El mundo del cine y la literatura han sido bastante prolíficos en la creación de escenarios horribles, de historias espantosas que no buscan otro objetivo que indignar, horrorizar y aterrar a sus lectores o televidentes. Sin embargo, hay ocasiones en las que el mundo real parece generar su propia dosis de crueldad, generando eventos cuyo libreto parecería haber sido escrito en el infierno. Los eventos que aquí se relatan son tristemente reales… por más que muchos desearíamos que no lo fueran.
Los antecedentes al crimen
La Historia de Junko Furuta comienza el 25 de noviembre de 1988. En aquel entonces Japón era aún una pujante economía, una potencia en toda regla y seguramente el único país del mundo capaz de desafiar a los Estados Unidos. La población del país se sentía entonces segura: ni siquiera el evento del fantasma de los 21 rostros había sido suficiente para esparcir el miedo entre la población.
Junko era una estudiante de tercer año de secundaria de la escuela de Misato, en la prefectura de Saitama, y tenía a la sazón 16 años. Aquel 25 de noviembre, mientras se dirigía a su hogar, fue abordada por 4 jóvenes de 17 años que la llevaron hasta su casa. No se sabe si lo hicieron mediante intimidación o si la convencieron, afirmando, por ejemplo, que estaba en peligro y que ellos podrían ayudarla, pero lo cierto es que de alguna manera lograron llevarla a la casa de uno de ellos. La joven jamás volvería a ver el mundo exterior.
Comienza la pesadilla de Junko
El crimen comenzó como un juego de los jóvenes. Nadie entiende realmente qué pasaba por su cabeza cuando decidieron raptar a la joven, pero se sabe que uno de ellos ya había pasado algún tiempo tras las rejas. Sus nombres eran Miyano Hiroshi, Jo Kamisaku, Minato Nobuharu y Watanabe Yasushi: uno de ellos (Kamikasu) era un miembro de bajo nivel de la Yakuza (la mafia japonesa), hecho que utilizó para amedrentar a Junko y obligarla a obedecer.
Debido a que la joven había desaparecido de manera intempestiva, los jóvenes temían una posible denuncia de sus padres, por lo que la obligaron desde el principio a llamar y decir que se había fugado, pero que se encontraba bien, en casa de un amigo. La joven pensó que la dejarían libre luego y les obedeció… lamentablemente, jamás volvería a ver (o hablar) con sus padres.
El primer día, los jóvenes violaron, uno tras otro, a la estudiante, que no pudo hacer nada para defenderse. Esto, que ya hace de esta una historia espantosa, palidece ante las torturas que Junko habría de sufrir en los días siguientes de su cautiverio.
44 días de pesadilla
Los primeros 10 días
A lo largo de más de un mes los jóvenes torturaron de manera horrible a Junko. Originalmente la obligaron a permanecer desnuda, le dieron muy poco alimento y agua y la violaron de manera repetida. Así mismo, la obligaron a introducirse en la vagina todo tipo de objetos (incluyendo un bombillo) y a masturbarse enfrente de un grupo de personas que la miraban mientras tomaban cerveza.
Entre el día 10 y el día 30
La situación comenzó a empeorar. No es posible comprender qué pasaba por la mente de los cuatro jóvenes, que comenzaron a tratar con más y más dureza a la joven. En vez de darle alimento, le daban cucarachas y orina como único alimento, y comenzaron a golpearla repetidamente. A partir del décimo día la empezaron a colgar y a usarla como saco de boxeo.
Las violaciones también se convirtieron en algo cotidiano. A lo largo de los 44 días la joven sufrió más de 400 violaciones, por parte de un número desconocido de personas. Porque (y aquí viene lo más tenebroso del asunto) los jóvenes no mantuvieron en secreto su crimen. De acuerdo con su testimonio, más de 100 personas fueron testigo de la situación en la que se encontraba la joven… y sin embargo, ninguna fue capaz de informar a las autoridades. Incluso el padre de uno de los jóvenes lo sabía, pues vivía con ellos en la casa.
Los últimos días de vida de Junko
La situación siguió empeorando. Además de los golpes y las violaciones, la joven fue quemada con cigarrillos. Un intento de escape casi le cuesta la vida, y sus órganos internos comenzaron a fallar. Se cuenta que en un momento, en torno al día 20, vomitó un vaso de agua que le brindaron: su estómago era sencillamente incapaz de aceptarlo.
Los últimos diez días los tratos empeoraron aún más debido a un heroico intento de escape de la joven, en el que alcanzo el teléfono y fue detenida justo antes de realizar una llamada por ayuda. A estas alturas su cuerpo ya se encontraba horriblemente lesionado y era un milagro que hubiera sobrevivido, sin embargo, los jóvenes no contemplaron su estado y comenzaron a quemarla sistemáticamente con cera. Así mismo, lesionaron sus párpados con un cigarrillo ardiente, le arrancaron el pezón derecho y le insertaron unas tijeras en la vagina. En este punto su estado era tan lamentable que tardaba una hora en llegar al baño.
El día 44 la joven ganó una partida de Majhong. Como represalia, los jóvenes la golpearon brutalmente y encendieron sus piernas y brazos en llamas. Su cuerpo resistió algunas horas, pero murió luego, en una agonía horrible, sola.
El descubrimiento del crimen
El crimen de Junko no tiene nombre. Los jóvenes la lanzaron en un contenedor de gasolina lleno de cemento y la abandonaron en una región periférica de Kioto. El escondite resultó ser bastante bueno, pero un año después la policía la encontró y comenzó a buscar pistas sobre el caso de la joven. Poco tiempo después los jóvenes fueron arrestados, pero como eran menores de edad sus sentencias fueron ridículamente cortas para lo horrendo de sus actos. El que más tuvo que pagar apenas tuvo una sentencia de 17 años.
Se cree que nadie ayudó a la joven por el temor a Kamisaku, quien a la sazón hacía parte de la mafia japonesa. Sin embargo, la opinión pública del país se indignó no solo ante la incapacidad de la justicia para actuar, sino ante la indiferencia de un centenar de personas que dejaron que una joven inocente muriera.
Al final, Junko murió en vano. Su caso horrorizó a la opinión pública, pero no cambió nada en la legislación del país. Sus torturas no sirvieron para nada, pues varios de sus victimarios ya están libres. Esta horrenda historia no tiene ningún final feliz, o siquiera justo.
¿Conoces alguna historia semejante?
Fuente de imágenes: 1: hbvtux.files.wordpress.com, 2: adimensional.com.mx, 3: i.ytimg.com