Fantasmas en la Primera Guerra Mundial
En un artículo pasado hablábamos de la improbable victoria de una división del ejército británico ubicada en Mons, cerca del lugar donde los arqueros del Rey Henry V lograron resistir el ataque de una fuerza francesa muy superior y salvar milagrosamente la vida del Monarca durante la Guerra de los 100 años. En aquel entonces varios centenares de arqueros perdieron la vida luchando por su amada Inglaterra.
6 siglos después, en el momento más crítico, los soldados británicos afirmaron que vieron cuerpos de arqueros desperdigados como si ellos hubieran recibido las balas alemanas, y hasta se reportó el hallazgo de heridos y muertos por flechas en el lado germano. Parecía como sí los arqueros de Agincourt se hubieran levantado una última vez para defender a sus hermanos ingleses.
En su momento supuse que esto era una casualidad, pero parece ser que Mons tenía una cierta atracción por los eventos sobrenaturales, pues hubo otra aparición misteriosa en aquel mismo lugar. En esta ocasión se trataba de un animal hambriento que parecía odiar a ambos bandos: tanto británicos como alemanes sufrirían el ataque del llamado Sabueso de Mons.
Orígenes de la leyenda
No fue hasta después de la Guerra que se popularizó la leyenda del Sabueso de Mons, algo que por lo demás no resulta sorprendente, pues muchas cosas se ocultaban en los medios con miras a mantener la moral de las tropas. Fue un canadiense llamado F. J. Newhouse quien la narró a un periódico norteamericano, y pronto muchos otros soldados comenzaron a confirmar partes de la misma y a añadir sus propios detalles. La leyenda, a grandes rasgos, va como sigue:
La aparición del Sabueso
Todo comenzó cuando un capitán de apellido Yeskes y cuatro hombres del batallón de fusileros de Londres se internaron en la “Tierra de Nadie” (aquel tétrico lugar entre las trincheras de uno y otro bando donde se apilaban los cadáveres) con miras a realizar una patrulla. Los hombres se internaron en la oscuridad de lo desconocido para jamás retornar a la seguridad de las trincheras británicas.
Esto no era algo anormal de por sí (no en vano se le llamaba “Tierra de Nadie”), lo perturbador llegó cuando se encontraron los cuerpos de los soldados y notaron las horribles marcas de dientes en sus gargantas degolladas. ¿Qué había sucedido?
Los días siguientes la cosa comenzó a ponerse más y más tétrica. Soldados de ambos bandos oyeron un espantoso rugido proveniente de la Tierra de Nadie que según cuentan hizo que muchos consideraran con seriedad la posibilidad de una retirada táctica. Y las patrullas que se enviaron a la zona pronto comenzaron a aparecer con las mismas horribles heridas: esto se repitió por días tanto en el bando aliado como en el alemán (lo que indicaban los ocasionales alaridos desesperados de soldados alemanes que se encontraban, a su vez, patrullando la frontera).
Las cosas siguieron así por un largo periodo de casi dos años cuando, de repente, los ataques cesaron. Nadie sabe qué llevó al monstruo a dejar en paz los hombres de las trincheras, pero en cualquier caso para entonces ya se había plasmado vívidamente en la imaginación de los soldados que a cada paso veían la inmensa silueta gris de un gran sabueso durante sus periódicas visitas a la Tierra de Nadie.
¿Fantasma o demonio?
El animal vino a conocerse como el Sabueso Fantasma de Mons, pero pronto comenzaron a correr rumores con respecto a su verdadera naturaleza. Según algunos, no se trataba de una criatura fantasmal, sino de un monstruo de carne y hueso, un engendro salido de los laboratorios nazi de experimentación y que había sido pensado originalmente como un arma. De acuerdo con Newhouse, había sido un científico alemán llamado Gottlieb Hochmuller quien realizara el fantasmagórico experimento con el objetivo de inocular la mente de un hombre maniático en un sabueso.
De acuerdo con el relato, que se ponía cada vez más y más bizarro, el cerebro del hombre habría sido extraído y colocado en el cuerpo del sabueso, y el nuevo engendro había sido entonces entrenado para perseguir y asesinar soldados. Luego lo habrían soltado en el campo para que realizara su trabajo.
¿Hasta dónde llega la verdad?
Dicha historia es difícil de creer. Hoy día nos resultaría casi imposible trasplantar el cerebro de un hombre en un perro, por lo que es muy improbable que dicha hazaña fuera tan fácil hace un siglo. Y además no hay manera de comprobar que el tal Dr. Hochmuller realmente existió, o que realizó estos experimentos.
La leyenda del sabueso, sin embargo, es más interesante en la medida en que proviene de diversas fuentes que parecen concordar entre sí. Posiblemente la historia de Newhouse fuera un invento que se popularizó en las trincheras para explicar las fantasmagóricas apariciones y el terror que suscitaban. Pero entonces, ¿qué era el sabueso de Mons?
Siempre cabe la posibilidad de que fuera un perro real, pero en medio de las balas dudo mucho que un animal sobreviviera por mucho tiempo. Es poca, además, la necesidad que tendría una de estas criaturas de atacar a humanos sanos en un escenario en el que los muertos eran lo que más abundaba.
No, si la leyenda es real seguramente se deba a una verdadera aparición. A fin de cuentas, aquellos soldados estaban en un verdadero infierno en el que la muerte misma creó su propio campamento. ¿Por qué no podría llegar allí un verdadero demonio?
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