Generación tras generación, nos hemos cuestionado si después de la muerte, hay un más allá donde nuestros seres queridos fallecidos nos esperan; se cree que mientras tanto, intentan ayudarnos en esta vida. Por eso, nos envían señales desde las fronteras de esta dimensión con la otra, muchas veces para darnos un llamado de advertencia de algo grave que nos podría ocurrir. La siguiente historia se adjunta a las numerosas pruebas de la existencia de la vida después de la muerte: “La abuela nos visitó desde el más allá”:
La misteriosa aparición salvadora
Varias familias han experimentado sucesos paranormales de esta índole. Algunos sueñan con esa persona que fallece, una noche antes del deceso y se ven en ese plano astral o de los sueños, despidiéndose como a modo de un hasta luego. No obstante, a través de ese mundo onírico se dan varios avisos, en especial si se trata de impedir algún mal evento que se aproxima.
María Estepa y su hermano, cuando tenían 11 y 12 años respectivamente, vivieron algo similar, donde uno de sus familiares fallecidos demostró estar pendiente de ellos. Todos los días los recogía el autobús del colegio en un punto cercano de su casa, pues no podía entrar ya que no había camino para vehículos en ese sector rural muy cercano de la ciudad de México.
Allí mismo trabajaban sus padres, en un pequeño rancho detrás de su vivienda. Un día, subiendo el camino hacia el paradero del auto bus, vieron de lejos que una anciana estaba sentada en una roca, donde a veces solían descansar y tomar un respiro antes de continuar. Pensaron que seguro se trataba de su madre, pues su contextura física se asemejaba bastante en la distancia.
Pero notaron que a medida en que se acercaban, se sentía un olor a muerte y un frío fuera de lo normal. Inclusive, la mujer dio unos pasos hacia el monte y se escondió atrás de unos arbustos. Ambos coincidieron en pensar que a lo mejor su madre estaba preparándoles una buena broma. Entonces, salieron corriendo para alcanzarla, pero ella se alejó bastante y no pudieron. Como iban algo tarde para clases, decidieron seguir su rumbo.
Al retornar de la jornada escolar, le preguntaron por qué había corrido tanto en la mañana, pues por más que se esforzaron no lograron seguirle los pasos y por tiempo, no pudieron seguir el juego. Ella les contestó que seguro la confundieron, porque ella no estaba por ahí a esa hora. Aparte de todo, portaba una ropa totalmente distinta a la de aquella mujer. Todos quedaron sorprendidos.
Cuando llegaron al punto donde los recogía el transporte escolar, se extrañaron al ver que no pasaba. Creyeron que habían llegado tarde por estar jugando con su madre, así que no tuvieron otra opción que ir corriendo a tomar un bus urbano que los acercara a la escuela. En la puerta de la institución había una aglomeración de gente, pues el bus de la ruta se había estrellado y algunos niños quedaron heridos.
Reconocimiento paranormal
Pasaron dos meses y llegaron las vacaciones. En esa temporada solían ir a su casa de verano en Guanajuato. Esa casa la habían conservado desde sus bisabuelos, quienes la construyeron. En la sala de estar, colgaban varios retratos de la familia y los niños de inmediato, identificaron a la misteriosa señora que tiempo atrás se les apareció en el camino. Los niños gritaban del asombro y decían que hasta la misma ropa usaba ese día.
Muy desconcertada, la madre les contestó que eso era algo imposible, puesto que era la mamá de ella y había muerto hacía más de 20 años. Empero, los niños persistieron que recordaban a la perfección sus prendas de vestir y eran exactas a la de la foto. “No lo puedo creer, porque hasta con esa ropa la enterramos”, decía la confundida mujer.
A partir de ese momento dedujeron que el alma de su abuela velaba por ellos desde el más allá y que gracias a ella, no se subieron ese día al autobús que minutos después sufriría un aparatoso accidente. Pero eso no es todo, desde ese momento han vivido una serie de hechos sobrenaturales relacionados con lo mismo.
En una ocasión, la joven María visitó la casa de una de sus amigas y en el sofá había una anciana a la que saludó cordialmente. Su amiga extrañada le preguntó: “¿pero a quién saludas? Allí no hay nadie…”. Luego pasó lo mismo que con su familia y en una fotografía que colgaba en una habitación de la casa, reconoció a la abuela de su amiga, fallecida años atrás. Según María, las ve como si fueran de carne y hueso.
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