Una leyenda inquietante, originada en los espesos bosques y encantadas selvas de Colombia, le ha dado la vuelta al mundo y no deja de causar asombro y curiosidad en todas esas regiones suramericanas. Es la “leyenda de la patasola”.
Puede embrujar y seducir a cualquier hombre a quien mire a los ojos
Según dicen, hasta los mismos animales la perciben y huyen espantados en manada, al percibirla, bien con el olfato, con sus agudos oídos o con su visión infrarroja y silvestre. Quienes la han visto, la describen como una dama con gran belleza, con un cabello abundante y del cual se deprenden serpientes de diversas tonalidades del color.
Dos agujeros fulgurantes son sus ojos, uno parecido al color de una brillante piedra de esmeralda y el otro, incandescente y rojo como un rubí. A través de ellos, cuenta la leyenda, puede ver entre las montañas y puede embrujar y seducir a cualquier hombre, con quien cruce una mirada directamente.
Pero ni qué decir de sus orejas, pues a quienes se les ha aparecido, dicen que cuelgan adornos plateados y luminosos, como una especie de candongas. Muchas más piedras preciosas y joyas invaluables cuelgan de su cuello, que algunos describen como el de una garza, así como también amuletos chamánicos y objetos raros.
Su boca también es de otro mundo: tiene unos labios color morados y muy sensuales, y dentro, dientes de oro y de diamantes puros, que generan la codicia más extrema en los hombres buscadores de placer, aventura y al mismo tiempo, de grandes tesoros, pero que los resulta matando su misma ambición. De acuerdo con la leyenda, quien se la encuentre de frente cae rendido ante la seducción de tantas joyas y voluptuosidad, pues por ejemplo, lleva los senos al descubierto y poseen una forma redonda y firme, que pocos resistirían la atracción a acariciar.
Habitantes de una región denominada “los llanos orientales”, en Colombia, los campesinos suelen contar generación, tras generación, que la Patasola tiene la cintura de una avispa y en ella, una serpiente cascabel vive enroscada. Sus brazos son enormes como los de un gigante orangután y se hallan adornados con pulseras doradas y talismanes mágicos. Inclusive, cuentan que vive apoyando las manos en el piso para poder sostenerse, aunque vaya erguida.
Pero lo más característico del cuerpo de esta entidad femenina, es que no tiene dos piernas ni dos pies, sino una sola pezuña con largas uñas a modo de garras. No hay animal que soporte el miedo para quedarse en el lugar donde se presente y salen masivamente huyendo, como las aves que salen pavorosas en bandadas, tan pronto como la perciben.
Los celos desgarradores de su ex marido
La leyenda tiene varios relatos, según la región, pero una buena parte asegura que todo comenzó cuando una mujer se casó con un hombre extremadamente celoso y a causa de esa terrible inseguridad, creyendo que lo estaba engañando con otro sujeto, le cortó una pierna con un hacha.
Al ver lo que había hecho, tal hombre la llevó hacia lo espeso del bosque, para que terminara de morir desangrada. Pero algo mágico e insólito ocurrió y esta mujer resultó convirtiéndose en un ente espantoso, al que han llamado “la patasola”. La pierna restante se transformó en una pesuña horripilante y relatan que cada vez que camina, hace temblar la tierra junto con toda la vegetación, especialmente los árboles que la veneran y adoran, bamboleándose estrepitosamente.
La leyenda coincide en todas partes, en que la Patasola suele quejarse con un lamento infernal, que va acompañado de un impactante eco que aterroriza a todos a quienes llega, teniendo como hogar los bosques encantados y las espesas selvas, sufriendo amargamente por un amor no correspondido y traicionero.
Algunos campesinos señalan que para poder defenderse y alejarla, utilizan un espejo puesto en el patio de la casa, para que cuando llegue el espectro, se observe en él y salga a toda velocidad a esconderse dentro de las montañas, a llorar y lamentarse por su horrible condición.
Otros tantos, utilizan una oración específica que la ahuyenta eficazmente. “Patasola, Patasola, lamento que vivas sola, pero si te atreves a agredirme yo te cortaré tus muletas, mejor vete y haz maletas”.
Imagen: flickr.com