Los Estados Unidos en Filipinas
En el año 1898 la Guerra de Independencia Cubana desató la intervención de los Estados Unidos en la isla (interesados, como siempre, en mantener su dominio en América), lo que llevó a un escalamiento del conflicto con España y a la llamada Guerra Hispano – estadounidense, que llevaría a este país a perder sus últimas colonias (Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas).
Tras la derrota de España el gobierno de los Estados Unidos comenzó una campaña para la conquista del territorio filipino y la creación de un gobierno colonial norteamericano en la isla. El norte, mayoritariamente cristiano, fue relativamente fácil de pacificar, pero en las regiones del sur las poblaciones musulmanas no aceptaron tan fácilmente el dominio norteamericano. Grupos de juramentados atacaron sistemáticamente las posiciones de los soldados estadounidenses y, pese a su pésimo armamento, lograron desestabilizar sus posiciones y sembrar el terror entre sus tropas.
En muchas ocasiones, los juramentados no iban armados más que con cuchillos, pero eran capaces de infiltrarse entre la población y herir con seriedad (a veces matar) a los norteamericanos. Por esta razón el comandante John Pershing comenzó a idear una solución que le permitiera acabar con los ataques y garantizar la seguridad de sus hombres.
Un plan maquiavélico
Su idea fue tan brillante como maquiavélica. Pershing sabía que los musulmanes tienen prohibido comer cerdo, e incluso entrar en contacto con su sangre. Así pues, se cuenta que cuando capturó un grupo particularmente grande de juramentados y los condenó a muerte, decidió mostrar a la población, de manera pública, cómo impregnaba de sangre de cerdo las balas con las que estos hombres serían ajusticiados. Una vez vieron que la sangre de las balas se mezclaba con la sangre de los juramentados, condenándolos al infierno, sus colaboradores dejaron de apoyarlos por temor a sufrir la misma suerte.
Este maquiavélico plan es negado por algunos historiadores que afirman que Pershing buscaba entenderse con los musulmanes, respetando sus costumbres y aprendiendo el Corán en el proceso. Sea verdad o mentira, la leyenda de las “balas de cerdo” se convirtió en una leyenda de dominio estadounidense y en un maquiavélico ejemplo de estrategia militar. ¿Conoces algún caso parecido?
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