Los orígenes históricos del mundo de las conspiraciones
Cuando los Iluminati apenas eran una organización recién creada, ya comenzaba a perfilarse el carácter de las nuevas conspiraciones. A los judíos perversos que buscaban la corrupción de los reinos cristianos y la destrucción de la fe católica los reemplazaron grupos de “iluminados”, de ilustrados que buscaban imponer gobiernos con nuevas características, que garantizaran la justicia y la equidad.
Estas nuevas conspiraciones se caracterizaban por el interés de controlar, paso a paso, las estructuras estatales, de infiltrarse poco a poco y de limitar cada vez más los poderes de la monarquía y la nobleza (enemigos en esta etapa originaria de las sociedades secretas). Tras su fracaso en Prusia y los principados alemanes, la conspiración (dicen algunos) triunfó en la monarquía más poderosa del continente: Francia.
Pero el nuevo mundo que surgió tras la Revolución Francesa, la Revolución Norteamericana y la Revolución Industrial británica, no se asemejaba en nada al mundo soñado por estos primeros conspiradores. Antes bien, el poder de las antiguas monarquías se había reemplazado por el poder económico de grupos industriales y financieros gigantescos que no hacían sino crecer a pasos agigantados.
¿Continuidad o cambio?
Para algunos, estos grupos eran nuevas élites, que no tenían nada que ver con las sociedades anteriores. Pero quienes creían que algunas sociedades secretas habían infiltrado los gobiernos también afirmaban que eran los mismos que ahora se volvían más y más poderosos. Las élites antiguas habían sido reemplazadas por un nuevo grupo de gigantes, que esta vez no estaba dispuesto a caer.
Conspiradores por sí mismos, estos nuevos poderes se dedicaron a organizar “gobiernos desde las sombras” mientras mantenían una fachada de democracia en la mayor parte de los países occidentales. Sin embargo, no sería hasta principios del siglo XX cuando comenzarían sus verdaderos planes para llevar a cabo sus proyectos: a saber, un único gobierno mundial, con un estado poderoso, en lo que sería conocido como el Nuevo Orden Mundial.
Aquí es donde las cosas se vuelven complejas. Quienes han seguido el rastro de estas conspiraciones no se ponen de acuerdo con respecto a quién se encuentra detrás de ellas. Unos afirman que se trata de un grupo de judíos sionistas, otros, que son los herederos de los Iluminati. Una versión habla de extraterrestres reptilianos cuyos movimientos estarían orientados al dominio de las estructuras de gobierno de nuestra sociedad.
La teoría de las capas
Estas versiones no necesariamente son contradictorias. La esencia misma del Nuevo Orden Mundial es la existencia de “capas”, de grupos de influencia que a su vez son dominados por nuevos grupos subterráneos. El debate sobre quién está verdaderamente en el fondo de la conspiración no es tan importante como las características de esta conspiración.
Comienza el control del destino mundial
De acuerdo con varias versiones, los primeros movimientos serios de los conspiradores se dieron hacia finales del siglo XIX. Algunos planes habrían fracasado (se dice que apoyaron al sur en la Guerra de Secesión, por ejemplo), pero otros habrían presentado sus primeros éxitos. La actuación fundacional del éxito de la conspiración se daría en 1913, cuando, en un movimiento legalmente cuestionable, crearon la Reserva Federal Estadounidense.
Organizada como un elemento de equilibrio económico, la Reserva Federal – de acuerdo con sus críticos – es en verdad una organización destinada a maximizar los ingresos de los bancos y para maniatar las acciones económicas de los que no tienen poder sobre las decisiones del estado. Sus billetes son solo papel, es decir, ya no tienen valor real y podrían perder toda su importancia en cualquier momento, dejando a la población muy vulnerable a las decisiones estatales.
El segundo éxito de la conspiración vendría apenas un año más tarde, cuando daría comienzo la Primera Guerra Mundial. Como en la Revolución Francesa, el interés de estos grupos sería desestabilizar los gobiernos para traer grandes calamidades sobre la población y así poder manipularla con mayor facilidad. En el caso de la guerra, aunque no sirvió para imponer ningún gobierno, si les permitió generar el Tratado de Versalles y la Sociedad de Naciones.
El primero serviría para destruir la economía alemana (antes pujante) y desestabilizar su sociedad. La segunda, para avanzar en el proyecto de un gobierno mundial. En ambos casos, se trató de grandes avances que se verían truncados con el ascenso de Adolf Hitler al poder.
Hitler, un personaje radical e irascible, probaría ser incapaz de controlar. En sus discursos recurrentemente acusaría a la Sociedad de Naciones y a una élite judía de los males del pueblo alemán, afirmando que solo el nacionalismo podía salvar la madre patria germana. Ciertas o no, estas acusaciones sirvieron como plataforma para la discriminación judía y el posterior genocidio.
Pero algunos afirman que el genocidio no fue tal. Que las máquinas para matar miles de judíos en un día nunca existieron. Que la discriminación fue contra todos los que no fueran alemanes, y los judíos ni siquiera fueron mayoría en este grupo. Que fue un invento para crear, posteriormente, el estado Israelí en territorios árabes y pasar a desestabilizar la región de Oriente Medio.
Tras la caída de Hitler, el siguiente paso fue la creación de las Naciones Unidas, bajo cuyo ojo atento transcurrió la segunda mitad del siglo XX. Comunistas y capitalistas se culpaban mutuamente de estar bajo el dominio de estas élites, mientras que algunos afirmaban que en verdad ambos lo estaban. Y en este punto, se volvió aún más nebuloso el objetivo último de estas acciones.
No se sabe si es para crear un mundo esclavo, para organizar la venida del anticristo o para cosechar la energía de los seres humanos. Podría ser incluso para construir un mundo utópico y perfecto. Pero lo cierto es que, sea cual sea el plan, pasa por la construcción de un Estado Mundial.
Los elementos para construir este Estado que fueron revelados en la segunda mitad del siglo XX los veremos en otro artículo.
- La conspiración del Nuevo Orden Mundial, parte 2
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