¿Cómo se sentiría despertar un día y notar que no se puede pronunciar ni si quiera media palabra, pero lo que es peor: ni el más remoto sonido…?
Como si las cuerdas bucales de repente desaparecieran. No obstante, pasa un día, una semana, un mes, un año, diez años y todo sigue igual. Con escasas y complicadas formas para comunicarse con los demás y por consiguiente, con las relaciones prácticamente desechas.
Esto fue lo que lo que vivió Marie McCreadie, para entonces una niña de 12 años. Según las monjas y la comunidad espiritual de su localidad, todo se debía a una maldición del diablo. Versión que le causó serios problemas en su colegio y motivó a su familia a internarla en una clínica psiquiátrica, pasando por un verdadero infierno. Aquí está su historia:
Marie nació en Inglaterra, pero luego se fue hacia Australia al cumplir 12 años, por las labores de sus padres. La niña estaba disfrutando la etapa de adaptación en su nueva ciudad y colegio, pero un día se levantó sin voz y no halló explicación alguna. Además, la aquejaba un fuerte dolor de garganta y tenía síntomas gripales. Dos días más tarde, fue diagnosticada con bronquitis
Gracias a los cuidados médicos, no demoro mucho en el hospital y se mejoró de todos los síntomas, tanto de la fuerte fiebre, dolores, malestar, etc., todo excepto que n recobró su voz. Esperó más de un mes pacientemente, pero los días siguieron y nada cambió. Así fueron trascurriendo los años y ella se resignaba poco a poco a que quizá jamás volvería a pronunciar palabra alguna.
Cuando se reía, no emitía ni si quiera un susurro, al igual que cuando tosía. No había ni una minúscula vocecita ronca. Era como si un silencio poderoso la hubiese invadido y la mayor lucha de Marie McCreadie, era no entrar en desesperación y calmarse todo el tiempo. Los galenos estaban totalmente confundidos y no se ponían de acuerdo en el diagnóstico.
Algunos médicos afirmaban que todo era causado por una laringitis, pero otros defendían la teoría de un posible mutismo histérico, así es como se define al trastorno de la capacidad vocal, sin ningún otro cambio en el organismo físico, inducido por un problema psicológico que incita a quien lo padece, a mantenerse callado de forma obstinada.
Empero, la chica no creía en nada de lo que los supuestos especialistas de la medicina estaban diciendo, porque ella sabía bien que no se estaba empeñando en permanecer en silencio, sino que simplemente no podía decir ni mu. Su vida era espantosa, puesto que no podía hablar por teléfono, ni tampoco pedir ayuda o auxilio cuando se le presentaba un accidente o emergencia.
La única manera que tenía para comunicarse con las demás personas era escribiendo, aunque solía emplear las manos y las señas. En su colegio, los compañeros no entendían su terrible condición y las burlas eran siniestras. Pero lo más impactante de todo, es que las mismas religiosas que eran las docentes y tutoras de los menores, promovieron uno de los peores casos de bullyng que se conozca.
Aquella comunidad religiosa que dirigía el colegio, llegó a la conclusión de que la jovencita estaba así por culpa de una maldición del demonio y por lo tanto, debía tratarse de una chica pecadora y mala persona, haber realizado un acto de suma crueldad para que le hubiese acontecido semejante “castigo divino”, como ellos lo veían.
Entonces los compañeros empezaron a creer firmemente en esa historia y la señalaban cada instante como la hija del diablo y le gritaban que confesara sus pecados para que así fuera perdonada y sanada. Cada día llegaba llorando a su casa, luego de clases.
“Podía llegar a ser muy frustrante. No podía dar mi opinión, especialmente si la persona con la que estaba hablando o discutiendo un tema se daba la vuelta y se marchaba … No podía decir lo que quería. Tenía toda esa rabia e ira dentro que no podía liberar. “Yo solo quería gritarles, pero me lo tenía que guardar todo para mí. Tenía toda esa rabia e ira dentro que no podía liberar. Estaba enojada conmigo misma por no poder comunicarme y me culpaba por eso”, recuerda Marie, con lágrimas en sus ojos.
Como la joven se negaba a confesar sus pecados, le negaron toda entrada a la iglesia, donde cada viernes eran llevados los estudiantes de esa institución académica, pero era obligada a quedarse en la puerta, hasta que todos salieran de la ceremonia.
La internaron en un hospital psiquiátrico
Al cumplir 14 año de edad y al no haber ninguna mejoría, su familia decidió internarla en un hospital psiquiátrico, persuadidos por la perspectiva médica que insistía en que Marie estaba empeñada en mantener silencio rotundo.
“Eso fue un infierno, una pesadilla. Había drogadictos, personas con crisis nerviosas, una mujer que creo que había sufrido abusos… Yo era la más joven y era muy influenciable”, relata.
Fueron seis meses de un dantesco padecer, con la esperanza de que de pronto así efectivamente recuperaba su tan anhelada voz. Pero no sucedió así. Entonces no le quedó más remedio que aceptar su situación y rehacer su vida lo mejor posible. Así ya a los 25 años de edad, cuando estaba laborando, empezó a toser crónicamente y le salía sangre por la boca.
De inmediato llamaron una ambulancia y fue remitida a un centro hospitalario, donde le extrajeron una moneda de 3 peniques, misma que según el cuerpo médico llevaba atascada en la garganta de Marie por más de 12 años. Ella asegura no recordar de qué manera semejante objeto llegó hasta allí dentro.
La explicación de los profesionales fue que debido a la presión que efectuaba la moneda sobre las cuerdas bucales, cualquier posibilidad de habla quedaba reducida a cero. Finalmente Marie pudo recuperar su voz y asegura que ha sido el momento más feliz de su vida. La primera llamada que hizo entonces, fue a su madre, que escuchó su voz entrecortada, pero del llanto que no podía controlar de la alegría y la emoción.
La moneda la usa de vez en cuando como pulsera y como recuerdo de algo que le ambió la vida para siempre.