De nuevo nos encontramos en el peculiar campo de las enfermedades mentales. En este caso no es en el comportamiento donde veremos los efectos del daño cerebral, o bueno, no en el comportamiento de todo el cuerpo… sino exclusivamente en el de una mano.
Así es: las personas que sufren este raro desorden aseguran que han perdido el control de una de sus manos al punto de que no son capaces de usarla para tareas del día a día… y en particular, no son capaces de usarla si desean hacerlo de manera consciente.
El primer caso conocido del Síndrome
La primera persona documentada en sufrir este peculiar desorden fue una mujer de nombre desconocido estudiada por el importante neuropsiquiatra alemán Kurt Goldstein. La mujer (que era diestra) habría comenzado a sufrir del Síndrome tras un infarto que le afectó la parte izquierda del cuerpo, y desde entonces, según su testimonio, habría perdido el control de su brazo izquierdo.
El principal síntoma era una especie de “extrañeza” con respecto a las sensaciones del brazo, en particular cuando se le solicitaba que realizara alguna acción. A menudo la mujer insistía en que alguien más estaba moviendo su brazo y que no era ella quien había realizado tales y cuales acciones. La mano se movía con naturalidad siempre y cuando no fuera usada de manera consciente, pero apenas intentaba realizar una acción (o le pedían que lo hiciera) la mujer perdía la capacidad de controlarse. Particularmente se resaltó el hecho de que era incapaz de soltar un objeto una vez lo había agarrado.
¿En qué consiste este problema?
El caso de la mujer arriba referido es uno relativamente benigno. La dolencia, aunque rara, nos ha presentado con muchos casos clínicos que parecen salidos de una película de ficción… o de comedia.
Es tal la falta de control que estas personas tienen sobre sus extremidades que muchas optan por poner nombres a sus brazos y tratarlos como si fueran una persona. Un caso bastante conocido es el de una mujer que llamó a su brazo “bebé Joseph” por su carácter “juguetón” y “problemático”. Una de las características más llamativas de “bebé Joseph” era su gusto por pellizcar los pezones de la paciente.
En muchos casos ocurre que una de las manos realiza acciones opuestas a la otra. Por ejemplo: un paciente acababa de colocar un cigarrillo en su boca con su mano dominante (derecha) cuando la mano izquierda tomó el cigarrillo, lo retiró de la boca y lo desechó antes de que el hombre pudiera dominarla. La respuesta del hombre fue bastante curiosa: “parece que él no quiere que fume hoy”. En otro caso, una paciente se abotonaba con una mano… y se iba desabotonando con la otra.
Por lo general, la mano “extraña” presenta un comportamiento natural pero un distanciamiento de la parte “consciente” del individuo. Entre más consciente sea una acción es más probable que la mano no la realice o incluso que realice la acción opuesta; por el contrario, en casos en los que se trata de procesos más o menos inconscientes la mano suele comportarse de manera adecuada.
Las causas del problema
Este Síndrome se presenta comúnmente en personas que han sufrido una cirugía separando sus dos hemisferios cerebrales (un tratamiento que busca disminuir los efectos de casos muy serios de epilepsia) y parece tener sus orígenes en alteraciones en los lóbulos frontal, parietal u occipital pero ante todo en el cuerpo calloso.
La neurociencia aún no conoce la causa exacta del problema. Parece ser que los mecanismos cerebrales para llevar una idea a la acción son increíblemente complejos y requieren de una serie de pasos que en estas personas no se cumplen del todo, dificultando el control de sus miembros. Partes subconscientes del cerebro tomarían esporádicamente el control de la mano llevando a los episodios de “mano alienígena” que hacen de esta una de las dolencias más raras del mundo.
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