Juan Machete que, así como lo obtuvo todo rápido lo perdió de igual manera y el doble. Sus familiares y lo trabajadores que había mandado el diablo lo abandonaron. Todos los animales que tenía murieron, a excepción de misterioso toro negro, un incendio voraz devoró su hacienda y todos sus tesoros se quemaron.

En la total ruina, pero con la codicia intacta, intentó buscar entre los escombros algo de sus anteriores lujos y con lo poco que pudo recuperar se internó en las profundidades del bosque donde finalmente murió. Nadie sabe con certeza si se arrepintió, pero las deudas que uno adquiere con el mal se pagan y Juan Machete siguió apareciendo en este mundo en forma de anima, alejando a cualquiera que se atreviera adueñarse de sus tesoros.

Bibliografía:

  1. https://www.todacolombia.com/folclor-colombia/mitos-y-leyendas/juan-machete.html

Imágenes: 1: pinterest.com, 2: leyendapopular.com

Imagen 3. Juan Machete

El terrateniente más despiadado

Juan Francisco Ortiz fue un terrateniente que vivió en los Llanos Orientales Colombianos hace mucho tiempo. Este hombre tenía como objetivo convertirse en el más próspero y rico de la región sin importar lo que tuviera que hacer, y si para lograr su meta tenía que venderle su alma al diablo lo haría sin dudar.

Juan Machete era el nombre que este sujeto recibía, pues siempre llevaba al cinto un largo machete que mandó hacer de acuerdo a su estatura y por su habilidad para manejarlo. Orgulloso y ambicioso, el hombre 1uería ser poderoso y respetado por todos en el pueblo, y pensó que la mejor forma de obtener lo que deseaba era hacer un trato con Satanás.

Una noche, en una encrucijada cerca de su casa, invocó al diablo y éste se le apareció; le dijo que si quería sellar un pacto con él debía coserles los ojos a un sapo y a una gallina, enterrarlos vivos un Viernes Santo a media noche y clamar por él. Juan hizo exactamente lo que le había dicho el maligno, y ese día sagrado Satanás se le apareció y con voz cortante le dijo: “El pacto está hecho, hasta el día que yo lo decida”.

A partir de este día la vida cambió para Juan. Negocio que hacía le traía el doble de riqueza, tierra que adquiría prosperaba y sus cosechas se empezaron a multiplicar, todo parecía que estaba marchando muy bien. Pero en el fondo, él sabía que la suerte se le iba acabar pronto y que pronto vendrían a cobrarle por su trato. Y fue así, pues durante varias noches se sentía el mugir de un toro: Juan extrañado se levantaba para mirar que era lo que sucedía, pero no encontraba el lugar de procedencia.

La llegada de la ruina

Hasta que un día se levantó muy temprano una madrugada, ensilló caballo y cabalgó hacia el horizonte donde pudo divisar un imponente toro negro, con los cuatro cascos y los dos cuernos blancos, no le dio mayor importancia y se fue a trabajar como de costumbre.

Imagen 2. Juan Machete

El toro negro continuaba por sus tierras y fue imposible sacarlo de allí. Juan siguió su rutina de costumbre hasta que un día algo inusual sucedió: un chivo le habló y le dijo que a sus tierras llegarían unos hombres liderados por alguien llamado Constantinoplo y que los bautizará rezando un Credo al revés, le dijo que esos nuevos trabajadores lo harían más rico aún.

Todo se sentía como la calma antes de una tormenta: el hambre y la miseria golpearon a Juan Machete que, así como lo obtuvo todo rápido lo perdió de igual manera y el doble. Sus familiares y lo trabajadores que había mandado el diablo lo abandonaron. Todos los animales que tenía murieron, a excepción de misterioso toro negro, un incendio voraz devoró su hacienda y todos sus tesoros se quemaron.

En la total ruina, pero con la codicia intacta, intentó buscar entre los escombros algo de sus anteriores lujos y con lo poco que pudo recuperar se internó en las profundidades del bosque donde finalmente murió. Nadie sabe con certeza si se arrepintió, pero las deudas que uno adquiere con el mal se pagan y Juan Machete siguió apareciendo en este mundo en forma de anima, alejando a cualquiera que se atreviera adueñarse de sus tesoros.

Bibliografía:

  1. https://www.todacolombia.com/folclor-colombia/mitos-y-leyendas/juan-machete.html

Imágenes: 1: pinterest.com, 2: leyendapopular.com