Con frecuencia solemos encasillar a la inteligencia en la capacidad de resolver problemas o ingeniar algún tipo de solución, bien sea material o abstracta. En otras ocasiones también suele confundirse la inteligencia con la capacidad para memorizar o la facilidad para aprender. Sin embargo, esto crea un estigma pues, si alguien no encaja en este patrón, entonces se insinúa que esa persona no es inteligente, y si no es inteligente entonces quizás es lerda o tiene algún déficit de aprendizaje, lo cual es una generalización abrupta y polarizada.
Sin embargo, para el psicólogo Howard Gardner la situación es diametralmente opuesta y ha propuesto que la inteligencia no se reduce exclusivamente a las cuestiones académicas y que no es una capacidad fija, sino una capacidad desarrollable que combina varios tipos de inteligencias, por lo que una persona podría no tener desarrollado algún tipo específico de inteligencia, pero tener un gran potencial en otra. Los ocho tipos de inteligencia para Gardner son:
1. La inteligencia lingüística. Permite comprender las palabras, lo que implican en un contexto determinado, su significado y alcance, tanto en la escritura, lectura o a nivel oral. Dicha inteligencia es propia de escritores u oradores.
2. La inteligencia musical. Aun cuando una persona podría nacer con esta inteligencia, necesita estímulos para potenciarla. Permite la generación de músicos, cantantes, bailarines, compositores y relacionados.
3. Inteligencia lógica o matemática. Esta inteligencia es la que más se aproxima a la acepción tradicional de inteligencia, sin embargo, sólo hace uso del hemisferio lógico del cerebro. Es propia de personas que se dedican a las ciencias exactas y que hacen razonamientos tanto inductivos como deductivos.
4. La inteligencia espacial. Básicamente permite posicionarse en el espacio y proyectar en él. Muy a propósito para navegantes, arquitectos, ingenieros, escultores, decoradores y diseñadores y fotógrafos entre otros.
5. Inteligencia corporal, también llamada inteligencia kinestésica. Este tipo de inteligencia permite operar con el cuerpo en actividades que requieren movimiento, flexibilidad, fuerza, coordinación, equilibrio, muy a propósito para deportistas, contorsionistas, reparadores o para la ejecución de actividades manuales.
6. Inteligencia intrapersonal. Nos permite comprendernos a nosotros mismos, entender las necesidades que tenemos como persona, ver nuestras características, nuestra forma de actuar, entre otros. Esta inteligencia nos sirve al momento de tomar decisiones que nos implican como persona, evaluarnos y hasta meditar.
7. Inteligencia interpersonal. La anterior inteligencia nos permite relacionarnos con nosotros mismos, mientras que la inteligencia interpersonal nos permite relacionarnos con los demás, entenderlos, comprender el punto de vista ajeno, manejar las relacionas humanas, etc., algo muy provechoso para motivadores, personas implicadas en resolución de conflictos, psicólogos, relaciones diplomáticas, docentes, administradores o, inclusive, terapeutas.
8. Inteligencia naturalista. Este tipo de inteligencia permite tener una agudeza especial para observar el entorno y captar sus características, cambios o comportamiento, propio para sociólogos o antropólogos, aunque los biólogos son quienes más han desarrollado este tipo de inteligencia.
Como vemos, el asunto de la inteligencia o no de una persona no consiste en su capacidad para resolver problemas de lógica o matemáticos, y va más allá, y con seguridad todos tenemos más marcado algún tipo de inteligencia, una habilidad, un talento que nos permite resolver algún tipo específico de problema, innovar o desarrollar algo; razón más que suficiente para no decir que una persona sí es inteligente y otra no, que un niño es inteligente y otro no, pues la inteligencia no es más que la suma de una serie de inteligencias donde se halla más potenciada una que otra, donde quizás alguien puede resolver los ejercicios matemáticos, pero quizás no es muy listo para componer una sinfonía.
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