Vampiros sin glamour
El antropólogo forense italiano Matteo Borrini ha hallado en una fosa común de 1576 en Venecia el cadáver de una mujer considerada por su coetáneos como una vampiresa, ya que tenía incrustado un ladrillo en la boca para evitar que siguiera «mordiendo» desde la ultratumba.
Según dijo a Efe el propio Borrini, en 2006 desenterró una fosa común en la isla de Lazareto Nuevo en la que encontró el cadáver de una mujer «con un trozo de ladrillo dentro de la boca».
En la Edad Media, Venecia fue azotada por diversas plagas que llevaron a la población a enterrar a miles de personas en fosas comunes como la que investigó el antropólogo italiano.
La investigación de Borrini apunta a que en la época se pensaba que los vampiros, una figura a la que leyendas ancestrales culpaban de plagas como la peste, se alimentaban de «masticar las mortajas de los muertos».
Por eso, la convención indicaba que había que introducir una piedra en la boca del vampiro para que dejara de alimentarse y muriera definitivamente.
Borrini, que hizo un paralelismo con un «enterramiento simbólico como los de la mafia», aseguró que llegó a la conclusión de que en el siglo XVI se pensó que esta mujer era una vampiresa tras estudiar diversos tratados como el Dissertatio historico-philosophica de masticatione mortuorum, escrito por el teólogo protestante Philippus Rohr en 1679.
Este no es el único caso de esta curiosa forma de enterrar a algunos cadáveres, en Polonia también se han encontrado casos similares. Hay que tener en cuenta que la figura del vampiro chupasangres que conocemos hoy en día no era la que se conocía en aquellos tiempos, pues para ellos, los vampiros eran unos seres transmisores de enfermedades, especialmente de la peste, que asoló Venecia con una brutalidad desmesurada. A parte, se pensaba que después de muertos continuaban desarrollando sus maléficas cualidades de varias formas. O bien exhalando de su boca sangre contaminada o bien mordiendo las mortajas, supongo que ante la temible leyenda, algunos enterradores se cuidarían bastante de acercarse a estos cuerpos ante el peligro de ser mordidos ellos mismo.
En cierto modo, todos los contaminados de Peste eran vampiros en potencia, porque a pesar de muertos todos podían seguir contaminando la enfermedad durante un tiempo.
Es posible que con el paso de los años y al ir menguando estas plagas, el mito de estos vampiros se fuese refinando y adquiriendo tintes más románticos hasta convertirse en el mito que conocemos en la era moderna.
Info: EFE
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