El Pensante

La falta de prevención causa desastres

Queremos una  vez más  ser reiterativos, con el  fin de crear una  verdadera  consciencia   acerca  del medio ambiente, tema  que nos compete a todos,  máxime cuando   estamos a portas  de vernos  abocados a afrontar una larga  sequía,  por el tan mencionado “fenómeno del niño”, que entraría  según el IDEAM a partir de los primeros meses del próximo año, afectando a todo el país  y el cual ya está   mostrando  sus  primeros  efectos   en departamentos como  la Guajira y en otras regiones del país.

Por ejemplo, en la costa norte se ha manifestado con la muerte de personas y animales por falta de  agua, obligando a las autoridades ambientales y al Gobierno a adoptar medidas urgentes  para menguar la situación,  como  promover el ahorro de agua por parte de  los ciudadanos e imponer  sanciones a quienes la desperdicien, entre otras estrategias y determinaciones que  se pondrán en marcha,  con el objetivo de mitigar  este fenómeno.

Aunque se trata de un fenómeno natural, la situación pudiera haber sido controlada y hasta evitada, si  hubiéramos implementado políticas preventivas y/o aplicado las existentes de manera rigurosa, sobre  la    tala de árboles,  la  contaminación de fuentes, acuíferos, humedales  y  manteniendo la delimitación  sobre  las  sierras y  páramos, blancos perfectos  de los  conquistadores  de riqueza  que  a través de la   extracción de minerales  por  socavones y excavaciones, profundizan el agua secando las quebradas y ríos, además de toda la vegetación nativa como frailejones, cortaderas y musgos.

De esa manera, las nacientes  y  el ciclo natural resultan muy perjudicados, coartando así el derecho al disfrute  del   preciado  líquido a  las comunidades y ocasionando un  daño ecológico de grandes magnitudes.  Valdría la pena  que se obligara a estos conquistadores  de riqueza   a reparar el daño y  a cumplir con los planes de manejo  ambiental  de reforestación,   como lo  contempla  la norma  y  las autoridades, quienes deben permanecer  atentas  y  vigilantes  para que esto se cumpla,  pues  no es justo que mientras unos  pocos llenan sus bolsillos, las comunidades mueran de sed.

Y  luego,  ningún dinero  podrá  resarcir  el  inmenso daño   ocasionado a la naturaleza  y al medio ambiente. Valdría la pena preguntarnos: ¿qué clase de planeta le vamos  a dejar a nuestros hijos? ¿Acaso un desierto?  ¿Un lugar donde no haya vida y donde mueran de hambre o  de sed?

 Claro que no. Mejor los invito a cuidar lo nuestro; ese regalo maravilloso que Dios nos ha dado: esa tierra  fértil  y productiva  de verdes y hermosos paisajes, de bronzos árboles,  de lagunas,  ríos  y quebradas de aguas   cristalinas. De aire fresco  y puro…  ¡Un planeta  lleno  posibilidades y de vida! 

 Todo está en las manos de cada persona que habitamos este planeta. Porque si no juntamos fuerzas, en menos de nada la Tierra entera sucumbirá. Ya los terremotos frecuentes y recientes están dejando clara la necesidad apremiante de despertar la Consciencia y cambiar esos hábitos destructivos de la naturaleza y dejar de apoyar a los políticos, quienes casi en su mayoría, han traficado, vendido y perjudicado gran parte del ecosistema.