A finales de la Segunda Guerra Mundial comenzaba a perfilarse un mundo completamente nuevo. Desde principios del siglo XX se sabía que la política y la economía estaban cambiando aceleradamente, pero nadie sabía en verdad hacia dónde se dirigían. En el momento culmen, tres grandes poderes, tres ideologías opuestas y enfrentadas se apoderaron de las grandes potencias y llevaron al mundo a la peor guerra que ha tenido en su historia.
No en vano algunos historiadores denominan a este periodo “la Era de la Catástrofe”. El mundo se encontró en un punto de no retorno, nadie sabía quiénes vivirían y quiénes perecerían. Al final, el fascismo (encabezado por la Alemania Nazi) pereció frente a los ataques conjuntos del comunismo y el capitalismo parlamentario, al estilo norteamericano.
Pero ¿eran realmente las ideologías las que se encontraban en conflicto? ¿O eran pueblos fanáticos, manipulados por la pluma de perversos hombres tras las cortinas? De acuerdo con las teorías de la conspiración más populares, se trataba en verdad de una guerra dirigida desde arriba, por los mismos que habían llevado la crisis económica al mundo. La confrontación no era más que una fachada (o una conveniencia deliberadamente buscada) para avanzar en los planes de dominio mundial.
Y, efectivamente, la guerra terminó no solo con la creación de la Sociedad de las Naciones Unidas, sino con el comienzo de la organización de una serie de iniciativas orientadas a la eventual unificación de lo que hoy conocemos como la zona euro. ¿Qué mejor lugar para comenzar el gobierno mundial que Europa?
La Conspiración en la Posguerra
Las iniciativas continuaron en medio de la confrontación conocida como la Guerra Fría. Mientras el mundo se organizaba en torno a dos polos que luchaban por destruirse mutuamente – el comunismo y el capitalismo – la conspiración seguía andando. En su interés de conseguir el gobierno mundial habría comenzado a aumentar la intervención del estado en asuntos económicos y políticos antes fuera de su jurisdicción. Este sería el caso de los acuerdos de Bretton Woods:
Breton Woods y la hegemonía del dólar
Se conoce como Bretton Woods a una serie de negociaciones orientadas a reconfigurar el comercio mundial a finales de la Segunda Guerra Mundial. En este momento de la historia Estados Unidos era el amo indiscutible del mundo capitalista, con más del 80% de las reservas mundiales de oro y la única industria competitiva (pues la soviética aún no estaba tan desarrollada y la europea había sido destruida).
Usando esta influencia, los norteamericanos consiguieron debilitar la posición de Keynes – un reconocido economista – en la conferencia (quien había propuesto algunas medidas que ayudarían a restaurar el comercio mundial) e imponer una postura en la cual el dólar se convertía en la moneda base de la economía. Este acuerdo, entonces, dio mucho poder al país americano, quien sería el primero en romperlo en 1971.
BM, FMI y ONU
El acuerdo de Bretton Woods sirvió para aumentar la influencia estadounidense en la economía. Sin embargo, no fue el único movimiento con este fin: la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional también llevaron a aumentar el poder de la élite económica sobre las naciones. Se trataba de construir estructuras que debilitaran la hegemonía de los países y permitieran influencias externas, de actores internacionales.
Curiosamente, al mismo interior de los Estados Unidos también comenzaron a aparecer críticas contra estas nuevas instituciones. Muchos consideraban a las Naciones Unidas como una herramienta para limitar la tradicional libertad económica que caracterizaba esta nación e incluso como obra de una élite proto – comunista que le apuntaba a destruir la sociedad norteamericana. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo quedó claro que esta sociedad realmente no le apuntaba a la creación de un gobierno a la usanza de la URSS.
Hacia 1970 la conspiración tomó la forma que tiene hoy día: la de una élite globalista que actuaría en las sombras con objetivos ocultos para todos excepto para unos pocos elegidos. Esta élite actuaría como una especie de titiritero, dominando los gobiernos aquí y allá y manipulando las circunstancias para debilitar más y más los estados nacionales.
El fin de la Guerra Fría: un nuevo mundo
A su actuar se debería la caída de la Unión Soviética, que impuso el capitalismo como el sistema culmen de la historia de la humanidad. En esta nueva era económica, que a grandes rasgos comienza en 1991, los organismos internacionales se volvieron cada vez más eficientes en limitar el rango de acción de los estados tradicionales imponiendo pesadas cargas y limitando su acción en términos económicos, generando un nuevo equilibrio mundial basado en el libre comercio.
De acuerdo con las distintas versiones de la teoría de la conspiración, muchos movimientos criminales, revolucionarios o radicales también estarían siendo apoyados por estos grandes poderes, incluso en regiones en las que el mismo gobierno ya habría aceptado las nuevas reglas de juego. Esencialmente, se trata de limitar lo más posible su campo de acción y convertirlo en una entidad incapaz de lidiar con las grandes organizaciones internacionales.
Daech (o ISIS) sería un buen ejemplo de ello: mientras nominalmente lo atacan, los grandes poderes estarían realmente financiándolo y apoyándolo desde las sombras, para destruir la (poca) estabilidad en Medio Oriente. En América Latina habría sucedido algo parecido.
Como es lógico, muchos critican fuertemente la existencia de esta conspiración y afirman que lo que se ve como movimientos de una élite oculta no es más que los vaivenes naturales de la política y la economía. En caso de querer más información pueden encontrar una versión más profunda (y conspirativa) del asunto en este documental.
- La conspiración del Nuevo Orden Mundial, parte 1
Fuente de imágenes: 1: centinelanocturno.files.wordpress.com, 2: hoyvenezuela.info, 3: images.playgroundmag.net