La película El conjuro, también conocida como el expediente Warren en España, estrenada en el año de 2013, y que se hizo archiconocida en el mundo por sus escenas de terror y su trama, curiosamente no fue sólo ficción, sino que su trama se encuentra inspirada en los hechos reales que sucedieron en una granja de Harrisville, en el estado de Rhod Island, en Estados Unidos.
La verdadera historia de El conjuro
La familia Perron llegó hasta allí buscando comprar una propiedad, y lograron hacerse a la hacienda Arnold, lo que no sabían es que dicho acontecimiento cambiaría dramáticamente sus vidas.
La familia Perron estaba conformada así: Roger Perron, su esposa Carolyn y sus cinco hijas: Annie, Nancy, Christine, Cindy y April, y se trasladaron a Harrisville en el invierno del año 1970 buscando algo de paz y tranquilidad en el campo.
Sin embargo, al poco tiempo de mudados allí no sólo no llevarían una vida tranquila, sino que, como manifestaría la misma familia Perron, sufrieron allí la tortura de los espíritus por algo más de diez años.
La familia Perron se llegaría a enterar con el tiempo que más de 8 generaciones de familias habían vivido y muerto allí, inclusive en forma trágica entre los que están suicidios, envenenamientos, violación y asesinato de niños, etc.
Al comienzo los fantasmas eran un poco amigables, se escuchaban pasear por la casa, les daban el beso de las buenas noches a las niñas, empujaban los carritos y otros juguetes, o barrían la cocina de modo que la señora Perron encontraba los montoncitos de polvo en el centro de la cocina, esperando ser depositados en el cesto de la basura. En otras ocasiones hacían levitar las camas u otros objetos que eran arrojados luego contra el piso
Many era otro de los espíritus y los Perron creían que era el espíritu Johny Arnold y quien se había ahoracado colgándose de una de las vigas de la casa. Este espíritu solía aparecerse a las niñas y observar sus actividades diarias o contemplarlas en silencio mientras jugaban.
Pero la cosa no termina ahí, y algunos espíritus de la mansión Arnold eran todavía más agresivos e inclusive, demoníacos y, al parecer, llegaron al punto inclusive de violar a las niñas. En otras ocasiones las pellizcaban en la noche, o las tiraban de los cabellos, las puertas se cerraban solas, otro lloraba toda la noche o martirizaban a las niñas diciéndoles que en la pared habían enterrado a 8 soldados.
Sin embargo, el ente más aterrador era uno que no tenía forma humana. Su cara parecía una colmena cubierta de telarañas y cubierto el cuerpo de gusanos que se arrastraban por el. Se trataba de Bathsheba Sherman; al parecer se trataba de una bruja que hacía rituales satánicos y que se había ahorcado en uno de los árboles de la granja, cerca del granero. Su cuello se inclinaba a un lado y otro como si se hubiera fracturado y, según los Perron, todo se llenaba de un olor nauseabundo cuando se hacía presente.
Esta bruja al parecer durante su vida había inclusive matado a un niño en sacrificio al demonio, y varios de sus hijos no pasaron de la infancia. En la casa, la bruja llegaba inclusive a abofetear a Carolyn o golpearla con diversos objetos, la amenazaba con prenderla en llamas y, hacia el final, trató de tomar su cuerpo a la fuerza.
Allí fue donde los Perron no aguantaron más y llamaron a dos investigadores de fenómenos paranormales. Se trataba de Ed Warren y Lorraine Warren. Sin embargo, las cosas no saldrían nada bien, todo empeoraba y el Roger Perron terminó por instar a los Warren a que abandonaran el sitio.
Fue finalmente en 1980 cuando la familia abandonó finalmente la casa en la que, sólo por su situación económica difícil, habían vivido por 10 años.
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