Carlos II de España

Padecía de fuertes trastornos y enfermedades físicas, como vómitos frecuentes, diarrea, dolores, mareos y a partir de ello, comenzó a sufrir alucinaciones. Tan sólo tenía 35 años de edad, pero su aspecto y condición física, parecía de un anciano de 90. Había perdido casi todo el cabello y con gran dificultad ingería sus alimentos y si acaso daba dos pasos al caminar. Todo el tiempo decía incoherencias. Murió a esa edad.

Carlos VI de Francia

Como consecuencia de un momento impactante en su vida, a modo de mecanismo de defensa de su psiquis, empezó a padecer de amnesia y otras enfermedades mentales, al punto de creer y decir a todo el mundo que él estaba hecho de vidrio y por tal razón, no tenía que bañarse. Aquella escena traumática que lo cambió todo, fue cuando un día de cacería, el rey mató a cuatro de sus hombres más cercanos, simplemente por un arrebato.

Calígula

En la historia de la humanidad, Calígula ha sido señalado como uno de los monarcas más crueles y despiadados. También desarrolló graves patologías psicológicas, que lo condujeron a pensar firmemente, que él era una deidad y su caballo, era un animal sagrado. Por eso, le mandó construir una casa muy especial sólo para el equino, al cual adornó con preciosas joyas. Era tanto el lujo de ese animal, que hasta sus establos eran de marfil.

Reina Juana I de Castilla

No pudo soportar la muerte de su esposo, Felipe el Hermoso, al punto en el que se aferró al cadáver y al féretro, mismos que conservó y repetidas veces al día, lo destapaba para besarlo y consentirlo. Perdió totalmente la razón. La historia de Juana se desarrolló sobre el año 1496.

Emperador Qin Shi Huang de China

Desde muy joven le perturbaba la idea de tener que morirse algún día, por lo que soñaba todo el tiempo con ser inmortal y de hallar el secreto de la vida eterna. Envió a buscar los mejores alquimistas a su alcance, a quien les encomendó la tarea de hallar el elixir milagroso. Sin embargo, fue uno de los alquimistas quien le propinó la muerte. Fue este emperador el autor de la maravilla del ejército de terracota y sus temibles guerreros de piedra.

Pedro III de Rusia

Este zar resultó un tanto más chiflado. Obligaba a su esposa, la emperatriz Catalina, a que se vistiera con la indumentaria de un soldado y a participar de entrenamientos de índole militar. Estaba obsesionado con los soldaditos de juguete y se la pasaba jugando con éstos, como cualquier niño entretenido. Un día le hizo un juicio de traición a una rata con la que jugaba, y la ejecutó en un una horca que diseñó para “roedores traidores”.

Princesa Alejandra Amalia, de Baviera

Nada más ni nada menos que la primogénita del polémico rey Luis I de Baviera. Esta mujer creó una terrible obsesión por la pulcritud y el aseo. No podía ver algún sitio desordenado o con suciedad. Ordenó que todos se vistieran de blanco, para poder determinar su limpieza. Un día, dijo que se había tragado un piano de cristal enorme y por eso, debía caminar con rigor para no quebrarlo.

Sultán Ibrahim I, del Imperio Otomano

Por experiencias muy traumáticas en su juventud, a causa de estar como un preso en cuatro paredes sin ventana alguna, enloqueció a niveles desbordados. Cuando ya estaba en el poder, acumuló un tremendo número de esposas al mismo tiempo y desarrolló cierta fijación por las mujeres con sobrepeso.

Su mujer preferida pesaba 160 kilos, pues la envió a buscar con el objetivo de hallar “la mujer más gorda del mundo”. Cuanta cosa se le ocurría, lo realizaba; un día, despertó con la idea de que casi 300 de sus mujeres del harén, podrían estar planeando algo en su contra y las mandó a ahogar.

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