Una catástrofe poco conocida
Cuando hablamos de un accidente nuclear, la mayor parte de personas automáticamente piensan en Chernóbil y Fukushima. Pocos recuerdan accidentes menos conocidos (como la catástrofe de Goiâina), y mucho menos el terrible accidente de Kyshtym, que sucedió en la Unión Soviética casi 30 años antes que Chernóbil.
Los orígenes del accidente se remontan a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando los vientos de la Guerra Fría comenzaban a ganar más y más fuerza. Las autoridades soviéticas de aquel entonces aún no habían logrado construir una bomba atómica y sabían que se estaban rezagando con respecto al armamento nuclear de los Estados Unidos, por lo que decidieron realizar un esfuerzo y, a toda costa, mejorar su arsenal nuclear.
Con este objetivo en mente se comenzó la construcción de la planta nuclear de Mayak, pensada para obtener uranio y plutonio de calidad suficiente para ser usado en eventuales ojivas nucleares. La planta se construyó a toda prisa entre 1945 y 1948, y la urgencia de los gobernantes soviéticos hizo que muchos asuntos técnicos, de seguridad y (ante todo) de deterioro ambiental no se tomaran en cuenta. Incluso, en sus orígenes la planta vertía el agua contaminada con radiación al lago Kyzyltash sin tener en cuenta las posibles consecuencias a largo plazo de esta decisión.
Los peligros de la planta de Mayak
La planta estaba lejos de cumplir los estándares de seguridad que hoy consideramos como mínimos. En 1949 fue capaz de construir la primera bomba nuclear para Moscú, pero el gobierno solicitó con prontitud la creación de un arsenal más y más eficiente y la planta tuvo que trabajar sin descanso y sin reparos de salubridad y seguridad. Se calcula que entre 1948 y 1958 más de 17.000 obreros recibieron sobredosis de radiación, y que la costumbre de arrojar los desechos al río causó enfermedades en las villas que se encontraban río abajo.
A mediados de los 1950’s las actividades de la planta hicieron necesaria la construcción de un espacio para el almacenamiento de los desechos nucleares. Debido a que éstos aún eran radioactivos, era necesario adecuarlos con una serie de sistemas de enfriamiento que garantizaran que los desechos no fueran peligrosos. Aunque se construyó un sistema de enfriamiento, este no era seguro ni podía ser controlado con eficiencia desde el comando central de la planta.
El accidente de Kyshtym
El 29 de septiembre de 1957, ya entrada la noche, los residentes del distrito de Chelyabinsk en la región más sureña de los Urales notaron la aparición de luces de colores en los cielos de la región. En este momento nadie estaba preocupado, y los periódicos del día siguiente le apuntaron a una posible aparición de las auroras boreales en una región que normalmente jamás las ve. Sin embargo, con el paso de los días se hizo evidente un aumento en la actividad de representantes gubernamentales (en especial en torno a Mayak) y varias acciones (como exigir el inmediato sacrificio del ganado y la destrucción de los cultivos) mostraron a los habitantes que algo muy serio había pasado en la planta. Pronto, más de 20 poblados con unos 11 mil habitantes fueron evacuados y sus hogares destruidos.
En efecto, aquel día el sistema de refrigeración de los desechos nucleares había fallado y el calor del desecho nuclear había hecho estallar todo el sistema. La radiación se esparció en un área de más de 10 mil kilómetros cuadrados, afectando a miles de personas y animales. En 1992 un estudio del Instituto de Biofísica determinaría que no menos de 8000 personas habían muerto como consecuencia de la radiación.
Lo más curioso del asunto es que, pese a que la CIA sabía del incidente, lo mantuvo oculto hasta que en 1976 un soviético refugiado reveló a la prensa la verdadera naturaleza de lo que allí había sucedido. Las razones de la Agencia para realizar dicha acción fueron, principalmente, el interés en mantener el concepto de energía nuclear como algo seguro y el temor a protestas contra este tipo de plantas en los Estados Unidos. El accidente, curiosamente, fue seguramente el único momento en la Guerra Fría en el que la CIA guardó celosamente un secreto soviético ayudándole a mantener el control de su población.
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