Diversos elementos que consumimos en la actualidad, fueron creados con otros fines y llegaron a ser de los más populares, como resultado de un inesperado efecto que logró un gran triunfo comercial, pero no precisamente por la razón con la cual fueron fabricados, sino que los clientes los tomaron pensando que eran para otra cosa. Veamos:
Los clínex
Esta marca de pañuelos, resultó siendo tan exitosa, que la Real Academia Española introdujo su nombre como una palabra del abundante léxico del idioma. Al principio, la empresa Kimberly Clark los sacó al mercado, como un producto dirigido a las mujeres y el proceso de desmaquillaje. Pero pronto se comenzaron a escuchar comentarios muy populares, que decían que servían muy bien para los resfriados por su practicidad.
El plástico de burbujas
Esto es algo que a grandes y chicos les encanta. No tanto para lo que fue creado, lo cual es servir como envoltorio protector de objetos delicados, sino que la mayoría de personas lo usan para disfrutar de la agradable sensación de explotar las burbujas, que además resulta desestresante.
El Listerine
Es «el enjuague bucal más famoso del mundo». Fue creado originalmente por Jordan Lamber y Joseph Lawrence en el año 1879, como un antiséptico para cirujías y como un especial remedio para curar la gonorrea. A mediados de 1888, una publicación en la prensa decía que este producto era muy eficaz contra los hongos de los pies. Poco tiempo después se convirtió en un aditivo propio de cigarrillos, luego se comercializó como cura contra la caspa y en 1920, acertó con el uso preferido y más lucrativo: higiene bucal.
El viagra
El nombre original de este medicamento es «sildenafilo» y se elaboró con el objetivo de que mitigara los problemas de hipertensión arterial, así como el mal de la «angina de pecho», pero cuando iniciaron los experimentos de prueba, se percataron de que poco servía para esas enfermedades y que producía erecciones muy prolongadas y notables. Desde ese momento, se comercializa como vigorizador sexual.
Cereales en el desayuno
Tampoco era la idea que sus inventores estaban persiguiendo. Aunque desde hace siglos y quizá milenios, los cereales han sido una comida de los seres humanos, pero tostados y dentro de una taza de leche, sólo hasta el siglo XIX se descubrió. Todo comenzó cuando John Kellog junto con su hermano Keith, se encontraban muy interesados en tratar problemas de salud, promoviendo el vegetarianismo y proponían eliminar el tabaquismo y el consumo de café, reemplazando la carne y la cafeína por bebidas a base de cereal. Cierto día en que dejaron cocinando una gran cantidad de granos de maíz, mientras realizaban una diligencia, al regresar algo tarde hallaron que el maíz se había endurecido y para no perderlo, decidieron formar una masa blanda, con el que sacaron pequeños copos que hornearon y se convirtieron en las hojuelas que en millones de hogares se sirven en la mañana.
La Coca Cola
Este refresco, cuya receta es uno de los secretos más grandes del mundo, tuvo un principio bien particular; el farmacéutico John Pemberton, en el siglo XIX, era adicto a la morfina, misma que usaba para curar las heridas que sufrió por haber participado en la guerra civil de Estados Unidos. Cuando quiso dejar la adicción, necesitó hallar con qué sustituir la sustancia y preparó una bebida a base de coca y alcohol, a la cual llamó: «Pembertons French Wine Coca», que luego sería jarabe para dolores estomacales. Nunca imaginó que se transformaría en una de las bebidas más famosas.
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