Las salamandras
Muchos animales tienen la capacidad de regenerarse. En el caso de los moluscos, resalta, por ejemplo, la capacidad del pulpo para recuperar sus extremidades perdidas, incluso cuando fueron arrancadas por completo. Y dentro de los artrópodos, resalta la capacidad de las arañas para reconstruir una de sus patas siempre y cuando haya sido arrancada por la articulación. Sin embargo (y lamentablemente para nosotros) entre los vertebrados, dichas habilidades están mucho menos generalizadas. Y en particular en los vertebrados terrestres son prácticamente inexistentes… excepto por el caso de las salamandras.
En algunas regiones, particularmente en América Latina, se le denomina salamandras a algunas especies de lagartijas. En verdad, una salamandra es un anfibio, pariente cercano de las ranas que vive en pequeños riachuelos, arroyos y lagunas de agua dulce y que se alimenta de insectos, gusanos y otros animales pequeños. Abundan más en el viejo continente que en América, por lo que no extraña que en muchas regiones (ante todo en Sudamérica) sean casi desconocidas.
Pues bien, estos pequeños animales tienen las habilidades más sorprendentes de regeneración de todos los tetrápodos (los tetrápodos somos los descendientes de los primeros vertebrados de cuatro patas que invadieron la tierra): todas las especies son capaces de regenerar completamente sus patas, cola y órganos vitales (incluyendo el corazón) durante su juventud y algunas incluso son capaces de hacerlo en la edad adulta. Se trata de una habilidad prácticamente única en los vertebrados.
La regeneración de los tetrápodos
En mayor o menor medida, todos los vertebrados tenemos cierta capacidad de regeneración. Los sapos y las ranas, por ejemplo, pueden reconstruir sus patas… siempre y cuando las pierdan antes de que su metamorfosis esté completa. Varios peces pueden regenerar aletas, branquias u otros órganos. Y una habilidad poco conocida: los seres humanos somos capaces de regenerar nuestra última falange en caso de sufrir un accidente en un dedo.
Un ejemplo (un tanto gráfico) de la regeneración de una falange en una persona
Aunque el sistema funciona mejor en niños que en adultos, parece ser una habilidad generalizada: las personas que pierden la punta del dedo suelen ver que esta crece de nuevo, al menos de manera parcial. Lo que parece indicar que nuestras habilidades regenerativas no están del todo desaparecidas, solo muy, muy atrofiadas.
Pero no somos solo nosotros. Entre los reptiles, sólo algunas especies de lagartija son capaces de regenerar su cola, e incluso ellas sólo pueden hacerlo un número limitado de veces. Las aves parecen aún más incapaces que los mamíferos de reconstruir sus partes dañadas o perdidas. ¿Por qué sólo las salamandras mantuvieron a completa capacidad esta habilidad? ¿O es que acaso la desarrollaron aparte de los demás grupos de tetrápodos?
Los caprichos de la Evolución
Responder esta pregunta era algo difícil… hasta ahora. Pues nuevas investigaciones en recientes hallazgos paleontológicos le apuntan a lo que parece ser la habilidad generalizada de regenerar sus cuerpos en los primeros grupos de anfibios.
Los investigadores analizaron decenas de fósiles de varias especies primitivas de anfibios (en particular la especie micromelerpton credneri, que vivió hace unos 300 millones de años) y notaron evidencias que indicaban regeneración de patas, pues mostraban los mismos cambios que la pata de una salamandra. Aunque la evidencia no es concluyente, todo parece indicar que las especies más primitivas de tetrápodos descendían de un pez capaz de regenerarse casi por completo.
Pero entonces, ¿por qué perdimos nuestra habilidad de regeneración a lo largo de nuestra evolución?
Habilidades perdidas que podrían volver a adquirirse
Es extremadamente complicado dar respuesta a esta pregunta. Seguramente el aumento en la complejidad de las partes corporales, su especialización y la inversión de grandes cantidades de energía en su fabricación hizo inviable pensar en la regeneración de las mismas. Además de ello, quizás un animal más desarrollado no tenía necesidad de regenerar un miembro (que difícilmente perdería) y por lo tanto dichos genes se tornaron innecesarios antes de volver a ser necesarios.
Sin embargo, el hecho de que en algún momento de la Historia nuestros antepasados fueran capaces de regenerarse indica que podría ser una habilidad recuperable. En este momento varios equipos se encuentran analizando a fondo la capacidad de las salamandras para realizarle lo que algunos llaman “ingeniería inversa”, esto es, un análisis profundo que permita comprender cómo funciona.
El «paso a paso» de la regeneración en salamandras que los investigadores esperan replicar en humanos
Hasta el momento, todo parece estar vinculado con unas células llamadas macrófagos que se acumulan rápidamente en las heridas de las salamandras y cuya aparición está vinculada a la reconstrucción de sus miembros. En los casos en los que dichas células se suprimieron de manera artificial, la salamandra fue completamente incapaz de regenerarse.
Los seres humanos también tenemos macrófagos, pero tienen un papel preponderante en el sistema inmunológico y, que sepamos, no están relacionados con la regeneración. Sin embargo, el solo hecho que tengamos las células abre la puerta al posible desarrollo de un tratamiento.
James Godwin es uno de los científicos que se encuentra estudiando las habilidades de las salamandras. En la Universidad de Monash, en Melbourne, este investigador del Instituto de Medicina Regenerativa Australiana (ARMI por sus siglas en inglés) considera que la creación de un tratamiento que permita que los amputados regeneren sus miembros perdidos es posible y viable y podría ser una pronta realidad en la medicina del siglo XXI.
Fuente de imágenes: 1: i1-news.softpedia-static.com, 2: mebo-international.com, 3: industrytap.com