En lo que era una colonia española mejor conocida actualmente como Panamá, un esclavo se paseaba por la playa cuando entre la arena encontró un bello objeto brillante, grande, de forma tan perfecta como el de una pera. Uno pensaría que el esclavo se quedaría con la joya, pero en realidad la devolvió a las autoridades con la esperanza de que su libertad sería su recompensa… y no se equivocó: el esclavo se convirtió en un hombre libre y la perla viajó a España.
Matrimonios destruidos
La perla quedó en posesión del Príncipe Felipe II de España, quien más adelante sería coronado como Rey y contraería segundas nupcias con María I de Inglaterra. El Rey le regaló a María, con motivo de su matrimonio, la enorme perla (que pesaba 56 quilates); la relación marchó perfectamente al principio, pero poco después Felipe abandonó a María.
Podríamos mencionar un sinfín de razones, que ocasionaron dicha diatriba: se decía que Felipe no encontraba realmente a María atractiva, y que el amor entre ambos era realmente algo unilateral, ella era la única que lo quería. Fue tal el desprecio de aquel hombre que ni siquiera visitó a María cuando ella se encontraba muy enferma.
También se decía que su matrimonio fue solo estrategia política y militar, algo muy habitual en la época, pues Felipe al obtener su título de Rey de España e Inglaterra dio por saldado el matrimonio. Entre las otras razones que podemos barajar, se encuentra que María, mejor conocida como María La Sangrienta (Bloody Mary) tenía la mala costumbre de decapitar a las personas que no le agradaban.
A María le gustaba usar su collar y se pueden encontrar varios retratos donde usa la joya. No obstante, al fallecer la Reina, la perla regresó a las manos de Felipe, quien antes de regresar a territorio español decidió .intentarlo con la media hermana, excuñada y sucesora legitima: Isabel I. Como podrán suponer la ahora Reina mandó lejos a Felipe, el cual no perdió el tiempo en darle alhaja a su tercera y más adelante cuarta esposa. No falta mencionar que estas alianzas tampoco duraron mucho.
Posteriormente su nieto, Felipe IV, le dio la bella perla a su segunda esposa llamada Mariana, pero este matrimonio tampoco duró y la perla permaneció en las arcas de la monarquía española durante 250 años.
Su paseo por la corte francesa
100 años después, cuando Napoleón Bonaparte se proclamó Emperador de Francia, nombró a su hermano José Bonaparte como Rey de España y por la tanto la esposa de éste, Julia, se convirtió en Reina y se convirtió en la siguiente dueña de la perla. Sin embargo, Julia no vivió mucho tiempo al lado de su marido lo que le ganó el apodo de La Reina Ausente, pues ella prefería pasar tiempo con su familia en otro castillo. José le heredó la perla a su sobrino Napoleón III, fue en esos momentos que la perla adquirió su nombre de La Peregrina, ya que cayó en las manos de una nueva dueña Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III. Lamentablemente el matrimonio de esta última pareja no duró.
En 1848, la joya fue vendida a un Duque llamado James Hamilton, quien le regaló la perla a su esposa Louisa. Empero, el amor de los Duques fue mucho más fuerte que la maldición, debido a que en más de una ocasión la Duquesa perdió la perla, pero siempre retornó a ella. No se sabe qué rompió la maldición, si fue un caso de amor verdadero, o simplemente el desapego que la duquesa sentía frente a su joya, pero lo cierto es que La Peregrina ya no sería la causa del final de cuanto matrimonio tocaba. Finalmente, la Peregrina fue heredada por el hijo mayor del Duque, quien al igual que su padre, gozó de un matrimonio muy feliz.
El destino final de La Peregrina
Eventualmente, la prenda fue vendida por el IV Duque de Hamilton a un joyero, el comerciante subastó la perla y fue adquirida por el actor Richard Burton por 37 mil dólares. Burton le regaló la prenda a su, en ese entonces, esposa Elizabeth Taylor (famosa actriz). Tristemente, la actriz aparte de ser conocida por sus papeles en Hollywood, también es conocida por sus desafortunadas relaciones, ya que antes de Burton, Taylor ya se había casado cuatro veces.
Sin embargo, a diferencia de los demás, con Burton se casó y se divorció dos veces, algo que lo hacía destacar de sus otros siete matrimonios. En 1976, en el segundo divorcio con Burton, Elizabeth seguía usando a La Peregrina (y es más, la rediseñó con otras joyas, para adaptarla más a su estilo). A la muerte de la actriz, la joya fue a dar a la casa de subastas Christies en donde fue subastada por 11 millones de dólares en el año 2011, y eso fue lo último que se supo de la perla, confiemos que la persona que la posea actualmente, goce de un bello y sano matrimonio.
Fuentes:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Perla_Peregrina
- https://www.galantiqua.com/2018/04/la-perla-peregrina-historia-de-una-joya-viajera.html
Imágenes: 1: galantiqua.com, 2: antrophistoria.com