Un joven desafortunado
Siendo el efecto de las drogas bastante importante en el cuerpo de una persona, es fácil imaginar lo que pasa cuando una droga potente la toma alguien que tiene problemas en el cerebro. El caso de Richard Speck, muy sonado en el mundo, nos presenta una crónica roja que dejó todo un país temblando luego de los eventos del 14 de Agosto de 1966.
Richard Speck nació en 1941 y fue un joven problemático a raíz de la muerte de su padre y el matrimonio de su madre con un alcohólico que gustaba de maltratarlo. Recibió fuertes golpes en la cabeza que le ocasionaron inflamación de amígdala y también otros tipos de lesiones cerebrales que terminaron por generarle fuertes jaquecas que aprendió a controlar desde los 12 años con alcohol y drogas de la calle.
Vivían en Chicago y allí su familia de clase media baja era bastante disfuncional, lo que lo llevó a generar sentimientos de rencor y odio contra su madre. La mujer, víctima más que victimaria, era vista como justa, pero débil, por su hijo.
No soportando más se fue a Texas donde empezó a trabajar en varios oficios, primero como basurero, tendero y lavador de carros. Sus ingresos los gastaba principalmente en tatuajes que se hacía en todo el cuerpo
Su matrimonio fallido
Shirley fue la mujer texana que consiguió Speck para casarse. Como siempre, al principio todo era bello, pero luego de que tuvieran una hija comenzó a sufrir de ataques de celos (según algunas fuentes, bien sustentados) que terminaron con el hombre golpeando regularmente a su mujer. La relación pronto degeneró en un matrimonio tan disfuncional como aquel en el que había crecido, con el agravante de que Shirley era muy joven: tenía 15 años (él no más de 24).
Con el dolor y el odio característico de Speck, prefirió irse de Dallas a Chicago, no sin antes volverse un asaltante, pues consideró que la violencia era su manera de enfrentar el destino.No todo iba a ser para mejor y él lo sabía, pero por lo menos en Chicago no lo buscaba la policía estatal y podía iniciar una nueva vida. Lo primero era buscar trabajo, pero la cosa estaba difícil y en los muelles no había nada para él. Sólo préstamos de su hermana y su hermano le servían para vivir entre la penumbra de los bares donde conocería a un par de marineros que le inyectarían una sustancia líquida que lo volvería un asesino serial.
La masacre
Aquella noche Richard Speck buscó un lugar donde poder deshacer todas sus penas y terminó metiéndose en una casa donde vivían unas enfermeras que trabajaban en el distrito. Consiguiendo una pistola secuestró nueve chicas y las amarró con nudos marineros, pues había podido aprender el oficio en los días en que vivía con su cruel padrastro.
Allí encontró a Corazón Amurao, Gloria Deby y sus compañeras. Las jóvenes muchachas no pudieron resistirse y fueron amarradas y acuchilladas una por una, menos Corazón que pudo ocultarse debajo de la cama sin ser vista y Gloria, ella sufrió otra suerte menos agradable.
Ella fue martirizada y violada repetidas veces, en una horrible agonía que duró hasta que le diera un último cuchillazo y se fuera de ese lugar. Vale agregar que Corazón no dejó su lugar hasta el otro día, rompiendo las ventanas y gritando fuertemente por auxilio, pues indebidamente creyó que el asesino seguía en las otras habitaciones.
Rescatada por otros enfermeros fue llevada a un hospital cercano. Allí habló de lo que había pasado luego del shock de la noche anterior.
La habitación había quedado destruida. Había cadáveres por todo lado, sangre en el baño, debajo de las escaleras y en todos los sitios de la casa. Violó a muy pocas de las muchachas pero las que quedaron fueron ahorcadas con sus famosos nudos marineros y las obligó a mirar antes de degollarlas la navaja que usaba para asaltar sitios en Dallas.
Su captura
Al otro día Richard despertó normal, con una simple jaqueca característica de su día a día que no lo preocupó. Sólo el arma y la sangre en el esqueleto blanco lleno de sangre que llevaba lo preocuparon, pues no recordaba nada, pero luego sonrió pensando que eran cosas de borrachos.
Vio lo que le había pasado a esas chicas por televisión y no recordó nada, pero la sobreviviente dijo que el asesino tenía grabado en los brazos un tatuaje que decía: “Born to raise hell” (Nacido para traer el infierno), lo que le indicó que había cometido ese asesinato. Preso de la culpa, intentó suicidarse pero fue detenido por las autoridades antes de cumplir su cometido.
Juzgado y bajo una pena de 150 años, Richard Speck nunca reconoció los hechos de la noche del 14 de Agosto, que no podía recordar. Su cerebro pasó a la posteridad como un objeto de estudio que reveló el funcionamiento de la mente de un asesino.
Fuente de imágenes: 1: youtube.com, 2: nydailynews.com, 3: dailymail.co.