Un joven con mucho talento
Michael Paterson sería un niño nacido de una familia clase media en Nueva Gales, territorio inglés. Su talento con la actuación se vería muy pronto, pero opacado a su vez por las relaciones que tenía con sus maestros y compañeros del instituto. Desafortunadamente fue expulsado muy joven de aquí por agredir a su maestro de artes con una mesa que le puso encima. De esta manera los padres del muchacho, fueron muy comprensibles con él y dejaron elegir a Michael un trabajo en el que ocupara su tiempo libre.
Él comenzó a trabajar lavando platos en un restaurante, pero no duró mucho porque su jefe lo trataba muy mal y le pagaba poco. Desde ese momento Michael intentó ser más antisocial que antes y robo la caja del negocio, fugándose con otra empleada. Con el tiempo ella sería su primera esposa y la madre de su único hijo.
Pero no pudo ocuparse de ser un padre ejemplar, siempre cuando tuvo la ocasión de atacar a los policías o a persona que intentara invadir su espacio, los agarraba a golpes sin soltarlos, eso sí, Michael nunca asesinó a nadie, lo máximo era particiones de extremidades a los que intentaban golpearlo. Un día por robo, a sus 19 años fue llevado por primera vez a la cárcel, por intentar matar un soldado luego de salir de un bar.
La primera estadía en la cárcel
El joven se cambió el nombre a Charles Bronson, en honor a un peleador muy conocido en ese momento en el mundo británico. Transcurrían los años setentas y luego de una pena de 7 años, se le multiplicó su condena a más de 24 años por agresión a cualquier persona que se le acercara. Fue confinado inicialmente a las celdas de castigo pero aún en estos lugares Bronson no escatimaba oportunidad para irse a los golpes contra los vigilantes que en un descuido, podían recibir muchos golpes de este vándalo social.
Le gustaba aplicarse vaselina o betún alrededor del cuerpo, con esto los vigilantes tenían dificultad al agarrarlo y Bronson aprovechaba para golpearlos fuertemente. Después de unos años, el recluso fue enviado a muchas cárceles de máxima seguridad alrededor del país. En todas siempre ocasionó muchos disturbios y su cuerpo se convirtió en una amalgama de cicatrices y golpes de las macanas.
Su estancia en el psiquiátrico
Ya no lograban hacer nada las autoridades con este antisocial, por lo que fue recluido en un hospital psiquiátrico. Según relatará después el mismo recluso en las memorias que escribiría veinte años después, la vida en este lugar era muy diferente a la fiesta que vivió cuando aún estaba en prisión. Eso debido a que en el hospital las personas eran llevadas con sacos de fuerza y les aplicaban sustancias para drogarlos y así evitar que los reclusos no ocasionaran problemas a los guardas en turno.
Por este motivo Bronson ideó un plan para escapar de este sitio, consistía en matar a otro loco que lo atormentaba, especialmente porque dicho loco se regocijaba con la violación percatada a una niña de 10 años, porque según él, había llegado al más puro amor. En ese momento el antiguo Michael intentaría su primer homicidio.
Por medio del ahorcamiento al otro recluso ganó volver a la cárcel, los guardas no pudieron separarlo hasta que aplicaron la macana eléctrica y aun así fue difícil neutralizar a Bronson. Su idea era que con el homicidio fuera llevado a una cárcel otra vez, pero lo que le deparó fue un lugar donde estaban recluidos los peores criminales de la isla, aquí él vivió su clímax de felicidad.
Pues por medio de la violencia hizo que los otros presos atacaran y destruyeran el lugar, la quema fue extensiva y lo único que pudo hacer la Reina de Inglaterra fue favorecer al recluso con la libertad. Pues así se libraría de su violencia y ahorraría en reclusos. El preso había hecho gastar al gobierno más de 1000 libras esterlinas en él.
La efímera libertad y la nueva reclusión
Con su libertad, Bronson viajó donde un tío que residía en Londres. Allí comenzó a trabajar en un cabaret y a ganarse la vida en peleas clandestinas, donde peleaba con gitanos, negros, escoses y muchas veces con perros callejeros. Lo peor que pudo pasarle fue enamorarse de una prostituta, eso lo volvió a llevar a la cárcel, con escasos 60 días de libertad.
El anillo de oro que robó de una joyería fue la evidencia que necesitaba la policía para volverlo agarrar. Bronson intentó escaparse pero la reclusión lo encontró y no lo soltó, a pesar de que en su fuga hirió a más de 10 vigilantes.
De nuevo en la cárcel, intentó lograr algo para su vida. Comenzó a dibujar y hacer caricaturas que reflejaban la miseria que el presidiario llevaba por dentro. Nunca más fue liberado de nuevo, sólo en otra ocasión en que no duró mucho tiempo en libertad, por lo que no vale la pena documentarla.
Aún hoy este individuo permanece en la cárcel e hizo famosa la imagen de los criminales que no quieren vivir una vida tranquila. Su verdadera vida es la reclusión porque aquí encuentra el motivo de su existencia, o sea la constante pelea contra otros. Bronson ha publicado muchos libros sobre las cosas que le rondan en su cabeza y el dinero de sus publicaciones siempre es donado a hospicios de huérfanos.
Fuente de imágenes: 1: crimethroughtimecollection.files.wordpress.com, 2 y 3: i.dailymail.co.uk.