La Neuroquímica Emocional

La Neuroquímica Emocional

Alteración Bioquímica del Cerebro Ante el Trauma, Estrés y Ansiedad

La bioquímica cerebral es una rama de la bioquímica que se enfoca en el estudio de los procesos químicos que ocurren en el cerebro y el sistema nervioso central. El cerebro es un órgano altamente complejo que desempeña un papel crucial en el control de diversas funciones corporales y procesos cognitivos. Esta rama examina las moléculas y los procesos químicos que son fundamentales para el funcionamiento del cerebro, como neurotransmisores, enzimas, receptores, proteínas y otros compuestos químicos presentes en el tejido cerebral.

La actividad neuronal, la comunicación entre las células nerviosas (neuronas) y la regulación de diversos procesos fisiológicos, como el aprendizaje y la memoria, son algunos de los aspectos clave que se exploran en esta disciplina. Algunos temas específicos de la bioquímica cerebral incluyen el estudio de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la acetilcolina, así como la identificación de rutas metabólicas y la comprensión de cómo ciertos compuestos químicos afectan la función cerebral. Sin embargo, cuando se enfrenta a situaciones de trauma, estrés o ansiedad, su compleja red bioquímica se ve alterada de manera significativa. Este artículo explora cómo estas experiencias pueden desencadenar cambios profundos en la química cerebral, afectando la salud mental y emocional.

Las Fisiologías del Trauma, Ansiedad y Estrés

La fisiología del trauma se refiere a las respuestas del cuerpo y del sistema nervioso frente a eventos traumáticos. El trauma puede ser físico o psicológico, y las respuestas fisiológicas a menudo están interconectadas con las respuestas emocionales y cognitivas.
Respuesta de «Lucha o Huida». Frente a un evento traumático, el sistema nervioso simpático (SNS) se activa, desencadenando la respuesta de «lucha o huida». Esto lleva a la liberación de hormonas del estrés, como la adrenalina y la noradrenalina, que preparan al cuerpo para reaccionar rápidamente.
Respuesta de «Inmovilización». En algunas situaciones de trauma, especialmente cuando la persona percibe que la «lucha o huida» no es posible, el sistema nervioso puede activar la respuesta de «inmovilización» o «congelamiento». En este caso, el sistema nervioso parasimpático predomina, reduciendo la actividad y disociando la mente del cuerpo como una forma de protección.
Liberación de Cortisol. El trauma puede activar el eje HPA, lo que resulta en la liberación de cortisol, una hormona del estrés. El cortisol desempeña un papel en la regulación de la respuesta inflamatoria y en la movilización de energía para hacer frente a la situación de amenaza.
Aumento de la Frecuencia Cardíaca y Presión Arterial. La activación del sistema nervioso simpático durante el trauma conduce a un aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial para mejorar el suministro de oxígeno y nutrientes a los músculos.
Respuesta Inflamatoria. La activación del sistema de respuesta al estrés, incluido el cortisol, puede modular la respuesta inflamatoria del sistema inmunológico. En el corto plazo, esto puede ser beneficioso para hacer frente a lesiones, pero en el largo plazo, la regulación inmunológica alterada puede contribuir a problemas de salud.
Amígdala. La amígdala, una región cerebral implicada en la respuesta emocional, puede activarse intensamente durante un evento traumático, contribuyendo a las reacciones emocionales intensas.
Hipoactividad del Córtex Prefrontal. La actividad del córtex prefrontal, que está involucrado en la regulación emocional y cognitiva, puede verse disminuida durante y después del trauma. Esto puede afectar la capacidad de procesar y contextualizar la experiencia traumática.
Memoria Traumática. La activación intensa del sistema nervioso durante un evento traumático puede afectar la formación y recuperación de la memoria, resultando en recuerdos traumáticos intrusivos. Es importante señalar que la fisiología del trauma puede tener efectos a largo plazo en la salud física y mental. Las personas que han experimentado trauma pueden desarrollar trastornos de estrés postraumático (TEPT) u otras condiciones relacionadas. El tratamiento puede incluir terapias que aborden tanto las respuestas fisiológicas como las consecuencias psicológicas del trauma.

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La ansiedad es una respuesta natural del organismo ante situaciones percibidas como amenazantes o estresantes. La fisiología de la ansiedad implica la activación de varios sistemas en el cuerpo, en particular el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino. Aquí hay una descripción general de la fisiología de la ansiedad:
Sistema Nervioso Simpático (SNS). La ansiedad activa el SNS, que es la rama del sistema nervioso autónomo responsable de la respuesta «lucha o huida». Esto conduce a la liberación de neurotransmisores como la adrenalina (epinefrina) y la noradrenalina (norepinefrina).

Aumento de la Frecuencia Cardíaca, El SNS acelera la frecuencia cardíaca para aumentar el flujo sanguíneo y suministrar oxígeno y nutrientes rápidamente a los músculos.

Hormonas del Estrés. La ansiedad desencadena la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol, que son producidas por las glándulas suprarrenales. Estas hormonas preparan al cuerpo para hacer frente a la situación de estrés al aumentar los niveles de glucosa en la sangre y mejorar la disponibilidad de energía.

Respiración. La ansiedad puede afectar la respiración. En situaciones de ansiedad, la respiración tiende a volverse más rápida y superficial, lo que puede llevar a hiperventilación. Esto puede tener efectos en los niveles de dióxido de carbono en la sangre y contribuir a síntomas físicos de la ansiedad, como mareos o entumecimiento.

Sistema Gastrointestinal. La ansiedad también puede afectar el sistema digestivo, causando síntomas como náuseas, malestar estomacal o diarrea. Esto se debe a la redistribución del flujo sanguíneo y cambios en la actividad del sistema nervioso entérico, que controla la función gastrointestinal.

Amígdala. Una estructura clave en el cerebro, la amígdala, desempeña un papel central en la respuesta de ansiedad. Detecta y evalúa las amenazas, activando respuestas fisiológicas y conductuales.
Corteza Prefrontal. Esta región del cerebro está involucrada en la regulación emocional y cognitiva. En situaciones de ansiedad, puede haber una disminución en la actividad de la corteza prefrontal, lo que puede afectar la capacidad para procesar la información de manera racional y calmada.

La ansiedad normalmente es una respuesta adaptativa que prepara al organismo para enfrentar desafíos. Sin embargo, cuando la ansiedad es persistente o desproporcionada en relación con la amenaza percibida, puede convertirse en un trastorno de ansiedad. El entendimiento de la fisiología de la ansiedad es crucial para desarrollar estrategias de manejo y tratamiento efectivas. Enfoques como la terapia cognitivo-conductual y, en algunos casos, medicamentos ansiolíticos, pueden ser utilizados para abordar la ansiedad clínica.

El estrés, una reacción evolutiva diseñada para enfrentar situaciones desafiantes, desencadena una serie de respuestas fisiológicas en el cuerpo humano. Desde la liberación de hormonas hasta la activación del sistema nervioso, la fisiología del estrés es un campo fascinante y complejo que involucra a diversos sistemas corporales.

Activación del Sistema Nervioso Autónomo: Cuando el cuerpo percibe una amenaza, ya sea real o percibida, se activa el sistema nervioso autónomo. Este sistema se divide en dos ramas: el sistema nervioso simpático y el parasimpático. El primero, conocido como la «respuesta de lucha o huida», prepara el cuerpo para enfrentar la situación de estrés. El segundo, por otro lado, trabaja para restablecer el equilibrio y la homeostasis después de que la amenaza ha pasado.

Liberación de Hormonas del Estrés. El estrés desencadena la liberación de hormonas, siendo el cortisol y la adrenalina las principales protagonistas. La adrenalina, también conocida como epinefrina, aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, preparando al cuerpo para la acción inmediata. Por otro lado, el cortisol aumenta los niveles de glucosa en sangre, proporcionando una fuente rápida de energía.

Respuesta Inflamatoria y Sistema Inmunitario. El estrés prolongado puede tener efectos sobre el sistema inmunitario. La inflamación, parte de la respuesta natural del cuerpo a lesiones o infecciones, puede aumentar en situaciones de estrés crónico. Esto podría explicar la conexión entre el estrés y algunas enfermedades crónicas, ya que la inflamación sostenida puede contribuir a problemas de salud a largo plazo.

Impacto en el Sistema Cardiovascular. La respuesta de lucha o huida tiene un impacto significativo en el sistema cardiovascular. El corazón late más rápido para bombear más sangre al cuerpo, y los vasos sanguíneos se contraen para dirigir la sangre hacia los órganos vitales. A largo plazo, esta tensión en el sistema cardiovascular puede contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

Cambios en la Función Gastrointestinal. El estrés también puede afectar la función gastrointestinal. La respuesta de lucha o huida puede inhibir la digestión a corto plazo, ya que el cuerpo prioriza la energía para actividades más inmediatas. Sin embargo, el estrés crónico se ha asociado con problemas gastrointestinales a largo plazo, como el síndrome del intestino irritable.

Efectos en el Sistema Nervioso Central. El estrés tiene impactos notables en el cerebro y el sistema nervioso central. Puede afectar la cognición, la memoria y la toma de decisiones. La exposición prolongada al estrés también se ha relacionado con cambios en la estructura cerebral y la neuroplasticidad, lo que puede influir en la salud mental a largo plazo.

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Neuroplasticidad y la Recuperación

Aunque estas alteraciones bioquímicas pueden ser desafiantes, el cerebro humano también exhibe una notable capacidad de adaptación, conocida como neuroplasticidad. La neuroplasticidad es la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y funcionamiento en respuesta a la experiencia y al aprendizaje. Esta propiedad fundamental del cerebro permite que las neuronas (células nerviosas) reorganicen y ajusten sus conexiones en función de las actividades y estímulos del entorno. Existen dos formas principales de neuroplasticidad:

  • Neuroplasticidad Estructural. Implica cambios físicos en la estructura del cerebro, como la formación de nuevas sinapsis (conexiones entre neuronas) o la reorganización de las dendritas y axones de las neuronas. Este proceso puede llevar a un aumento o disminución en el tamaño de ciertas áreas del cerebro.
  • Neuroplasticidad Funcional. Se refiere a la capacidad del cerebro para reorganizar sus funciones y actividades. Esto implica cambios en la actividad sináptica y en la eficiencia de las redes neuronales. Puede incluir la compensación de funciones en áreas dañadas o la adaptación a nuevas demandas cognitivas.
  • La neuroplasticidad ocurre a lo largo de toda la vida, aunque es más pronunciada durante las etapas tempranas del desarrollo cerebral. Se ha demostrado que la plasticidad cerebral desempeña un papel crucial en el aprendizaje, la memoria, la recuperación después de una lesión cerebral y la adaptación a nuevas experiencias.
  • Aprendizaje y memoria. Cuando aprendemos algo nuevo, se establecen nuevas conexiones sinápticas entre las neuronas.
  • Recuperación después de lesiones cerebrales. Después de una lesión cerebral, las neuronas cercanas pueden reorganizarse para asumir funciones de las áreas dañadas.
  • Adaptación a cambios sensoriales. Por ejemplo, en personas con discapacidades visuales, las áreas del cerebro responsables de la visión pueden ser reclutadas para procesar información táctil o auditiva.
  • Cambio estructural en respuesta a experiencias repetidas. La práctica constante y la repetición de ciertas tareas pueden llevar a cambios estructurales en el cerebro que respaldan el rendimiento mejorado en esas tareas.

La terapia y el apoyo adecuados pueden ayudar a remodelar circuitos neuronales y restaurar el equilibrio bioquímico. Intervenciones como la terapia cognitivo-conductual, la medicación y las prácticas de autocuidado, como el ejercicio y la meditación, pueden ser parte integral del proceso de recuperación. Estas intervenciones no solo abordan los síntomas emocionales, sino que también impactan positivamente en la bioquímica cerebral.

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Fuentes:

  1. scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-92272010000500006
  2. neurofeedback.cat/que-es-la-neuroplasticidad/
  3. carolinabraincenter.com/es/holistic-healthcare/neuro-physiologic-imbalance/
  4. cuidateplus.marca.com/enfermedades/psiquiatricas/depresion.html

Imágenes: 1. bbvaopenmind.com 2. crianzapositiva.org 3. lavanguardia.com 4. fundacioncromos.org

Bibliografía ►
El pensante.com (diciembre 12, 2023). La Neuroquímica Emocional. Recuperado de https://elpensante.com/la-neuroquimica-emocional/